El horizonte se tiñe de nubes
Regino Díaz Redondo
Madrid.- Los querubines hedonistas de la Unión Europea, el FMI, las calificadoras, los grandes bancos internaciones, han puesto a Grecia al borde del abismo y el continente soporta una crisis tan grave que hasta la plutocracia se conmueve, busca revulsivos y choca contra sus propias murallas.
Como siempre, pero ahora con un radicalismo insoportable, el gobierno heleno debe adelgazar su gasto público, privatizar empresas y cargar contra la economía popular. De lo contrario, tendrá que declararse en suspensión de pagos, es decir, en bancarrota y la convulsión será atroz.
Día clave, 12 de julio
El 12 de julio es el día en que el grupo de 27, reunidos en asamblea total, en medio de toda la parafernalia acostumbrada, dará su fallo. Comunicará a la cuna de la civilización occidental si acepta las medidas que haya tomado por consenso o las rechaza.
Ni más ni menos. Los griegos de ahora encabezados por el primer ministro Georgios Papandreu no tienen ni siquiera la posibilidad simbólica de comunicarse con los señores del pasado, Sócrates, Aristóteles, Platón y otros etcéteras, que seguramente andan por ahí reunidos y debatiendo en el Partenón.
Nunca, desde la Segunda Guerra Mundial, Europa había estado en tan malas condiciones políticas y económicas. ¿Por qué? Porque no hay políticos ni economistas. Porque los líderes sindicales están a sueldo y las organizaciones sociales tiemblan al oír los pasos del inminente cambio.
Aunque no lo parezca, los actuales gobiernos del continente responden radicalmente a las demandas neoliberales en favor del orden establecido. Se confabulan para impedir la transformación del sistema social que irremediablemente llega.
El seísmo que azota esta gran región alcanza desde hace tiempo a Portugal, Irlanda y están en lista de espera Italia y Bélgica. Se trata de tener siempre a una nación bajo sospecha y jugar con su presente y futuro de una manera bochornosa.
Este movimiento telúrico permite al nihilismo apoderarse del continente con fuerza incontenible. Las posibles víctimas buscan espacios nuevos y no están dispuestas a soportar más presiones. La caldera está al rojo vivo. La olla exprés, a punto de estallar y los ciudadanos empiezan a revelarse por todos los confines del viejo territorio.
Paradójicamente, aunque no está mal, muchas instituciones españolas aparecen en Africa, Latinoamérica y algunos países asiáticos como redentoras de sus ciudadanos. Ayudadoras para combatir las enfermedades y el hambre. Pero ¿qué ocurre, por ejemplo, en nuestro país?
España: colas de desempleados
Pues no hay más que salir a las calles, claro, algunas calles y verá usted colas de personas desempleadas y sin dinero que se forman para recibir comida, su rancho, en completo estado de angustia y desesperación.
Esto no se vale. No somos el primer mundo ni mucho menos la panacea que resuelve problemas ajenos y no atiende a los propios. Otra vez más, el gobierno y la oposición se pelean en los amplios salones del Congreso de los Diputados, se insultan y se olvidan de que los españoles se han convertido en personajes fantasmas movidos como marionetas por los intereses de un bienestar falso, ridículo y deplorable.
Existen, valga la esperanza, la posibilidad que esta peligrosa situación no se consolide y que todo quede en agua de borraja. Pero lo seguro, casi lo seguro, es que la situación se agrave y que el futuro sea peor que el presente.
Las espadas se blanden y los agoreros de la desgracia reparten sus perversos designios por todo lo ancho del continente.
A la gente se la trata como si fuera mercancía. Se manipulan dudas y aciertos. Los que mandan señalan caminos a sus actuales y futuras víctimas. Corren la voz en los mercados y las bolsas de valores se rinden impasibles.
Los elegidos se acuestan con el Jesús en la boca, tienen pesadillas y amanecen dispuestos a acatar las anacrónicas pero eficientes para ellos, instrucciones macroeconómicas.
Grecia: más préstamos, más deuda
Grecia pide un segundo rescate de 12 mil millones de euros y solicita que el anterior préstamo recibido hace poco menos de un año por un total de 120 mil millones de euros no empiece a ser devuelto hasta dentro de un par de años.
No cabe duda que las finanzas de esa nación han sido mal manejadas por sus gobiernos, pero ¿qué culpan tienen los ciudadanos del mal manejo, de la corrupción y de los negocios ilegales que se han permitido? Por tanto, hay que exigir responsabilidades a los que la tienen y no lavarse las manos en las jofainas de quienes trabajan y luchan por sobrevivir.
En el caso de España, la inquietud ha vuelto con más fuerza en estos días. Nuestra prima de riesgo llegó a los 280 puntos con relación a los bonos alemanes. El tope máximo para que caigamos es alcanzar los 300 puntos. Hay que ver a Elena Salgado, vicepresidenta económica del reino de España, eludir preguntas concretas para contestar con evasivas y suposiciones lo que puede ser una nueva catástrofe, otra puñalada a la economía nacional.
Avidos y muy atentos, los bancos internacionales han comprado deudas de los países más deteriorados en espera de que se recuperen y poder venderlas a precios mucho más altos. Es simplemente una medida matemática infalible que conocen unos y otros pero que nadie expone libremente ante la opinión pública.
De cómo están las cosas actualmente, apunto aquí algunas declaraciones que acaloran hasta los habitantes de los iglúes. Theodoros Pangalos, viceprimer ministro griego, expresa frente a quien quiere oírlo que “si no logramos obtener dinero antes del 12, habrá que poner tanques alrededor de los bancos”; Francisco González, presidente del BBVA: la economía española no puede asumir la prima de riesgo actual, lo que limita el crecimiento y la creación de empleo”.
¿Podría él contribuir de alguna manera a evitar el oscuro porvenir que presenta?
George Soros, multimillonario de la lista Forbes y uno de los hackers más importantes de Wall Street, asegura categórico: “Algún país tendrá que abandonar el euro. Tendría que haber un plan B”. Y se queda tan pancho.
Sillón del bienestar
La encrucijada en la que se encuentra Europa desde hace casi tres años se debe, además, a que nadie ha querido perder su cómodo sillón dentro de la sociedad del bienestar. Y así, de esta forma no hay manera de combatir la recesión y la depresión que nos invade.
Los representantes del Pacto por el Euro se mueven en la cubierta de un barco a la deriva, en plena mar oceánica, sin brújula ni marineros expertos. Los que hay están envenenados y a punto de morir y se esconden en los camarotes del buque.
Es falso que los protagonistas del desempleo y la inestabilidad europea hayan asumido el papel que le corresponde para evitar la caída.
Otra vez los bancos vuelven a protestar porque se les pide que coticen parte del dinero para el rescate de las naciones afectadas. Se niegan y, al mismo tiempo, anuncian ganancias mil millonarias y aumentos hasta de un 36% a sus ejecutivos más importantes.
Desde la bipolaridad de la Unión Europea, en donde no se sabe a quién recurrir entre el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión, Joao Durao Barroso, llegan requerimientos contradictorios. No se ponen de acuerdo y mucho menos los países que sostienen egoístamente la economía.
Debates interminables
Bruselas y Estrasburgo se burocratizan y cambian acuerdos explícitos y congruentes por declaraciones incoherentes e imposibles de acatar. El Parlamento Europeo, esa enorme sala tan acogedora en donde las sonrisas y los apretones de manos están a la orden del día, se ha convertido en la sede de los debates interminables. Y si alguna determinación se consensúa es siempre en defensa de la política neoliberal que se aprieta los “machos” para evitar el desalojo que, tarde o temprano, ocurrirá.
Todavía los apoltronados mantienen sus ventajas pero la gente pierde confianza en ellos. El horizonte se tiñe de nubes. No obstante, el presente se estanca y el pasado es una demora. La experiencia un recuerdo; el olvido, impera y los irreductibles desde su viejo rincón prefieren cerrar los ojos y son incapaces de arrepentirse.
Retoza el FMI
Otra joya. El Fondo Monetario Internacional vuelve a retozar: duda que España cumpla con los objetivos de reducir su déficit y lograr el crecimiento que requiere. Joaquín Almunia, consejero de economía de la Unión Europea, y distinguido socialista y político, afirma sonriente —no sé por qué— la misma cosa.
Entonces, si con los ajustes que pide Europa no se resuelven los problemas, ¿de qué nos sirven cumplir con ellos y seguir siendo servidores incondicionales de los mismos?
Lo inconcebible es que no se haya estudiado una nueva posibilidad para estabilizar los mercados y dar a la gente lo que merece y reclama. Cínicamente, no hay más que dos sopas: o pagas hasta la asfixia o te hundes y de todas formas te asfixias.
Bonito panorama.