Pensar en la cultura en México propicia reflexionar comentarios que realizó el presidente López Obrador por la entrega del premio princesa de Asturias a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Recordemos la historia de la Universidad de Guadalajara, promotora de ese evento. En los años 70 del siglo pasado, esa escuela vivió hechos de violencia y muerte que la estigmatizaron y cuestionaron como un centro educativo que busca la formación de los jóvenes con base en la ciencia y desarrollo humanitario. La Federación de Estudiantes Universitarios tomó el control que mantiene hasta nuestros días.
La Feria disminuye desprestigios. Se intenta proyectar a la Universidad como promotora del libro y las artes. No obstante, la crítica del Presidente se dirige a la ideología de derecha en la participación de varios autores, pero también al concepto de defensa del libro de los populismos que fue el argumento central al recibirse el premio arriba citado. Esto como distorsión de lo que debe ser la creatividad en la cultura.
Es sello de la decadencia que se vive en el ámbito de la cultura que se apega a la visión de quienes la difunden. Algunos invitados frecuentes a la Feria dan el toque conservador. Uno de ellos, Héctor Aguilar Camín, que después de su novela “La guerra de Galio” no produce algo más de trascendencia en las letras. Ahora usufructúa el poder desde la dirección de Nexos.
Enrique Krauze se estanca en la emisión de su libro “La democracia sin adjetivos”, que fue novedad en el extremo autoritarismo que vivía México, y después explotó la imagen de Octavio Paz en beneficio de sus negocios.
Ambos se convirtieron en empresarios de la cultura y beneficiarios de recursos públicos. Ahora son críticos del Presidente. Pero las críticas del Presidente se fincan en la tendencia conservadora de esa Feria, que coincide con quienes ahora encabezan movimientos contrarios al Gobierno, como los liderazgos de Coparmex.
Son expresiones de los privilegios que se van perdiendo porque se funden con la corrupción, objeto primerísimo de los cambios actuales. Y hay alianzas de la dirigencia de la Feria con el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, que busca con afán el poder presidencial en 2024, criticando al Presidente como eje de su estrategia de ganar imagen política.
Por eso, el presidente impulsa una idea de cultura no sesgada por ideologías, sino extendiendo un rol activo de la persona, donde exista el intercambio de pensamiento sobre lo que debe ser la sociedad. No una cultura parroquial que sustenta principios de súbdito como condición perenne de la persona.
Se trata de una cultura que dé cauce a las libertades del individuo en las artes y las letras. Ello es terminar con las viejas narraciones de personajes que hicieron de la cultura un modus vivendi, basado en sus intereses particulares y de negocios.
La cultura del pasado se estancó en esos antiguos paradigmas que justificaron la estructura antigua del poder en México. Hoy se cuestiona esa cultura que se funde en una ideología que desea que todo siga igual. Ahora, el pluralismo real confronta a la derecha conservadora que utiliza medios para imponer un modo de ver el mundo muy rezagado por la dinámica de los cambios que son indetenibles.
@Bonifaz49


