Es fácil, aparentemente, hablar de la ivermectina a toro pasado. Sin embargo, el asunto es másCARACTERES: 2919ampoco lo hay. allamentosz que estamos profundizando en el anuista en Momiendas que le generaron daño a nuestro complicado de lo que aparenta y en realidad no se trata de un “toro pasado”. El problema del COVID-19 está aquí y sus embestidas son muy peligrosas, hasta mortales. El asunto, pues, está vigente y el debate sobre la utilidad o no del fármaco todavía se mantiene en algunos puntos de la geografía mundial.
El COVID es un asunto complejo. En el año 2019 se descubrieron sus siniestras presencias y éstas eran difíciles de entender. Se trata de un virus extraño y la ciencia no podía —en buena medida aún no puede— darnos mayor información.
Lo único claro era el número de contagios y de fallecimientos que, en un momento, se multiplicaron exponencialmente a lo largo y ancho del planeta. La memoria humana que mantiene en registro los tiempos de las pestes hacía recordarnos aquellos eventos y nos anunciaba su repetición en pleno siglo XXI.
El origen del agente patógeno no está claro aún hoy, a más de dos años de distancia. En ese orden, tampoco estaba clara la respuesta que la humanidad debería dar al problema. En lo que sí había coincidencias es en los grados del pánico imperante.
Este ánimo llevó a la desesperación y a las acciones de emergencia sin tomar en cuenta las posibles consecuencias. Es posible pensar hoy en algunas opciones; empero, en los primeros días del año 2020, las mentes, incluso las más brillantes, estaban en clave desesperada. Por eso se explica el uso de múltiples respuestas o, por lo menos, propuestas. Se habló desde el café ingerido en grandes cantidades o de algún aguardiente, hasta el cloro tomado del garrafón.
En ese orden, es explicable que en un momento de pánico, de los gobiernos y de los grandes grupos sociales, se haya recurrido a fármacos de efectos complicados. Un conglomerado de pacientes en trance de asfixia no conforma un escenario como para la reflexión dentro de la ciencia sin tachas. Quien haya visto un caso extremo de COVID-19 seguramente no opinaría lo mismo sobre algunos fármacos que fueron cuestionados y eliminados más tarde. Quien haya visto a un paciente entubado seguramente tiene otras opiniones.
Recordemos que en el año 2020 las vacunas eran solamente una posibilidad. Diversas voces de científicos reconocidos mundialmente abrigaban dudas respecto a la posibilidad de crear un biológico en menos de tres años. Por eso mismo, se explica el porqué de la aplicación de la ivermectina o de otros medicamentos. Sencillamente había una emergencia mundial y era necesario hacerle frente con lo que hubiera a la mano. Vuelvo a recordar el escenario de pacientes en plena asfixia como una situación que requería de decisiones para ese momento.
Por eso mismo, se comprende mejor la apuesta que el gobierno hizo por la vacunación, cuando ya fue posible. El Gobierno mexicano contrató compras del biológico aún cuando éste se encontraba en proceso. El Gobierno mexicano compró las vacunas cuando todavía estaban, eso sí, en una etapa final de experimentación. A ningún gobierno se le ha criticado por eso y menos aún al mexicano.
En 2020 no había ningún fármaco para curar el COVID-19 y hoy en día tampoco lo hay. El virus, como otros que han venido y otros que llegarán, nos tomó desprevenidos. Los virus no tienen palabra de honor y en el pasado se les ha enfrentado, en sus primeras etapas, con lo que hay. Este escenario podrá repetirse en el futuro. Las amenazas están ahí, pero sabemos muy poco sobre ellas. En materia de pandemias no hay “toro pasado”.
@Bonifaz49


