Un tema que ha sido analizado últimamente es el del golpe de Estado con motivo de la declaración del presidente López Obrador de que en México no existen las condiciones para que se dé un acontecimiento de este tipo.
La réplica surge por la declaración del general Carlos Gaytán, que cuestiona a una izquierda en el poder resentida, que genera polarizaciones sociales. La filiación del exsubsecretario Gaytán con el expresidente Felipe Calderón, evidencia esa forma sesgada de pensar. Se nota, así, la injerencia de grupos conservadores que tuvieron privilegios y que ahora pierden su influencia por la dinámica de los cambios que impulsa el actual gobierno.
Y es que la historia de América Latina gravita en ese golpismo que caracterizó a los militares latinoamericanos en los 60 y 70´s. El más emblemático, el derrocamiento de Salvador Allende en Chile, pero también en Paraguay, Guatemala, Dominicana, Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, El Salvador, Panamá, Perú, Haití, Honduras, Nicaragua.
En todos estos acontecimiento golpistas se tuvo una constante: la participación del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica y sistemas de propaganda instrumentados desde las embajadas estadounidenses aliados con oligarquías locales.
México no sufrió algún golpe de Estado, pues se posibilitaron arreglos con los norteamericanos. Al mismo tiempo, surgió una corriente de intelectuales donde se destacó José Martí y su obra “Nuestra América” que establecía nexos de las culturas en América Latina, de historia y pueblos e identidades coincidentes.
La pléyade de este pensamiento fue amplia, Mariátegui, Vania Bambirra, Ruy Mauro Marini, Susy Castor, Bolívar Echeverría, Brunner, José María Bulnes, Enzo Faletto, Rodolfo Puigros, Eduardo Galeano, Octavio Gianni, incluso Octavio Paz, Elena Poniatowska con sus libros “Tiníssima” y “la noche de Tlatelolco”.
Todos en la línea de buscar rutas políticas de América Latina sustituyendo la costumbre de oligarquías impuestas por las armas y la pesada herencia del colonialismo.
Esto es reducir grupos dominantes que manipulan elecciones e imponen a las mismas élites que se quedan por prolongados tiempos en el poder superponiéndose como seres privilegiados en la sociedad. Estancan el proceso de posmodernidad.
A eso se refiere el presidente López Obrador cuando interpela al general Gaytán y grupos que van perdiendo posiciones en la estructura de poder por la dinámica de la transición. Y cita también las nuevas condiciones que impiden que la propaganda se instrumente como antaño, cuando eran derrocados gobiernos en la región y México se centralizaba en líderes de opinión en un duopolio monopolizador de noticias que incluso ponían gobernantes y se enriquecían con exageración.
No sólo es la fuerza de los votos obtenidos en la elección presidencial, sino también los tiempos de cambio que no hacen propicio el control de medios de comunicación y alianzas entre líderes norteamericanos y grupos oligarcas que al interior de estos países se formaban para derrocar a gobiernos legalmente constituidos.
Además, observemos la simpatía enorme del pueblo mexicano hacia el Presidente de la República que salió al paso a estas eventuales tentaciones por si se estuvieran calibrando en las mentes locuaces de esos actores que sienten que su poder se va, se va, se va…
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