Feria Internacional del Libro de Guadalajara

 

Guillermo Ordorica

México culmina el año a tambor batiente. En el caso de la cultura, así lo confirma la 28 edición de la Feria Internacional del Libro, que se realizó en Guadalajara del 29 de noviembre al 7 de diciembre último.

La Perla de Occidente, como nos ufanamos en llamarla los mexicanos, se vistió de gala y albergó a destacadas personalidades de los mundos literario, académico y político, tanto de México como del extranjero, que se dieron cita en ese prestigiado foro para conocer novedades literarias, intercambiar opiniones con autores, participar en múltiples eventos culturales, hacer negocios entre editores y, en muchos casos, obtener el autógrafo de autores consagrados como el peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, o el afamado escritor mexicano Fernando del Paso, a quien la Universidad de Guadalajara merecidamente otorgó el grado de doctor Honoris Causa por la calidad y trascendencia de su obra, que ya es referente obligado de la literatura mexicana contemporánea.

Bien por la FIL, que a través de un programa cada vez más rico y atractivo, este año tuvo a Israel como invitado de honor y, así, reconoció la trascendencia de las letras de esa nación levantina, que tienen una dimensión universal a través de plumas como las de A. B. Yehoshua; Shmuel Yosef Agnón, Nobel de Literatura en 1966; Etgar Keret; Zeruya Shalev y David Grossman, entre otros.

Como valor agregado, en esta fiesta literaria y cultural, como la definen sus organizadores, se contó con la atractiva presencia de Shimon Peres, quien en 1994 compartió el Premio Nobel de la Paz con Yasser Arafat e Isaac Rabin, por sus esfuerzos en favor de la distensión en la región del Medio Oriente.

Por cierto, Peres estuvo en la FIL como parte de las actividades que sostuvo con motivo de la visita de Estado a México, que realizó del 26 de noviembre al 1 de diciembre, en la que afirmó que nuestro país tiene un prometedor futuro.

En esta feria todos tuvieron un espacio; nadie se quedó sin actividad dentro de los muros de la Expo-Guadalajara; así, mientras los estudiantes participaron en encuentros con escritores, los niños pudieron beneficiarse de talleres de lectura y otros diseñados para estimular su creatividad. Para redondear el círculo, el ambicioso programa académico de esta 28 edición de la FIL, que ya ocupa un lugar preponderante en el mundo de habla hispana en este tipo de eventos de bibliófilos, fue la ventana de oportunidad para que profesores, investigadores, académicos, intelectuales y líderes de opinión acudieran a la presentación de nuevos títulos, mesas redondas y seminarios en los que se abordaron las más variadas temáticas.

La FIL ofreció una plataforma eficaz para proyectar la imagen progresista, moderna y democrática de México, de su pujante economía y de su incuestionable liderazgo internacional. Esta Feria fue, igualmente, un notable ejemplo del poder de la cultura como herramienta diplomática útil para promover los intereses del país y fortalecer su posición como potencia emergente.

Mucho puede decirse de esta FIL, que sin duda fue una provechosa experiencia para quienes tuvimos la oportunidad de visitarla y encontrarnos en sus pasillos a escritores de talla universal, al igual que a otros que carecen de fama pero no por ello dejan de ser importantes, cuya obra académica e imaginación literaria conducen a lectores de todas las edades por el laberinto de la palabra escrita, auténtico tesoro que nos confronta con nuestra historia y realidades; anhelos y temores, sueños y fantasías.

Internacionalista.