Petróleo, capitales y recortes
Magdalena Galindo
En efecto, como se ha reiterado en los medios, la devaluación que ha experimentado el peso en este año es histórica, en cuanto ha llegado a su nivel más bajo, y también porque la dimensión de la caída que se mueve, según algunos analistas alrededor del 20 por ciento, si descontamos el diferencial de inflación entre nuestro país y Estados Unidos, es incluso más significativa que la ocurrida durante la crisis financiera mundial de 2009, cuando el porcentaje real fue de 9 por ciento.
Para explicar el descenso del valor de nuestra moneda, hay que mencionar varios factores. Aunque varios analistas, en especial los cercanos a la oficialidad, señalan como causa inmediata la tan anunciada y hasta la fecha no cumplida alza de la tasa de interés en Estados Unidos, lo cierto es que ya lleva meses que la FED (el Banco Central de nuestros vecinos) ha mantenido la tasa cercana al cero y en ese sentido no parece tan determinante de la devaluación del peso. No obstante, hay que señalar que, a partir de que la crisis financiera ha golpeado con mayor fuerza a Europa y ahora hasta a China, mientras se ha registrado una lenta recuperación en Estados Unidos, el dólar se ha fortalecido en relación con todas las demás monedas y eso incluye al peso.
Sin embargo, los factores de mayor importancia para el descenso de nuestra moneda son tres: la fuga de capitales, la caída del precio del petróleo y los recortes al presupuesto que ya están provocando el descenso en la tasa de crecimiento de la actividad económica y en especial de la industria mexicana.
En cuanto a la fuga de capitales, hay que destacar que a finales de julio se informaba que habían salido del mercado mexicano nada menos que 43 mil millones de dólares de inversionistas extranjeros. Naturalmente esa salida significa que estos capitalistas cambian pesos por dólares, es decir ofrecen pesos y demandan dólares, lo cual determina que baje el valor del peso. Y esa fuga de capitales no se explica únicamente por la probabilidad de que Estados Unidos aumente su tasa de interés, sino también por las expectativas sobre el comportamiento de la economía mexicana, y es evidente que todos ven que nuestra economía enfrenta graves problemas.
Aquí hay que tomar en cuenta obviamente la caída del precio del petróleo que disminuye los ingresos por la exportación de hidrocarburos, que hasta hoy financian más del 30 por ciento del gasto gubernamental, a lo que hay que agregar que la reforma energética, como quiera que se vea, significa un reparto de la renta petrolera con las empresas privadas nacionales y extranjeras. Lo cual también determina un descenso de los ingresos petroleros y, por lo tanto, una penuria del gobierno.
Para cerrar el círculo devaluatorio está la decisión de disminuir el presupuesto, pues es sabido que el gasto gubernamental es el instrumento de mayor importancia para dinamizar o disminuir la actividad económica. De modo que los cuantiosos recortes al presupuesto de este año y los más drásticos anunciados para 2016, influyen en primer lugar en las expectativas de los inversionistas y, en consecuencia, propician la fuga de capitales.