DE MICROSCOPIO
Al compás de la mentira
El Real Madrid pagó 101 millones de euros
(mil 800 millones de pesos mexicanos)
por el futbolista Gareth Bale
Regino Díaz Redondo
Madrid.- ¡Eureka!, en agosto el desempleo descendió en 31 personas. Algarabía en el gobierno. “Hecho histórico que no se daba desde el 2000”, dice el Partido Popular. El registro de la Seguridad Social baja en noventa mil afiliados. El neoliberalismo recula, se da cuenta y no hace tanto ruido.
España, asiento de envidias y algunas virtudes, se mueve al compás de la mentira: en septiembre del 2014 Mariano Rajoy irá a Sotomayor (Galicia) para “anunciarles la reducción de impuestos”. Esperamos sentados doce meses.
La política del presidente del gobierno se estrella contra la evidencia: “No hablaré más sobre el caso Bárcenas. Ya lo dije todo en agosto”.
¡Y a otra cosa mariposa!
Le hacen comparsa Cospedal y Floriano: “Es todo lo que hay que decir, nuestro partido es el que más ha cooperado con la justicia”, afirma la presidenta de Castilla la Mancha (lo recuerdo por si ella misma se había olvidado que ganó las elecciones allí).
Juega don Mariano con la paciencia de la gente y supone que es infinita. Que no se equivoque. El ciudadano ya está hasta las narices de embustes y promesas incumplidas.
Caiga o no, este gobierno ha perdido la credibilidad y no hay garantía para nadie. Los ministros se contradicen y la contabilidad b de los populares es un hecho. Como van las cosas, podría darse el caso de que la perfidia de la trama del extesorero saliese impoluta. Si así fuese, de todas formas la sentencia está dada por la opinión pública: ¡culpable!
Piedra en el zapato
Los dos asuntos que absorben el panorama social son el fraude de Bárcenas y el escándalo de la fundación Nóos. Aquél, “amigo intachable” para Rajoy, se ha convertido en una piedra en su zapato. Tuvo que rectificar “me equivoqué, era un delincuente”, manifestó el presidente de gobierno pocos días después de mandarle un sms: “aguanta, se fuerte, te hablaré después”.
Cospedal afirma que el acuerdo para indemnizar al “puto amo” lo hicieron Rajoy y Javier Arenas. Al darse cuenta de que lo había declarado ante el juez, la señora de peineta y mantilla calló abochornada. Es María de los Dolores un alma en pena que recorre el hemiciclo impasible y no sale del edificio del Congreso. Poco va a la comunidad que le dio la mayoría de votos.
El Partido Popular está deshecho. Por todos lados tiene agujeros. No se da tiempo para taparlos. Por el contrario, se hacen más grandes y aparecen otros, se multiplican.
Su defensa es roma: “hay un complot contra el Partido Popular”, y “tenemos mayoría absoluta en el Parlamento, nos debemos a nuestros votantes y los representamos democráticamente”.
Dejaron de representarlos cuando incumplieron todos y cada una de las promesas hechas durante la campaña electoral.
Luis Bárcenas, el mago financiero, hizo una fortuna de unos 58 millones de euros durante los 20 años que estuvo al frente de la tesorería popular.
“Es un canalla”, dicen, pero niegan que el dinero que repartía entre los miembros de la cúpula saliera de contabilidad subterránea, alimentada con donaciones ilegales de empresarios que sobornaban.
Veinte personas conectadas de la cúpula del Partido Popular ya han admitido que recibieron sobres con dinero negro y que no lo declararon porque “sería atentar contra mi empresa” (¿el Partido Popular es una empresa?)
Cristóbal Páez, extesorero entre 2009 y 2010, admite que le bonificaron decenas de miles de euros de “donativos que no se declaran”.
Se desmorona el castillo de barro y nadie se da por aludido.
Los ministros y los periodistas no hablan y cuando intervienen no aceptan respuestas. Citan a conferencias de prensa “pero sin preguntas” y se defienden cada vez menos y mal.
Es un karaoke sin karaoke ni fiesta. Sálvese el que pueda. Cerremos filas, se dicen entre sí con las miradas. En tanto, silencio absoluto y negativas a dar explicaciones ni siquiera las mas elementales.
Hay periodistas de derecha evidente que dan la batalla. No convencen pero allí están, tienen el mérito de jugársela más que los propios políticos.
Sigue el peloteo con cambiantes cada día. Luis Bárcenas y su defensor, Javier Gómez de Liaño, viejo e inteligente abogado jurista, se reúnen en la cárcel para elaborar su plan de ataque y dosificar las revelaciones contra el Partido Popular sacadas de una lista elaborada desde 1994.
El reo ve la televisión y sigue los debates entre los tertulianos. El director de La Razón, Francisco Marhuenda, lucha con denuedo en defensa de los populares. No tiene argumentos firmes pero da la cara. Ideas cavernícolas que salen de la boca de fantasmas de ultratumba. Pero Francisco está ahí, arriba del cuadrilátero.
Los ordenadores “custodiados” por el Partido Popular fueron entregados al juez Pablo Ruz pero sin los discos duros. Inclusive se perdió uno de ellos por obra del Espíritu Santo.
¿Cómo es posible tanta chapuza?
Las computadoras fueron borradas por empleados del partido en el gobierno. Es delito manipular los ordenadores que contienen datos relativos a asuntos que conciernen al juicio contra Bárcenas o que tuviesen información relativa a la posible contabilidad oculta que han manejado los diversos tesoreros de esa organización política.
Otra vez la respuesta del Partido Popular es la misma: aquí no pasa nada… Álvaro Lapuerta, extesorero popular no declara. Sufrió un derrame cerebral.
Ahora “es intachable”. Cuando hable, si hablase, podría ser también “un delincuente”.
Los videos con imágenes de quienes acudieron a la sede del Partido Popular a hacer donaciones, también han desaparecido. Otro dislate.
Necesaria, una comisión de la verdad
Más datos: a Bárcenas le ofrecieron medio millón de euros por callarse. Quizá pidió más, no se lo dieron y explotó la bomba; Alberto Durán, personaje con intereses empresariales y políticos, fue el intermediario para cerrar la operación que no se hizo.
Luego, el representante legal de Cospedal quiso llegar a una “resolución-contrato” para elaborar los términos del enorme finiquito que cobró Barcenas cuando, según Rajoy, ya no estaba en el partido.
La opinión pública está perpleja y son tan grandes y burdas las mentiras del Partido Popular que han llegado a oídos de la mayor parte de la sociedad española. Los populares están desorientados, fríos, tiemblan y se recriminan con la mirada; no saben dónde meterse ni cómo justificar las ilegalidades cometidas en Génova (sede del Partido Popular).
Jesús Posadas, presidente del Congreso, ha tomado partido. Ha tomado partido a favor de su partido, el Partido Popular. Quien debería ser imparcial se convierte en un aliado más y defensor de las causas perdidas. A él se deben los acuerdos de silencio en el parlamento. La mayoría de diputados tienen la palabra. Y ellos acuerdan que no se puede hablar ni debatir sobre el manejo de dinero negro en la casa del pueblo.
Es un intento de silenciar la multitud de voces que reclaman la verdad y que se castigue a los responsables de robar dinero al ciudadano. Las aportaciones que pudiesen hacer las personas y organismos legales rebasaron la cuantía legal. Para disfrazar estos ingresos la tesorería del partido dividió el dinero con el fin de no declararlo ante Hacienda. Cabe preguntar ahora al fisco si está investigando la procedencia de los millones de euros recibidos y si fueron declarados como era obligatorio.
Para bien de todos, inclusive para aquellos que cometieron ilícitos, es necesario crear una comisión de la verdad que se encargue de poner a cada quien en su lugar.
Si el asunto se cierra en falso, si la fosa séptica no ha sido limpiada totalmente, las nuevas generaciones reclamarán el derecho a que este reglón de la historia sea calificado como uno de los más turbios de la todavía débil democracia española.