El pleito por las morusas/I-III

Guillermo García Oropeza

El lamentable espectáculo de los últimos pleitos del PAN me llevan a una frase fácil: ya no se trata de la lucha por el pan sino por la posesión de las morusas… Ignoro si esta palabra morusa se use en la ciudad de México, pero doy fe de que mi familia sinalo-sonorense la usaba para referirse a los restos que quedan del pan (bolillo o virote, según la ciudad) cuando éste se ha partido y repartido. Morusas que en las mesas bien se limpian con un cepillo ad hoc.

Por cierto que en el diccionario de  la  Madre Academia, como la llamaría el irremplazable Nikito Nipongo, la palabra morusa, tal como la usamos nosotros, no se consigna, aunque me imagino que los panes españoles también las producen y que allá como aquí son residuos inútiles.

Y ya para terminar con la palabreja diré que Juan José Arreola hablaba en sureño jalisciense de las moronas, bueno, what ever, el hecho es que en el partido y repartido Acción Nacional ha estallado una guerra de lo más divertida por lo que queda del PAN, y allí tenemos a tal Madero, que es la encarnación misma de la mediocridad haciendo birria, diríamos en Jalisco, del tal Cordero, encarnación misma de la arrogancia y prepotencia calderonista.

Este Cordero, recordemos que lleva en su récord un juego jugado y un juego perdido, y nada menos que contra Josefina Diferente. Mientras que Felipe, el Hijo Desobediente del buen panista don Luis Calderón de Morelia, después de hundir su partido y ser corresponsable de la muerte de más de cien mil mexicanos y entregar lo que quedaba de la minería nacional a los canadienses, de hacer negocios turbios con el yernísimo Undargarin, de importar la ideología de la extrema derecha española y de mandar a la guerra sin fusil a la pobre de Josefina Diferente, ahora se entrega a otra magna obra, que es la de desprestigiar Harvard, que no ha de ser tan buena universidad si tiene maestros como Calderón, que también sería capaz de desprestigiar Oxford, y si supiera francés a la misma fundación del gran Robert de Sorbon allá en el añorado Barrio Latino de nuestras perdidas juventudes.

O sea que asistimos a la desintegración del PAN, tema al que volveremos con  malvada alegría, con lo que los alemanes llaman Schadenfreude, es decir, con placer de mala leche. Y mientras, prefiero unos tacos de cabeza  y de maciza a la birria de Cordero acompañada de un mal vino Madero.