El presidente López Obrador la trae contra las instituciones autónomas, ahora va contra las universidades. La mañanera del 21 de octubre, cuando acusó a la Universidad Nacional Autónoma de México de neoliberal y conservadora, fue el llamado para movilizar a sus fieles para irse contra un símbolo que es mucho más grande que cualquiera de sus aventuras mesiánicas.
No fue un desplante más, como consideraron algunos analistas, fue una consigna en forma y no nada más contra la UNAM, persigue a todas las universidades públicas. Y la Subsecretaría de Educación Superior ya diseñó una estrategia con miras a desmantelar la autonomía universitaria.
Justo el día anterior a la diatriba que lanzó Andrés Manuel López Obrador contra la UNAM, el rector de la Universidad Autónoma de Zacatecas, Rubén de Jesús Ibarra Reyes, en un acto pomposo del Consejo Universitario, presentó un documento, “Concepción y Ruta Crítica para el Proceso de Reforma de la Universidad Autónoma de Zacatecas”. El rector es militante de Morena, lo mismo que el gobernador, David Monreal, quien fue invitado de honor a la ceremonia.
El subsecretario Luciano Concheiro dio el banderazo de salida del plan piloto para reemplazar “el modelo de universidad pública que se ha aplicado en las últimas décadas”. Este proyecto de cambio, dijo, “representa una ruptura radical, contrario a un modelo de universidad que se había instalado entre nosotros, que es una lectura dominante, que nos arrastra hacia el positivismo y el neopositivismo… una universidad napoleónica, recubierta de neoliberalismo”.
El primer aviso de que AMLO iría contra las universidades fue el 12 de diciembre de 2018, cuando en la iniciativa de reformas a los artículos 3, 31 y 73 de la Constitución, para eliminar la “mal llamada” reforma educativa del gobierno de Peña Nieto, dejó en blanco la fracción VII, esa que desde 1980 consagra a la autonomía como privilegio y obligación de las universidades públicas.
Ante la protesta del rectores y académicos, la SEP le echó la culpa a un error mecanográfico. El presidente se comprometió a que enviaría al Congreso la corrección del entuerto. Nunca lo hizo; los partidos de oposición la restablecieron.
No obstante, la retórica del presidente y las acciones de la SEP son insuficientes para alcanzar avances importantes en el plazo corto, lo que le resta a su gobierno. Para ello recurre a sus aliados y les cobra favores, como a Televisión Azteca.
En el noticiero que conduce Javier Alatorre, el viernes 6, se lanzó duro contra la Universidad Autónoma Metropolitana, que parece ser la segunda en la mira del presidente. TV Azteca tomó porciones de un video producido por la UAM y afirmó que las autoridades se niegan a un regreso pleno a clases. También se refirió a una encuesta que levantó la misma institución, pero sin darle crédito.
Cierto, hay un porcentaje significativo de estudiantes y docentes (82.82 por ciento) que consideró que estaría dispuesto a asistir —de plantearse la asistencia en forma individual o en grupos pequeño, aclara la nota de la UAM— pero siempre que se procure la protección a la salud de la comunidad. El 53.49 por ciento declaró no tener dificultades para iniciar actividades presenciales en las instalaciones, aquí me incluyo.
Pero la nota de la televisora fue embustera, el conductor aseguró que hay un rechazo total de las autoridades al regreso presencial.
El rector general de la UAM, José Antonio De los Reyes Heredia, lanzó un comunicado para desmentir la información de TV Azteca y esclareció punto por punto el proyecto del Programa de Transición de Enseñanza en la Modalidad Mixta que aprobó el Colegio Académico. Además, reclamó el derecho de réplica.
La televisora aceptó y el rector general de la UAM acudió a los estudios el lunes 8 por la mañana. Los conductores, Roberto Ruiz y Lucy Bravo, le brindaron poco tiempo para que se explicara, lo interrumpían y aseguraban que si lo hacían en otras naciones porque la UAM se negaba (argumento falaz), no le dejaron exponer que el retorno de las actividades administrativas ya es un hecho y a las académicas será gradual; apenas le dieron oportunidad de manifestar que ese día era el primero de clases del trimestre de otoño.
En fin, más que otorgar el derecho de réplica, parece que convocaron al rector a una comparecencia donde, con datos de la encuesta (mal interpretados o descifrados a modo), insistían en que el regreso total a clases presenciales debería ser ya. Se nota que los conductores actuaron por encargo y, al parecer, los ataques a la UAM y a la UNAM anuncian tormentas para las universidades públicas.
La autonomía universitaria está en riesgo. Hasta la palabra misma le causa urticaria al presidente. En varias mañaneras insulta a rectores, los acusa de corruptos, conservadores y neoliberales —claro con sus otros datos—; quiere que se ajusten a sus decires. Les indica que acepten a todos los solicitantes al mismo tiempo que dejen de cobrar cuotas de inscripción y por otros servicios. Sin embargo, en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2022 no les destina fondos para ello, como lo manda la nueva Ley General de Educación Superior.
Hoy, la UNAM y la UAM están en la diana del presidente, mañana seguirán las otras. Pero si algo saben los universitarios es resistir. La autonomía universitaria es mucho más que un símbolo, es una forma de vida académica y conducta institucional. Tiene cientos de miles de defensores.


