[gdlr_text_align class=”right” ][gdlr_heading tag=”h3″ size=”26px” font_weight=”bold” color=”#ffffff” background=”#000000″ icon=” icon-quote-left” ]
La alianza que en estos momentos tienen la CNTE y López Obrador es más de conveniencia política, pragmática, que de simpatía.
[/gdlr_heading][/gdlr_text_align]
El milagro de Peña Nieto/I-II
Por Guillermo García Oropeza
No quiero ser mordaz pero una especie de milagro se ha realizado en México cuando la Iglesia católica, muchas iglesias evangélicas y un buen número de mexicanos que no practicamos ninguna religión nos hemos puesto de acuerdo y estamos decididos a apoyar una causa común: la defensa de la familia amenazada por la posible aprobación de legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo y la subsecuente adopción de niños por tales “matrimonios”. Alianza que es aplastantemente mayoritaria. El milagro lo realizó Peña Nieto, sólo que en contra de sí mismo.
La historia es curiosa, hace tiempo, antes de las elecciones el presidente para sorpresa de todos envió la iniciativa al Congreso para aprobar la legalización nacional de los llamados “matrimonios igualitarios”: esto desató una polémica también nacional en contra de los gays (¿y por qué usar el horrible anglicismo habiendo en castellano tantas equivalencias desde las más asépticas hasta tantas populares para no usar la muy castiza con “p” que hubiera dicho Quevedo en el Siglo de Oro?), ante la cual surgió el apoyo de intelectuales de la oposición más o menos de izquierdas pero que está, evidentemente, de parte de un movimiento internacional llamado, descubro, “ideología de género” y de todas las variantes de la comunidad LGTTB (añadir “Q” en inglés) y cuya bandera internacional es la del arco iris.
Y frente a esta coalición se alzó de inmediato la jerarquía católica, el PAN, ciertos grupos empresariales y también sorpresivamente muchos liberales como el que esto escribe, que en general estoy con los periodistas de oposición y que soy muy crítico de la Iglesia de derechas pero, también añadiría, porque me consta que muchos priistas esta vez no están de acuerdo con el presidente, aunque no se atrevan a la rebelión abierta. Los obispos acusaron de traidor a un Peña Nieto que se había mostrado tan católico, el presidente pareció dubitativo y luego en el Congreso importantes voceros hablaron de la escasa prioridad del asunto frente a tantas urgencias nacionales infinitamente más importantes que cumplirles su caprichito a los de la comunidad de marras.
Pero luego vino la trumpada, ese misterio, ese absurdo y finalmente el tal Informe y ahí Peña Nieto volvió a dar su bendición a la tal iniciativa esperando que el Congreso la atendiera con la brevedad. Resultado: el milagro de la unión de católicos ya con bendición pontificia, evangélicos y liberales que, si bien estamos de acuerdo con que cada quien haga sexo como quiera siempre y cuando sea entre adultos consintientes o que se establezcan uniones, alianzas, contratos, pero que por razones de etimología no pueden ser matrimonios, y que se respete el derecho sagrado de los niños de tener padre y madre. Una pregunta: ¿es autodestructivo Peña Nieto o de allá o del norte un poder anónimo lo está mandando al matadero?