La opinión pública del país vive un clima de interacción de noticias en disputas por el poder. Los temas enriquecen la formación de mexicanos y mexicanas que renuevan su espacio vital social. Y hay ciudadanos activos y motivados por participar en actividades políticas.

Ahí están las clases medias mexicanas y su comportamiento como un sandwich entre las clases altas y las pobres. Es una porción de la sociedad que lucha por subir en la escala social y no caer en la pobreza. Son personas que viven con angustias permanentes porque sus hijos, hermanos, padres no cuentan con los bienes o apoyos para pasar una vida estable.

La felicidad de las clases medias vive en incertidumbres y en relaciones de alta competitividad entre sí. Se desgarran y contribuyen al desgarramiento social. Y aún así crean sus momentos de estabilidad y convivencia cordial. Observan, se preparan y no obtienen beneficios que otros logran sin estudiar.

Se meten de choferes de Uber. Simulan ante  presiones que causan parientes y vecinos o quienes concurren a realizar las mismas actividades que efectúan para formar  a sus hijos e hijas.

Sienten envidias cuando otros familiares y amigos ostentan bienes ante sus ojos y sufren las diferenciaciones. Observan con resentimiento los lujos de los estratos altos de las clases medias que no son los superricos de la sociedad. Estos, obtuvieron sus riquezas con frecuencia por actos de corrupción o porque tuvieron suerte de nacer en una familia acomodada.

¿Cómo generar solidaridades entre los miembros de la clase media?, ¿cómo construir un mundo feliz igual al de las clases acomodadas que sustentaron sus riquezas porque llegaron con suerte a la vida disfrutando bienes que esas clases medias no pueden disfrutar?

¿Cómo no tener resentimientos si los grupos de élites operan para no perder poder y realizan fraudes electorales al conservar sus espacios de influencia y riquezas concentradas a través del tiempo y que parecen herencias que se dejan generación tras generación con rasgos familiares y de compadrazgos?

Y como dice el presidente López Obrador, son aspiracionistas pero con rencores acumulados ante un sistema económico injusto y aún así pueden usar su poder relativo para vengarse de lo que causa su malestar y marginación del disfrute de ambientes de bienestar agradable.

Y acrecientan esos sentimientos las desigualdades. La injusta remuneración aún con grados de doctorado. La injusta decisión de un juez, un magistrado, un ministro determinado por el dinero o por servir a quien lo eligió. Luego entonces, ¿en dónde pueden vengarse? En las elecciones que ahora van tomando un valor.

¿En donde está la clave para no caer en el fondo del límite de la clase media y caer a la pobreza donde resolver sus necesidades básicas no es posible?, ¿cómo detener la espiral donde los viejos no pueden acompañar su vejez amablemente? Viven con la presión de una sociedad cruel donde los propios hijos desajustan la estabilidad y la salud psicosocial.

Ahí surgen las preferencias electorales de las clases medias que ahora votan por el PRI, después por MORENA, después por el PAN y no serán satisfechas sus aspiraciones de tranquilidad humana. Ahí, no hay formas de dar satisfacciones y este fenómeno prevalecerá en las tendencias sumamente jabonosas del voto de la clase media.

 

Vicepresidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados
@Bonifaz49