Como siempre, pierden los trabajadores
Magdalena Galindo
Nuevamente, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) informó, la semana pasada, que se registró una pérdida, que llaman eufemísticamente minusvalía, en los fondos de pensiones de los trabajadores. Esta vez, la caída, sólo entre julio y septiembre de este año, fue de nada menos que 37 mil 788 millones de pesos.
A pesar de que las pérdidas sean tan cuantiosas, el informe no causa escándalo ni protestas, porque los trabajadores no saben, ni tienen forma de averiguarlo, la merma que experimenta su pensión en lo individual. Lo que sí saben, desde luego, es que el raquítico importe de su pensión no les permite sobrevivir, y que llegado el momento de jubilación, tienen que recurrir a algún otro medio para obtener lo indispensable.
En contraste, las administradoras de fondos para el retiro (Afores) obtuvieron de enero a agosto pasado 17 mil 897 millones de pesos de ingresos sólo por el cobro de comisiones, y después de descontar costos, impuestos y otros gastos, la utilidad neta fue de 6 mil 257 millones de pesos.
Tales cifras muestran a las claras que la privatización de los fondos de pensiones ha significado un gigantesco despojo para los trabajadores y un negocio muy rentable para los grandes empresarios nacionales y extranjeros.
Desde luego, para los que se ubican en el sector financiero, ya que desde el principio las comisiones cobradas por las Afores han sido altísimas, y aunque se les han exigido reducciones, siguen generando una alta tasa de ganancia.
Según la propia Consar —que es el organismo supuestamente encargado de vigilar las Afores—, los costos de operación sólo sumaron 7 mil 83 millones de pesos, o sea el 39.5 por ciento de sus ingresos, lo que significa que su tasa de utilidades de operación es el 60.5 por ciento. Es, en verdad, una tasa extraordinaria de ganancia.
Pero el negocio no es únicamente para las Afores, sino para los grandes empresarios en general, porque junto con la privatización de los fondos de pensiones se estableció que alrededor del 30 por ciento de esos fondos puedan colocarse en la Bolsa, esto es, que puedan servir para financiar las empresas a través de acciones y obligaciones, o al gobierno, por medio de valores como los Cetes.
Y hay que especificar que no para todos los capitalistas, pues ya se sabe que las pequeñas y medianas empresas no están en posibilidades de entrar en la Bolsa para obtener financiamiento. Además, de la obtención directa de financiamiento, los grandes empresarios, nacionales y extranjeros, se benefician de la privatización de los fondos de pensiones, porque representan un enorme impulso a la propia Bolsa de Valores.
Para tener una idea de lo que esto significa basta señalar que el monto total de recursos que representan los fondos de pensiones es de 2 billones 481 mil 246 millones.
Siempre que se mencionan estos montos, el argumento de quienes apoyan la privatización de los fondos de pensiones es que para los trabajadores es benéfico que los recursos ingresen en la Bolsa, porque ahí pueden obtener una ganancia, en vez de que pierdan poder adquisitivo por el alza de los precios. Y olvidan siempre, muy convenientemente, que en la Bolsa también se pueden tener pérdidas. Sobre todo cuando quien decide cuándo y dónde invertir no es el dueño de los recursos, sino un administrador ajeno y desconocido, que en cambio sí tiene trato con los empresarios que juegan en la Bolsa.
La pérdida de 37 mil 788 millones de pesos de estos tres meses no es la primera, ni es excepcional, sino al contrario, semejante a otras que intermitentemente se informan. Como siempre, los únicos perdedores con la privatización son los trabajadores, porque para los empresarios y los banqueros ha sido un gran negocio.