Las izquierdas mexicanas han estado, casi todas y casi siempre, bajo el reto de resolver el dilema de Democracia o Revolución.  Su historia o genética mexicana, está permanentemente cruzada por esas dos tendencias. Lo mismo ocurre  con sus referentes internacionales.

En ese dilema ha sido central el papel jugado por la Revolución Cubana.

El asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, tuvo una motivación democrática: reimplantar una República Democrática, abolida por la dictadura de Fulgencio Batista.

Ese objetivo era el contenido del discurso, ahora le llaman narrativa, de su joven líder Fidel Castro Ruz, ese era el programa del Movimiento 26 de Julio.

En esa agrupación había figuras del movimiento católico, como José Antonio Echevarría. Jóvenes dirigentes de los campesinos como Camilo Cienfuegos. También estaban dentro del Movimiento 26 de Julio, algunos comunistas como Raúl Castro.

Fidel era  un liberal que había pertenecido al Partido Ortodoxo, cuyo líder Eduardo Chibás se suicidó ante los micrófonos de una estación de Radio, en su emisión dominical del 5 de agosto de 1951, antes de dispararse en el abdomen, sus últimas palabras fueron: “Compañeros de la ortodoxia, ¡adelante! ¡Por la independencia económica! ¡La libertad política! ¡la justicia social! ¡A barrer a los ladrones del gobierno¡  ¡Pueblo de Cuba levántate y anda! ¡Pueblo de Cuba despierta! ¡Este es mi último aldabonazo!”

“Fidel  se encontraba en el estudio radiofónico y entre él y el portero trasladaron a Chibás al Centro Médico Quirúrgico de La Habana, donde murió 11 días después” (tomado del libro La mejor táctica son los principios. Vida y obra de Fidel Castro, Lamberto García Zapata, 2015)

Tanto en su célebre  alegato en defensa propia “La Historia me  Absolverá”,  escrito en prisión, en la Isla de Pinos, como en  sus discursos de los primeros días en la Plaza de la Revolución,  a partir del 8 de enero de 1959 y en las entrevistas que concedió, entre ellas a Jacobo Zabludovsky de Siempre!, su discurso giraba en torno a la democracia, la realización de elecciones libres y poner fin a la dictadura.

En los mismos Estados Unidos era visto con simpatía, la prensa más importante lo entrevistaba y fotografiaba, publicando sus palabras e imagen en primera plana, lo mismo la revista Life que el New York Times. El propio gobierno estadunidense lo veía con cierta simpatía o al menos lo prefería al dictador Fulgencio Batista.

La geopolítica de la Guerra Fría y la torpeza de los gobernantes de los Estados Unidos, ante Fidel Castro, lo fueron empujando hacia los soviéticos.  Por ello proclamó el “carácter socialista de la Revolución Cubana”, tras derrotar la invasión patrocinada por Estados Unidos en abril de 1961, en Bahía de Cochinos en Playa Girón.

Fidel Castro y  la Revolución Cubana formaron a toda una generación de jóvenes de las izquierdas mexicanas, sin duda alguna ese fue mi caso.

La relativa velocidad con la que triunfó Fidel, después de desembarcar en diciembre  de 1956 en la Isla, partiendo del puerto de Tuxpan, en Veracruz y establecer su foco guerrillero en Sierra Maestra y lograr una sublevación nacional que produjo la huida de Batista a Miami el 1 de Enero de 1959; la Revolución Cubana sedujo a decenas de miles de jóvenes en toda América Latina, donde los Partidos Comunistas se dividieron y sus organizaciones juveniles tomaron las armas, para repetir la hazaña de Fidel y su barbudos.  En Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Colombia, Venezuela, Brasil; República Dominicana, Argentina surgieron grupos guerrilleros inspirados en la “teoría del Foco guerrillero”,  basada en la tesis  del Ché Guevara: las condiciones objetivas para el triunfo de la Revolución, están dadas en América Latina, solamente hay que qué crear las subjetivas, basados en el principio del propio Che: el deber de todo revolucionario es hacer la revolución.

Las luchas democráticas eran despreciadas y vistas como una vía “reformista”, en el mejor de los casos, o como expresión de las posturas blandengues y de traición a la Revolución, que tenía  que ser “Socialista o Caricatura de Revolución”.

Después del triunfo de la Revolución Cubana, todos los movimiento guerrilleros fueron derrotados incluido el trágico intento del Che Guevara en Bolivia.

Únicamente triunfó la Revolución en Nicaragua en 1979.

Chile intentó una ruta democrática al socialismo, encabezada por Salvador Allende apoyado por el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Radical, el MAPU de tendencia demócrata cristiana, incluso el castrista MIR y todo el movimiento sindical, estudiantil, campesino, universitario, intelectual y cultural y triunfó electoralmente  el 4 de septiembre de 1970.

Su gobierno fue derrocado por un sanguinario Golpe Militar, apoyado por Estados Unidos.

Ese golpe militar con apoyo de los gringos y muchos anteriores y posteriores, cancelaron para muchos, las posibilidades de una ruta política democrática, para realizar los cambios necesarios, para abatir la inmensa desigualdad y la pobreza en América Latina.

Durante muchas décadas, no se podían plantear con un mínimo de posibilidades las contiendas electorales para llevar a gobernar a las izquierdas.

Ante ese sombrío panorama en Italia, Enrico Berlinguer, Secretario General del Partido Comunista Italiano, promovió un Compromiso Histórico con el Partido Demócrata Cristiano a través de muchos encuentros, discusiones entre él y Aldo Moro líder democristiano. Ese acuerdo para construir un proceso de transformaciones sociales, económicas, culturales, educativas y otras, se derrumbó porque Aldo Moro fue asesinado, por un grupo aparentemente ultraizquierdista, denominado Brigadas Rojas, en 1978.

Después  ocurrió la Caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la URSS y todo el llamado “socialismo realmente existente” en un conjunto de países de Europa del Centro y del Este, los Balcanes, en Asia Central, en los países Bálticos; que en su conjunto eran un poco más de la tercera parte del planeta, tanto territorialmente como geográficamente.

En la última década del siglo XX se produjeron victorias electorales  de las izquierdas, en casi toda América Latina: Chile, Venezuela, Uruguay, Paraguay, Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, El Salvador, República Dominicana, Guyana, Perú y otros países de las Antillas tuvieron y algunos mantienen gobiernos de las izquierdas en sus diversas tendencias.

Sus resultados son muy contradictorios o abiertamente negativos económicamente, políticamente y en otras esferas que han dañado mucho los ideales libertarios de las izquierdas en el Continente.

México ha llegado muy tardíamente al proceso de cambios democráticos.

Incluso la coalición y el presidente  victorioso,  en las elecciones del 1 de julio de 2018, siguen considerando que aún no hemos consumado  la construcción de una democracia genuina.

En medio de una crisis sanitaria, económica, política, de seguridad y de soberanía nacional, estamos colocados ante ese dilema casi  anacrónico de Democracia o Revolución.

Esperemos que no se pudra  nuestra incipiente democracia.