Vivimos en transición como constante y los modelos partidistas entran en crisis. El Movimiento Regeneración Nacional, MORENA, es uno de esos espacios de desacuerdos entre distintas corrientes en este momento.

Pero los conflictos internos han de diseñar perspectivas creativas con estrategias para seleccionar a los que deben ser dirigentes en esta etapa y a los candidatos para el 2021.

Aquí convergen elementos de política simbólica, socialización, modalidades de elección, campañas y propaganda que en conjunto operan en prestigios y desprestigios que se derivan y trasminan en la población.

Y quisiéramos que las acciones y signos entre militantes y dirigentes coincidieran, pero MORENA es un movimiento pleno, de pensamientos independientes entre sí.

Hay grupos que integraron a MORENA y se ponen como naturales herederos intentando asumirse como rectores naturales del presente y futuro del partido. Hay quienes piensan en sociedades abiertas a una mayor democratización donde distintas visiones pueden interactuar e incluso participar en la dirección de las decisiones fundamentales.

Pero decidir el rumbo y precisar el perfil ideológico no es tarea fácil en una diversidad enorme. Y hay retos de trascendencia. Preservar la mayoría en el congreso es uno de ellos pues el proyecto del presidente López Obrador no avanzará sin el apoyo de diputados y senadores.

Por eso la prioridad ideológica se ha de alinear al cambio de régimen político que encabeza el Presidente. Superar la rapacidad del modelo neoliberal del capitalismo salvaje es premisa para promover con mayor intensidad los derechos universales propios del Estado de bienestar y ese objetivo se llevará a cabo por el partido y el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.

Partido y líder es una simbiosis que debe fortalecer MORENA creando un eslabón entre militancia vieja y militancia nueva, con ideales que se nutren con los que dieron forma a un proyecto que hoy requiere ser novedad aceptando distintas formas de ver el mundo que prevalecen en el seno partidista desde el Gobierno o desde el aparato Legislativo, o desde la sociedad.

Un referente cuya meta sea preservar al electorado que votó por el cambio en 2018 y que siga creyendo en él. Las exclusiones no sirven en un distinto régimen, en conductas, actitudes que han de dar sentido a un legado político de gran valor que fue el motor de conquista del poder presidencial.

El liderazgo de MORENA ha de unirse con el Presidente para desarrollar virtudes en la ciudadanía socializando un proyecto de izquierda portador de la alterna cultura política que aún hay que arraigar en la sociedad. De esta manera, se definirá claramente el tipo de candidaturas que el partido requiere en la dirigencia y en cargos de elección popular, del perfil de campañas y propaganda que se deben desplegar para obtener el voto ciudadano apoyando la transformación del régimen político que ya está corriendo.

Ahí es donde se debe concentrar el vigor de las fuerzas del partido ya que las transformaciones requieren de distintas mentalidades, lo cual supone la modernización de la vida política en todos los rincones del territorio nacional. Ése es el reto de creatividad en la crisis de MORENA y el movimiento ahora necesita impulsar el proyecto presidencial en el país.

Twitter: @Bonifaz49