Coinciden OCDE e INEGI
Magdalena Galindo
Sin proponérselo, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo, que agrupa a los países más ricos del planeta) y el INEGI (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática) ofrecieron un panorama de las condiciones en que se encuentran los trabajadores mexicanos, después de la aplicación de las políticas neoliberales, incluidas las reformas estructurales de las últimas décadas.
Al analizar el empleo entre los países que la integran, la OCDE advirtió que México se encuentra entre los que registran peores condiciones laborales, pues combina largas jornadas con bajos salarios. En cuanto a la duración de la jornada laboral, los mexicanos son los que más trabajan, pues acumulan un promedio de 2 mil 228 horas al año, mientras el promedio en los países de la OCDE es de 1770. Si los mexicanos son los que cumplen más horas de trabajo, en los salarios también ocupan el peor lugar, pues son los que reciben menos ingresos. Se trata de un récord: entre los 34 países de la OCDE, los trabajadores mexicanos son los que trabajan más y ganan los menores salarios.
Por su parte, el INEGI aporta otros datos. Señala que el 20 por ciento del personal que trabaja en la industria manufacturera está bajo el sistema del outsourcing, es decir, que no está contratado por la empresa en donde trabaja, sino por una tercera compañía que proporciona el personal. Esta forma de contratación se reconoció legalmente con la reforma laboral aprobada en los últimos días del régimen de Calderón. El objetivo de este tipo de contrato, que explica su rápida proliferación como para ya abarcar al 20 por ciento de los trabajadores de la industria manufacturera, es, por supuesto, que la empresa que se beneficia del trabajo de sus empleados anule todas sus obligaciones patronales. No sólo las prestaciones como el seguro social, las despensas o las vacaciones, sino sobre todo la permanencia en el empleo y la indemnización por despido.
Además, como “lo que pasa aquí, alguien tiene que contarlo” el INEGI nos informa, también, a partir de una Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo, que de cada diez horas que trabaja el mexicano no recibe pago alguno por cinco. Desde luego, esta situación la padecen mayormente las mujeres, que doblan y hasta triplican el tiempo de trabajo sin pago en comparación con los hombres.
Estas estadísticas muestran, para quien quiera leerlas, el grado de intensificación de la explotación que han sufrido los trabajadores mexicanos a partir de la implantación de las políticas neoliberales impulsadas por el gran capital financiero internacional y aplicadas a rajatabla por los sucesivos gobiernos mexicanos.
También dan cuenta de que la inversión extranjera de la que tanto se ufana la propaganda gubernamental no tiene otra causa para venir a México que precisamente los bajos salarios y las largas jornadas laborales. Así lo reconocen inversionistas citados por la fundación Friedrich Ebert en un estudio sobre la industria automotriz establecida en México (casi toda extranjera), quienes al preguntarles por qué invierten en nuestro país, respondieron porque “es tierra de gente trabajadora a la que se puede ir pagando menos, dada la debilidad de sus organizaciones e instituciones”.
La verdad, creo que esto desprestigia más a México o debe causar más indignación que la propia fuga del Chapo Guzmán.