Cada vez está siendo más necesaria una opción capaz de un viraje político.
El gobierno de AMLO ha resultado un fraude. Como supuesta Cuarta Transformación fracasó.
No se debe descartar una aparente “radicalización”, orientada a recuperar a sus electores más radicales o mejor dicho a los grupos que tienen un lenguaje radical y una permanente postura oportunista.
Voltear hacia el pasado para responder a los desafíos de hoy, es una probable treta del presidente que con el pretexto de “recuperar” la generación, distribución y venta de la electricidad, porque ésta en riesgo de ser controlada totalmente por los capitales privados y extranjeros. Es una falsa salida radical, además de provocar un conflicto innecesario. Y poner en entredicho los tratados que el propio presidente AMLO firmó como el T-EMEC.
Es una cortina de humo para fortalecer el control presidencial de forma semejante a una presidencia caciquil, colocada por encima de la división de poderes.
Todo ello, sin que realmente se promuevan cambios en la economía, la sociedad, la política y la cultura, que impulsen un viraje real hacia una transformación en favor de los sectores populares.
Se hace alarde de un gobierno diferente a los del neoliberalismo, cuando se aplican con ortodoxia sus dogmas.
Se desarrolla una política de alianzas y subordinación a los grandes capitales financieros y de todo tipo, cuyos personeros, forman un “Consejo Asesor del Presidente”.
Los trabajadores siguen sometidos a los aparatos de control corportivo, tanto bajo el charrismo tradicional o el que se expresa a través de un neo charrrismo que está, como los zopiilotes, merodeando para quedarse al frente del monopolio sindical, ya sea mediante Napoleón Gómez Urrutia, el SNTE y demás aparatos de control del sindicalismo de los trabajadores del Estado, o de una denominada Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) cuyo líder es Pedro Haces Barba.
A los grupos de trabajadores independientes, como los de las maquiladoras, mayoriatariamente mujeres, se les persigue o se vuelve al viejo estilo de “comprar” a sus abogados o líderes otorgándoles una diputación o cualquier concesión, como se negocia con algunos dirigentes de la CNTE.
La política de confrontación con el movimiento feminista es irreversible y tendencialmente puede convertrirse en una política represiva al estilo de Díaz Ordaz o Echeverría.
Lo mismo ocurre frente a los campesinos enfrentados a los mega proyectos presidenciales en Huesca, Morelos, en la Refinería de Dos Bocas y en la Ruta Maya.
El presidente es muy hábil para usar una demagogia de aparente combate a “los fifís”.
Se confronta con sectores del empresariado, específicamente los del Norte del país y en especial los de Nuevo León . Emplea el mismo estilo de Luis Echeverría.
Su tono demagógico contra la corrupción del “neoliberalismo”, solamente se ha traducido en fintas contra algunos casos de escándalo como Emilio Lozoya junior, a quien se le mantiene en su domicilio y se amenaza a otros de los implicados en el trato fraudulento con Odebrech.
En los hechos la única prisionera del régimen de Peña Nieto, es Rosario Robles por la llamada Estafa Maestra y de vez en cuando se menciona a Emilio Zebadúa y a otros. Incluso en éste caso de evidente conotación política y de venganza, se manteiene en el ambiente la posibilidad de convertrirla en “colaboradora” a cambio de denunciar a sus superiores, entre ellos a Luis Videgaray.
Muy tibiamente, se hacen campañas efímeras contra Enrique Peña Nieto, pero en realidad se mantiene el pacto de no meterlo a la cárcel.
Simplemente ante la corrupción del pasado neoliberal y específicamente el gobierno de Enrique Peña Nieto se realiza la política “mucho ruido y pocas nueces”.
No se diga ante los múliples casos de corrupción de altos funcionarios del gobierno de la Cuarta Transformación y familiares del presidente. Eso simplemente se resuleve repitiendo diariamente “no somos iguales”.
Cada vez más hay expresiones de algunos ex funcionarios estatistas o intelectuales de esa tendencia, que se manifiestan “defraudados” por AMLO, pero no pasan de hacerlo mediante sus escritos en la prensa escrita o la digital.
Pero hay una confrontación entre el gobierno de AMLO y varios integrantes de esa corriente en los enfrentamientos de AMLO conra el INAI, el INE que puede terminar en un choque de consecuencias desconocidas.
Suena lógico que una opción sea construir una alianza electoral opositora, a la que el presidente bautizó como BOA, Bloque Opositor vs AMLO.
Según muchas encuestas, las elecciones intermedias del próximo mes de junio, serán ganadas mayoritariamente por el presidente, su partido oficial Morena, sus aliados PT, Verde, los evangélicos y el partido que lidera Elba Esther Gordillo.
Derrotar electoralmente al gobierno se torna cada vez más difícil.
Es una terrible paradoja la que vivimos en estos momentos.
La única perspectiva de vencer al gobierno demagógico y claramente restaurador del viejo PRI, es la BOA.
Ahora bien, el presidente no es tonto y ha metido su cuchara para dividir a la oposición electoral y hacer que aborte la BOA. Para eso le está sirviendo, de manera deliberada o no, Movimiento Ciudadano y en particular Dante Delgado.
Para dejar clara mi postura soy un proscrito, por decisión de los poderes y por propia voluntad.
No participo, ni participaré en ningún aparato de estado,partido, corriente partidista, sindicato, grupo intelectual o burocracia universitaria.
Considero que, aún es posible iniciar un nuevo camino para construir una fuerza autónoma.
Esa fuerza puede expresarse a través de una plataforma, programa o manifiesto donde exprese su propuesta: a favor de un cambio de régimen político que acabe con la partidocracia; conquiste la libertad sindical; reivindique el movimiento feminista; el ambientalista; apoye a los indios amenazados por el obsesivo culto a la “modernidad” del gobierno de la Cuarta Transformación y sus proyectos faraónicos. También se requiere un movimiento que apoye las luchas de los jóvenes, en especial a los estudiantes y los profesores universitarios que sufren el autoritarismo y la precariedad en la UNAM y todas las universidades.
Ni la historia se terminó, con la caída del Muro y el derrumbe del socialismo realmente existente, ni se puede sostener esa “ideología comunista” convertida en pesadilla.
Hoy más que nunca es necesaria la utopía para poder seguir luchando por una sociedad libre de explotación.
Pero la utopía no puede confundirse con la complicidad.
Para cambiar es necesario atreverse a luchar con los actores reales y contra los poderes fácticos.
Una consigna que puede unir en la vida real a los que no aceptamos a éste gobierno demagógico es: Ni un voto para Morena, ni sus aliados.