La revocación del mandato es una figura jurídica de la democracia. Consiste en la posibilidad de llamar a cuentas al Poder Ejecutivo y, eventualmente, poner fin a su tiempo de gobierno aun cuando el plazo legal todavía no se cumpla. Esta modalidad de la democracia es frecuente en los gobiernos de corte parlamentario, aunque también existe en los regímenes presidencialistas o semipresidencialistas.

Sólo por mencionar, en el continente latinoamericano, la revocación del mandato está vigente en Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Esa modalidad política tiene, por supuesto, variaciones de un país a otro y su aplicación en la realidad también es distinta. Como se sabe, en los últimos años se ha instaurado en México y el próximo evento de consulta popular, en el mes de abril, será la primera prueba. Por eso mismo es importante.

La discusión sobre la pertinencia o no de la medida sigue en pie. Se sostiene que es cara y que va a generar un escenario de inestabilidad para los futuros presidentes y demás integrantes del gobierno en sus diferentes niveles para el futuro. En realidad, un evento de esta naturaleza siempre tiene un costo económico, pero debemos entender que ninguna democracia va a ser gratuita. En cuanto a la estabilidad de los gobiernos que vienen, la legislación vigente en nuestro país registra, con toda claridad, las previsiones para evitar los excesos.

Lo importante en la consulta de revocación del mandato es su esencia democrática. Es decir, sus aportaciones a la democracia directa y participativa, fortalecen la noción de un gobierno de, por y para la sociedad. Con las posibilidades de revocación, la sociedad tiene un recurso decisivo para exigir eficacia y transparencia a sus gobiernos. Los gobernantes ya no podrán aplicar los recursos del poder de manera discrecional.

Respecto al evento ciudadano de abril próximo, se ha argumentado que es innecesario porque el Presidente Andrés Manuel López Obrador goza de una gran aceptación por parte de la mayoría de los mexicanos. El argumento es válido, pero no es suficiente, porque es necesario medir ese nivel de aceptación y dar elementos al gobierno actual para hacer las adecuaciones políticas pertinentes.

La popularidad del Presidente Andrés Manuel López Obrador es incuestionable, pero es necesario hacer el ejercicio de consulta para que sea un antecedente en el futuro. También es una oportunidad para revisar si las instancias electorales del país pueden cumplir de manera adecuada las disposiciones constitucionales vigentes.

Un gobierno democrático no debe temer a la democracia. Tampoco a los mensajes que la ciudadanía construye en los tiempos en que manifiesta sus valores y preferencias políticas. La democracia ha sido creada para ejercerse y los errores de este sistema de gobierno se corrigen con más democracia. La consulta para la revocación o no del mandato será un ejercicio ciudadano y así debe verse.

Las jornadas de abril seguramente tendrán algunas limitaciones y diversas fallas humanas. Seguramente habrá motivos para el cuestionamiento y, por supuesto, para el desacuerdo. Así es la libertad y así es el aprendizaje social. Convocar a que los mexicanos participen no es tomar partido ni mucho menos. El tomar partido es un asunto de cada ciudadano y la libertad para expresarse es la razón y la esencia de un sistema democrático. Es un tiempo para celebrar este instrumento de los ciudadanos.

@Bonifaz49