Algunas voces independientes, están saliendo de los escombros de las izquierdas que dejó el ascenso de AMLO. Nunca se puede decir que todas las izquierdas sucumben al canto de sirenas de los demagogos. En Venezuela buena parte de las izquierdas de los años sesenta son críticas del chavismo-madurismo, es el caso de Soledad Bravo y de Douglas Bravo y Teodoro Petkof, además de Américo Martín, Fredy Muñoz y junto ellos muchos dirigentes estudiantiles del presente.
En México, el genial monero Magú subió a twitter una silueta de los fanáticos de AMLO: “La izquierda que se alineó con la personalista idea de gobernar de AMLO siempre vivió sufriendo por su orfandad. Antes de entregarse en adopción al Señor del Palacio adoraron a Cuauhtémoc y después al Sub Marcos. Por poco caen en brazos del Doctor Simi”.
En días pasados José Woldenberg lanza un llamado de S:O:S, publicado en El Universal, a sus ex compañeros, donde les pregunta:
“¿De verdad están de acuerdo con que los militares se encarguen no solo de la seguridad nacional sino de construir y administrar aeropuertos, sucursales de Banco, puertos mercantiles, distribuyan vacunas, sean los encargados de frenar a los migrantes (la Guardia Nacional) y hasta vendan boletos para la tramposa rifa del avión?
“¿No les alarma la descalificación sistemática de medios y periodistas críticos a la gestión de gobierno? ¿No les preocupa el poco aprecio que el presidente tiene por la ciencia, la cultura y las artes? ¿No se ruborizaron cuando a mitad de la pandemia sacó una estampita del Sagrado Corazón de Jesús como fórmula para hacerle frente? ¿No se sienten ofendidos cuando se niega reiteradamente a utilizar el cubreboca?
“¿No les lastima que haya dicho que el feminismo, el ecologismo y los derechos humanos no son más que una invención del neoliberalismo? ¿No reaccionarán ante su incapacidad para entender las reivindicaciones de las mujeres? ¿No se les cae la cara de vergüenza cuando se protege a presuntos violadores o acosadores?
“Si una o dos de esas preguntas les generan inquietud no deben darles la espalda. Conozco a muchos que hace apenas unos años de ninguna manera hubieran aceptado lo que sucede. La izquierda se movilizó a favor de la equidad y la democracia. No puede ahora convalidar la edificación de un nuevo autoritarismo empobrecedor”.
Por su parte Marco Rascón, líder de los damnificados del sismo de 1985 y creador del personaje Súper Barrio escribe:
“El populismo no está ligado al socialismo democrático, sino a las visiones autoritarias y centralistas. Surgen apoyándose en regímenes decadentes y en descomposición como el de México y representado por un sistema de partidos enfermos que velan por sí mismos y no por un cambio verdadero.
“El populismo constituye un fraude, un espejismo para los sectores más empobrecidos. Se les pide que inviertan en el caudillo y al llegar al poder, el caudillo, saca pretextos y aplica políticas para sostenerse en el poder, pero no para beneficiar. El populismo es un fraude, aunque tenga y se justifique de que tiene apoyo popular.
“El populismo no puede existir sin inflación. Desorganiza a la sociedad y anula las demandas de cambio estructural a cambio de supuestas medidas espectaculares que se anulan por si mismas, como lo hace la inflación con los aumentos salariales o políticas clientelares que no resuelven ni en lo inmediato no de largo plazo, las condiciones de pobreza. El populismo no apoya a los oprimidos, los deja como pobres crónicos e incapaces de ser parte del desarrollo”.
Es muy importante la manifestación pública de estos tres personajes de las izquierdas, hay muchas más opiniones de militantes que no son públicas. Todas configuran un espectro de posturas que confirman que no hay un pensamiento único pejista en las izquierdas.
Apoyar a esas personas, al divulgar sus opiniones se contribuye a ir formando una corriente independiente entre las izquierdas, ese es un primer paso para construir una opción crítica y con elementos libertarios de unas izquierdas libres de fanatismo.
No es fatal que las izquierdas se sometan al pensamiento único y menos al conjunto de desplantes demagógicos del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por ello, tiene importancia que personas como Magú, Pepe Woldenberg y Marco Rascón sean la punta del iceberg de un fenómeno que deja ver el surgimiento en un sector de las izquierdas crítico, que puede ser la simiente de un proceso de autonomía.
En el pequeño mundo de las izquierdas la mezquindad es un comportamiento habitual. No hay definiciones en torno a programas o a ideas sino a pertenencias de grupos de poder.
Se llega a extremos de inventar a protagonistas e incluso “dirigentes” de movimientos como el del 10 junio de 1971. Donde se suple a la historia real con la fantasía del poder.
La historia no se puede poner al servicio del poder. Los torrentes de la vida de los procesos terminan por poner a cada quien en su lugar.
El predominio de una corriente de las izquierdas, más dogmáticas en el gobierno de AMLO, no es suficiente para borrar la historia real.
Es totalmente válido que existan interpertaciones diferentes de hechos históricos, lo absurdo es inventar la historia.
Las izquierdas de hoy, tienen el reto de asumir una postura definida ante el gobierno de AMLO. Por ello las preguntas de José Woldenberg son muy pertinentes, también lo es la silueta de Magú y las definiciones de Marco Rascón. Todos ellos gente de las izquierdas con una trayectoria anterior al presidente AMLO y su partido Morena.
No todo está perdido. De las cenizas de la demagogia del echeverrismo tardío puede renacer una izquierda libertaria.


