Joaquín Pérez Sánchez

Tras el golpe de Estado del 2009, se llevaron a cabo elecciones generales en Honduras, las primeras en las que participaron cuatro agrupaciones políticas surgidas tras el rompimiento constitucional. Aunque por primera vez en muchos años, el poder no se lo disputan los partidos tradicionales, Liberal y Nacional, Honduras sigue dividida y bajo la vigilancia militar. Al cierre de este material, con la información emitida por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) hondureño, se había contabilizado el 54.47 por ciento del total de las mesas electorales y se posicionaba como ganador al candidato oficialista Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, con 34.14 por ciento.

En segundo lugar, con el 28.43 por ciento de los votos, se encontraba la candidata del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), Xiomara Castro, esposa del derrocado mandatario Manuel Zelaya. Ambos candidatos se dieron por ganadores aunque no se tenían los datos oficiales. De hecho, el partido LIBRE consideró que, con datos de encuestas fuera de urna y sus propios conteos de boletas, su candidata sacaba tres puntos de ventaja al oficialista, por lo que consideró que se estaba llevando a cabo un fraude.

Pronto empezaran a conocerse más detalles de esta elección en la que no sólo se disputa la presidencia, sino también tres puestos vicepresidenciales, 128 diputados nacionales, 20 diputados al Parlamento Centroamericano y 298 cargos municipales.

Honduras es considerado el segundo país más pobre del continente, sólo atrás de Haití, además ostenta el primer lugar mundial en homicidios (exceptuando las zonas de guerra) con 85.5 por cada cien mil habitantes, un promedio 20 asesinatos al día.
La violencia golpea a las mayorías empobrecidas, donde el narcotráfico y las pandillas tienen “carne de cañón” para sus disputas. La violencia se entrelaza con la pobreza, ya que más del 70 por ciento de los hondureños vive bajo ese índice, mientras que la economía está en bancarrota con una deuda externa superior a los cinco mil millones de dólares. Con este oscuro panorama, el candidato ganador, sea de izquierda o de derecha, poco margen de maniobra tendrá. El candidato oficial ofrece la militarización para acabar con la violencia, pero Honduras ha estado militarizada muchos años y nada ha cambiado, por el contrario ha empeorado.
Honduras  es un lugar donde los dirigentes populares, sindicales y los defensores de los derechos humanos, entre otros, son más vulnerables. No obstante, un gran sector de la población (61 por ciento) acudió a las urnas con la esperanza de que ese panorama cambie. El resultado hasta ahora, indica que Honduras sigue dividido.