El anticomunismo más vulgar y, paradójicamente, ciertos “comunistas” nostálgicos  se enfrentan en un torneo casi sistemático, unos atacando al presidente por “sus políticas comunistas” y otros llamando a su defensa “para impedir el golpe de la derecha” contra la “Cuarta Transformación”.

El extravío ocurrido tras el derrumbe del “socialismo realmente existente”, hizo posible el refugio, de algunos comunistas de entonces en los  llamados  gobiernos progresistas, “populistas”, del “socialismo del siglo XXI”, también bautizado “socialismo rosa”.

Hasta cierto punto todo ello tuvo una racionalidad. A cambio de “reconstruir” un camino “viable, pragmático” de transformaciones para “rescatar la soberanía nacional” y reducir la pobreza, se podían aplazar los objetivos radicales comunistas, por un tiempo breve históricamente hablando, mientras se  “acumulaban fuerzas” para  construir el “socialismo”.

Todo lo anterior se convirtió en  un poderoso atractivo para  decenas de miles de “sobrevivientes del naufragio”, que evadieron problematizar y preguntarse las causas profundas que produjeron el “derrumbe del socialismo realmente existente”.

Algunos consideraron que lo ocurrido era “un pequeño accidente”, en un lapso muy breve de la historia, que no ponía en cuestión absolutamente ninguno de los fundamentos teóricos, económicos, políticos, culturales, sociales y culturales del “campo socialista”.

Además de todo ello, la fase neoliberal, de un capitalismo salvaje, que  condujo a una quiebra de las conquistas sociales del Estado de Bienestar, caían como “anillo al dedo”, para reorganizar a los partidarios del socialismo. La precarización, los flujos de cientos de miles e incluso millones de migrantes de los países pobres a las metrópolis, culminarían con el fortalecimiento de los partidos de izquierda y los  partidos comunistas, según esa fantasía casi infantil.

No quisieron asumir el inmenso desprestigio del “socialismo y del comunismo”, que se propagó entre los mismos trabajadores, incluso los obreros clásicos.

En toda Europa, el avance de los partidos de derecha en los antiguos bastiones “rojos” de los barrios obreros en París, en zonas enteras de Italia antes de predominio comunista y también en el Reino Unido en el medio del laborismo,  en Alemania en el electorado del Partido Socialista; sin olvidar  los  triunfos de partidos derechistas en los antiguos países socialistas, incluyendo Rusia con Putin; todo ello modificó radicalmente el mapa político y social de Europa.

América Latina  parecía ir en sentido contrario. Desde la última década del siglo XX hasta el reciente triunfo de los peronistas en Argentina, los triunfos electorales de “las izquierdas nacionalistas” o como les  dice  la derecha “populistas”, se dieron en Chile, Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay, Perú, Bolivia, Ecuador, Paraguay, República Dominicana, fugazmente en Haití, El Salvador, un sui géneris gobierno progresista en Honduras, en Guyana , en fin  casi todo el sub Continente, con la excepción de Colombia, Panamá y México.

El caso mexicano ha tenido su propia trayectoria.

En alguna medida el surgimiento del FDN en 1988, las reformas políticas que  trajo consigo ante el inmenso desprestigio por el fraude, operado por Manuel Bartlett y la unificación de casi todas las izquierdas, tanto las marxistas  como las estatistas y nacionalistas de origen cardenista y priista, en el Partido de la Revolución Democrática; hicieron posible el triunfo en el Distrito Federal y varios  Estados  del país de esas izquierdas y ese mismo año 1997, en alianza con el PAN, conquistaron la mayoría en la Cámara de Diputados enfrentados a Ricardo Monreal quien  quiso sabotear la constitución de ese bloque opositor, conducido  por Porfirio Muñoz Ledo.

En pocas palabras: las izquierdas institucionales tienen 40 años en las Cámaras legislativas Federales y Estatales y 27 gobernando buena parte de los Estados del país,  encabezados por el inmenso Distrito Federal hoy Ciudad de México, capital de la República, con un poderío económico inmenso y una población superior a los 15 millones de habitantes.

En las elecciones del año 2000, esas izquierdas, con el PRD al frente y con la aprobación de todas las tribus y del propio Andrés Manuel López Obrador –quien se convirtió en Jefe de Gobierno del DF ese mismo año– intentaron durante varios meses construir una “Alianza Opositora”, donde el eje eran el PRD y el PAN, elaboraron una Plataforma Común, llamada “Compromisos para un Gobierno de Transición”, con el objetivo de derrotar al PRI. No pudieron ponerse de acuerdo en el Candidato a la Presidencia, dado que ni Vicente Fox, ni Cuauhtémoc Cárdenas aceptaron apoyar a uno de los dos y “las izquierdas se quedaron a la mitad del río”.

Fox “sacó al PRI de los Pinos”, con el voto de casi 2 millones de electores del PRD y las izquierdas, cuestión que los jefes de esas izquierdas oficiales, tratan de esconder, a niveles delirantes que incluyen la persecución de los “herejes” que  apoyamos esa opción electoral. Escondiendo que los dirigentes del PRD, promovieron de manera oficial esa alianza opositora, casi todo ellos hoy integrantes de Morena o del Gobierno de la Cuarta Transformación, en los  diferentes  aparatos del Estado.

Tapar el sol con un dedo es imposible.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador aplica una política neoliberal ortodoxa en materia económica,  ha militarizado el país en varios aspectos, realiza una política de sumisión ante el  gobierno de Trump;  no ha emprendido reforma alguna de orden social, se limita a una política de subsidios y su lucha contra la  corrupción está sintetizada en el caso Lozoya.

Sus antiguos “adversarios” de la “mafia del poder”, gobiernan con él de manera formal a través de su “Consejo de Asesores” o abiertamente en sus proyectos de Tren Maya, Transístimico y ahora  en la gran alianza Televisiva para la Educación a distancia.

Realiza “pactos” con los Empresarios y los Charros de antes y de ahora para evadir una reforma de pensiones a favor de los trabajadores.

Cada  día  se enfrenta a la resistencia de los activistas defensores del medio ambiente y las comunidades originarias –incluso su Secretario del Medio Ambiente Víctor Toledo lo ha denunciado y quizá  haya renunciado cuando se publique éste texto– también cada vez  más se oponen a sus políticas los movimientos feministas; pronto habrá  luchas de jóvenes rechazados y desempleados.

La crisis económica y la catástrofe sanitaria por el desastroso manejo de la pandemia de Corona Virus será de proporciones y dimensiones desconocidas.

Solamente una mentalidad derechista de la “guerra fría” puede llamar “comunista” al gobierno de AMLO y tener como réplica a los “comunistas” nostálgicos combatiendo “golpistas” imaginarios y aliados a los poderes fácticos en la vida real.