La mirada de Samuel Ramos (8 de junio de 1897–20 de junio de 1959) a lo que se ha llamado la psicología del mexicano, en El perfil del hombre y la cultura en México (Austral, 1934) desencadenó un mar de estudios acerca de la inseguridad, el sentimiento de inferioridad y la agresividad machista, que mantienen vivas esas premisas enunciadas hace 84 años. El propio Ramos, en el prólogo a la tercera edición de su libro, aclaró que su propósito no fue mostrar esos vicios como incorregibles, sino como conductas que requerían una “reforma espiritual de México”. Aquí las primeras líneas del ensayo.
Quien pretenda hacer una seria investigación sobre la “cultura mexicana”, se encontrará ante un campo lleno de vaguedades. A su mirada se ofrecerá un acervo de obras hechas por mexicanos en las cuales no podrá discriminar cualidades originales que autoricen a proclamar la existencia de un estilo vernáculo. Y, sin embargo, cuando existen obras, su falta de originalidad no quiere decir que el pueblo donde han apareado carezca de una cultura propia. Consideramos que lo esencial de la cultura está en un modo de ser del hombre, aun cuando en este no exista impulso creador. De suerte que, en ausencia de una cultura objetiva, puede existir esa cultura en otra forma, es decir subjetivamente. Entonces, a priori, no podemos ni afirmar ni negar la existencia de una cultura mexicana. A ejemplo del método cartesiano, que nos sirva esta duda para justificar la investigación que ahora vamos a emprender. Partiendo del concepto subjetivo de la cultura, en la exposición que sigue nos preocuparemos sobre todo por analizar el ser psíquico del mexicano.

Para describir cómo es la cultura mexicana, en el supuesto que exista, es preciso seleccionar el material que constituya el objeto de nuestro examen. Solo que para identificar este objeto sin confundirlo con otros semejantes, sería preciso saber de antemano en qué consiste la cultura mexicana. Y henos aquí dentro de un círculo vicioso. Para saber cómo es la cultura de México, necesitamos primero captar el objeto, pero no podemos captarlo sin tener previamente el concepto de cómo es ese objeto. Si pretendemos obtener la solución del problema de la pura observación de los hechos de cultura, sin llevar ya desde antes una idea definida sobre lo que vamos a buscar, penetramos a un callejón sin salida.
Prescindamos por un momento de averiguar si la “cultura mexicana” tiene una realidad o no, y dediquémonos a pensar cómo sería dicha cultura en caso de existir. Esto no significa que coloquemos a la deducción abstracta en un plano diferente al de las realidades efectivas. Sabemos que una cultura está condicionada por cierta estructura mental del hombre y los accidentes de su historia. Averigüemos estos datos, y entonces la cuestión puede plantearse de la siguiente manera: dada una específica mentalidad humana y determinados accidentes en su historia, ¿qué tipo de cultura puede tener?
Novedades en la mesa
Una esperada biografía es La intrusa. Retrato íntimo de Gala Dalí (Galaxia Gutemberg) de Monika Zgustova, que explora la vida de esta musa de escritores y pintores, mujer libre y transgresora.

