A lo largo de la implementación de los primeros tres años de la reforma constitucional de las telecomunicaciones y radiodifusión en México se alcanzaron notorios avances que favorecieron a las grandes empresas comunicativas; y, paralelamente, se generaron importantes abandonos o retrocesos que afectaron el futuro de las mayorías sociales.

Frente a ello, diversos analistas, periodistas y académicos expusimos las limitaciones, retrasos y alternativas que el gobierno debía considerar para asegurar una reforma estructural de las telecomunicaciones y la radiodifusión más equilibrada que permitiera obtener un desarrollo más virtuoso del país.

Sin embargo, pese a la realización de dichas observaciones analíticas de carácter crítico, en lugar de que el gobierno retomara los aspectos que debían corregirse, asombrosamente, el presidente Enrique Peña Nieto y diversos funcionarios del Estado desplegaron una fuerte campaña en la opinión pública para desacreditar a aquellos intelectuales o comunicadores que no aplaudieran incondicionalmente las reformas estructurales de su gobierno. Así, por ejemplo, en primer término, censuró, el 16 de agosto de 2016 en la ceremonia de Fortalecimiento de la Red de Abasto y Apoyos Alimenticios en el estado de Hidalgo, a los que “inundan con malas noticias” sobre las reformas estructurales en México. De esta forma, al referirse al resultado de las reformas señaló que “en muchas ocasiones quedamos muy marcados con las malas noticias, que pareciera que fueran comunes o las que más se destacan, y nos olvidamos y dejamos de lado las buenas noticias, que mucho cuentan y que impactan positivamente la vida de las familias mexicanas”.

En segundo lugar, el 11 de noviembre en el 99 aniversario de la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio, el Ejecutivo señaló que debemos “dejar de lado todo pesimismo y optemos por ser positivos, porque así, con este pensamiento, con esta energía, podamos proyectar lo que queremos para nuestra nación…”.

En tercer lugar, en el marco del Acuerdo Nacional para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar, en Tecámac, Estado de México, el 10 de marzo de 2017, el Ejecutivo censuró “a quienes tienen amnesia, por no decir falta de memoria y no reconocen los logros de la política social de su administración…”

Finalmente, para complementar esta posición oficial se creó en el espacio mediático una gran campaña propagandística con el slogan “¡lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho!”, para publicitar intensamente ante la opinión pública el 4° Informe de Gobierno del Poder Ejecutivo y otras acciones del Estado.

En este sentido, efectivamente es importante reconocer todos los avances reales que logró el gobierno del presidente Peña Nieto en la esfera de las telecomunicaciones; pero de igual forma, también es fundamental aceptar los lastres y contradicciones estructurales que no se decidieron resolver, especialmente en la esfera de la comunicación colectiva de la radiodifusión, porque simplemente no se tuvo voluntad política para efectuarlos. Reconocer tales límites o debilidades de las reformas estructurales no es ahogar la opinión pública con malas noticias o ser aves del mal agüero o críticos amargados.

Por ello, la crítica no implica una actitud destructiva de los analistas o académicos, sino que es un quehacer metódico que señala lo que puede estar mal en el diseño de tales directrices de comunicación colectivas con el fin de que las autoridades corrijan dichos aspectos para contar con comunidades comunicativas superiores.

De lo contrario, los ciudadanos solo estarían festejando el “país hollywoodense” que dibuja la propaganda gubernamental, sin conocer el verdadero “México real” en el que vivimos y cuya crudeza no puede engañarnos por más torrentes de publicidad gubernamental “rosa” que se difundan para negarlo.

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