Las noticias sobre Cuba no cesan y alertan sobre un acontecimiento que ha estado siempre presente desde que, en 1959, la Revolución que encabezó Fidel Castro destituyó a Fulgencio Batista, un gobernante al servicio de los intereses norteamericanos que han pretendido constantemente controlar la isla y a su gobierno.
Éste, caracterizado por mantener un movimiento de resistencia y con finalidades libertarias que ha sorteado la gama intensa de intentos por derrocar a los Castro y el grupo que le acompaña desde que Fidel zarpó de Veracruz, en México, logrando constituir un gobierno revolucionario en lo que fue considerado un gesto heroico del pueblo cubano que, de esta manera, se desligaba de aquellos países que han estado gravitando en la órbita de poder económico de la gran potencia norteamericana y la Organización de Estados Americanos, como mecanismo de inducción de los intereses del gobierno estadounidense en Latinoamérica.
El ministerio de colonias de los Estados Unidos, nombraba Fidel a la OEA para referirse a un comportamiento caracterizado por el hostigamiento hacia la tierra de José Martí, el gran escritor libertario de Cuba, quien planteaba la idea de Nuestra América al fomentar el ideal de un subcontinente latinoamericano unido, incluyendo la América de habla portuguesa y el Caribe, que podrían reafirmar los lazos comunes que culturalmente determinan las coincidencias entre nuestros pueblos.
Más de 60 años de resistencia de la nación cubana es lo que refuerza las empatías en nuestra América. Con sus afanes de libertad permanente como lo decía Simón Bolívar, gran soñador que aspiraba a la unión de los pueblos americanos sin la América anglosajona, pero con libertades.
Ambos, Martí y Bolívar, nos enseñaron que la resistencia es permanente y que siempre hay logros, hay metas que se consiguen. Los misiles del 62 que pusieron en jaque a la seguridad norteamericana, los embates de los cubanos radicados en Estados Unidos y su constante trabajo malogrado orientado a derrocar al gobierno de la Revolución. Manifestaciones de contracultura que han sucumbido ante la plenitud de la música, el danzón y el bolero como expresiones de esa cultura cubana que a todos nos embelesa.
Así se ve Cuba desde México y sus grandes logros en la educación y en la salud son divisas propias de la libertad que simboliza a la isla acechada por infames bloqueos económicos que dejan a la población sin alimentos, sin medicinas, y apoyados por la propaganda incesante conducida desde los Estados Unidos.
Pero se confía en que el gobierno cubano dé cauce a nuevas relaciones con su sociedad que resiente efectos del bloqueo económico estadounidense rechazado por casi todos los países de la Organización de las Naciones Unidas, pero que pone en cuestión el modelo comunista de gobierno. Y se ratifica el valor de la cultura de Cuba en Latinoamérica, sin embargo.
Por eso, se reconoce el gesto de la política exterior mexicana y sus principios de autodeterminación de los pueblos y su vocación de hermandad con los cubanos, convocando a la ayuda humanitaria a través de la CELAC que integra a la comunidad de estados latinoamericanos y caribeños. De esta manera, se evitarán los intentos de intromisión en asuntos que sólo el gobierno de Cuba y los cubanos deben resolver, como lo dice López Obrador.
El autor es vicepresidente de la mesa directiva de la cámara de diputados