El tema de la seguridad y el Estado es recurrente en los acontecimientos de México. En su último informe dado en el Zócalo, el presidente López Obrador mostró un nuevo modelo de seguridad distinto al que se había implementado en los últimos 18 años.

Con Felipe Calderón la estrategia contra el crimen generó muertes y un ambiente que cambió la anterior situación y el clima social en que convivían su cotidianidad los mexicanos. Diariamente se reportaban masacres en centros comerciales o en lugares de convivencia social como bares, restaurantes o en carreteras se sucedían muertes.

Los muertos en ese gobierno fueron más de 250 mil y más de 30 mil desaparecidos. Lo que llama la atención es que desde la propia presidencia calderonista salieron esquemas de propaganda que pretendían acostumbrar a la población a esos escenarios de violencia y asesinatos como la normalidad en la sociedad.

Las narcoseries televisivas se incrementaron, generando el ambiente propagandístico de muertos y desaparecidos. Se buscaba dar legitimidad al gobierno de Felipe Calderón que llegó al poder por un fraude electoral descomunal en 2006.

El desajuste psicosocial se incentivaba desde el Estado y lo siguió el gobierno de Peña Nieto. No hubo buenos resultados y sí zozobra e incertidumbre, y la vida del mexicano se reducía a estar atento de los actos delincuenciales y enfrentamientos con las fuerzas policiacas y armadas del Estado.

Se conjugaba con el enriquecimiento de las televisoras, Televisa y TV Azteca y otros medios de comunicación y sus líderes de opinión multimillonarios.

Este formato lo cambia el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Ahora podemos medir la transición con datos donde las corporaciones como la Defensa Nacional y la Marina mantienen su buen prestigio y es notable la aceptación creciente de la Guardia Nacional en cerca de 47 por ciento de los encuestados.

Hay confianza en que mejore la seguridad pública en los próximos meses y se destaca la opinión de que los problemas en este tema deben ser resueltos entre el Estado y la sociedad.

Observamos así, las prioridades del Gobierno federal en sus acciones, que no es el uso de la fuerza desmedida ni la guerra sin sentido con muertes por todos lados. Así se ejecutó la posición de las fuerzas de seguridad en los acontecimientos de Culiacán, Sinaloa, donde se privilegió la protección de la población civil.

Se actuó con mesura y con base a procesos de investigación científica del delito en el caso de las muertes de la familia LeBarón en la sierra de Chihuahua. También, se está desplegando la estrategia de control regional creando mecanismos de interacción de las corporaciones con participación de  autoridades desde el nivel municipal.

Los resultados se darán en sentido favorable. Se trabaja cotidianamente y se quita a los jóvenes de las tenazas de grupos criminales ofreciéndoles opciones de estudio y desarrollo laboral. De igual modo en materia de seguridad se conjuga una actividad soportada en costumbres diplomáticas y de respeto para encauzar las acciones y propuestas de vecinos como los Estados Unidos de Norteamérica. De esta manera se dibuja una relación bilateral de dos Estados que deben caminar juntos necesariamente y que han de resolver los conflictos de seguridad hoy y en el futuro. Hay proyecto, hay esperanza social.

@Bonifaz49