Alejandro Colina

Ignacio Trejo Fuentes

Chamanes versus nahuales, de Alejandro Colina, es una de las novelas más extrañas que he leído en los últimos tiempos. Los editores la inscriben dentro de lo gótico, pero puede ser también fantástica.

En el México actual, una reportera de nota roja se inquieta por el asesinato de un connotado miembro de la intelectualidad mexicana, seguido por el de un misterioso ¿científico? llamado Farabeuf y el de la dama que lo asiste. Tanto así, que la periodista se olvida que lo es y se ve de pronto convertida en detective. Sus averiguaciones la llevan a la certeza de que los crímenes han sido perpetrados por una secta que pretende volver “a los viejos tiempos en que los chamanes gobernaban”, y quieren valerse de los crímenes para imponerse. Sus integrantes principales, se sabe luego, forman parte de la cultura y la educación del país a los más altos niveles.

Pero lo más extraño de todo es que el nahualismo forma parte de la sociedad, todos conocen a su propio nahual, y nadie se asombra de que los humanos se transformen en la bestia que les corresponde: la reportera se convierte en cenzontle para, volando, poder seguir a los pillos que investiga; otros son búhos, felinos, etcétera. Lo que aterroriza a la informadora y a sus amigos es que se pretenda volver al dominio de los chamanes (que tiempo atrás existió por medio de crímenes exhibidos en la televisión; se trata de aterrorizar a la población, para después dominarla.

No contaré la resolución de la trama, mas aseguro que quien lee va del estupor al asombro, de la sorpresa a la inquietud ante un mundo estrambótico e irreal, así sea que, además de las transformaciones de los personajes, todo parezca ocurrir en la absoluta normalidad: la corrupción policiaca, la venalidad de los jueces, las complicidades entre grupos criminales y la violencia extrema. Es decir, México es tal cual lo conocemos, sólo que acostumbrado a los chamanes y a los nahuales.

Al principio supuse que se trataba de una obra humorística, pero me di cuenta de que el autor, la narradora y los demás protagonistas se lo toman totalmente en serio, y entonces me vi obligado a pensar ante qué demonios estaba: si no es una broma, ¡qué diablos es la novela de Alejandro Colina (Distrito Federal, 1970)! Porque de que es una novela lo es, y está bien construida, escrita con buenos recursos y llega a ser emocionante, es decir atrapa al lector. Aunque eso no resuelve mis dudas, y es entonces que apelo a la colaboración de los lectores para que me ayuden a salir del pasmo.

No conocía otros trabajos del autor, aunque sé que ha publicado un par de libros más. Puedo decir de éste que cumple la misión de que el lector no se despegue del texto, aunque, como en mi caso, no sepa bien a bien qué terrenos pisa.

 

Alejandro Colina, Chamanes versus nahuales.
La Estación Perdida, México, 2010; 107 pp.