La obviedad es la madre de todas las perversiones. Todo indica que el rumbo que seguirá la vida política en el país, después del 10 de abril, será la ruta de la demolición de las pocas, pero significativas estructuras democráticas y la creciente restauración del autoritarismo, con fuertes dosis de presencia militar.
El presidente ha echado a andar toda la fuerza del Estado, de todos y cada uno de sus aparatos, para conseguir el mayor número de participantes en una consulta absurda. Quizá lo hace porque teme una participación tan baja como la de 1 de agosto de 2021, para castigar a los expresidentes, donde solamente asistieron 6 474 708 de ciudadanos, alrededor de un 7.74 del padrón electoral, de los cuales el 97 por ciento voto a favor de juzgar a los expresidentes. Un fracaso rotundo.
Ahora no se cuidan las formas, ni se respetan las leyes (no me vengan con el cuento de la ley). El secretario de gobernación, el jefe de la Guardia Nacional y el presidente de Morena viajan en avión militar para concurrir a mítines de apoyo a la consulta. El país entero está tapizado de carteles, mantas, espectaculares, bardas pintadas con la consigna: Que siga AMLO, no estás solo. Una campaña que supera el estilo priista.
Por todas las vías se presiona a los usuarios de los programas asistenciales, para que acudan a votar y agradezcan al presidente las pensiones para adultos mayores, unos 10 millones, a los jóvenes becarios y del programa de los ninis que suman, en su conjunto, unos 21 millones. A todos esos se pretende presionar para que no se repita el fracaso del 1 de agosto de 2021.
Incluso con toda esa maquinaria se estaría muy lejos de alcanzar el 40 por ciento de los electores, unos 37 millones, para que la consulta tuviera efectos obligatorios o vinculantes, como dicen los abogados.
Una operación de Estado de esta magnitud, no se debe solamente a la egolatría de AMLO, es una estrategia muy calculada para dar golpes mortales a la democracia incipiente que tenemos en el país, producto de varias luchas de distintas generaciones y movimientos.
Por ello la pregunta de Juan Gabriel, pero qué necesidad, si tiene una respuesta: toda esta operación de Estado se hace para dar un vuelco al pasado autoritario, incluso llegando a peores condiciones, por el extraordinario peso de los militares en nuestro presente.
No es casual que el presidente haya anunciado que enviará una iniciativa de reforma para elegir por voto universal, directo y secreto a los integrantes del Consejo General del INE. Para eliminar a los diputados plurinominales, reducir drásticamente el presupuesto electoral, entre otras medidas. Tomadas en su conjunto constituyen un retroceso a la época del control gubernamental de las elecciones. Es decir, a un modelo de falsificación democrática, donde no había elecciones reales. Un modelo que hizo posible el predomino del Estado contra la sociedad. El sistema que hizo posible la dictadura perfecta.
El modelo priista basado en un trípode: control corporativo de la sociedad, presidencialismo imperial y predominio ideológico del estatismo nacionalista.
Ese sistema suponía la inexistencia de organizaciones genuinas de los trabajadores de la ciudad y del campo. La suplantación de las organizaciones de los sectores medios como los estudiantes, los pequeños comerciantes, los intelectuales, los artistas y demás fuerzas, Implicaba, también, el control corporativo de los empresarios obligados a pertenecer a las Cámaras patronales.
Casi un siglo se mantuvo ese modelo.
Ni siquiera los Estados Unidos hicieron nada en contra de ese modelo, porque les garantizaba la llamada paz social, la estabilidad. No les importaba a los gringos la inmensa corrupción, la represión sanguinaria contra los disidentes de izquierda o de derecha, siempre y cuando ese mismo sistema se postrara a las indicaciones de Washington y de los inmensos intereses económicos que tienen dos países vecinos donde las operaciones entre ambos constituyen una parte muy importante en el ámbito comercial.
Para combatir al sistema priista era necesario tener una voluntad a prueba de la persecución, la prisión política e incluso los asesinatos, ajusticiamientos y desapariciones. Todo ello sin contar, prácticamente, con ningún apoyo internacional. México estaba alineado en la guerra fría al bloque occidental y el llamado campo socialista tenía un pacto de colaboración con el sistema priista. Por ello no condenó las matanzas de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 y la de San Cosme el 10 de junio de 1971. Todo lo contrario, entrenó a los jefes de los halcones en sus academias militares. En la guerra sucia cooperó en la aniquilación de los grupos armados y fue cómplice de la barbarie que arrasó pueblos enteros en varias partes del país y que usó los transportes aéreos militares para arrojar al mar a cientos de personas.
La cuestión democrática es un tema de primordial importancia para toda la sociedad y específicamente para los sectores más oprimidos. Son los excluidos, los más desprotegidos en un régimen autoritario. Los derechos humanos no son ninguna invención de los neoliberales sino significan un valladar para detener la arbitrariedad del Estado y sus cuerpos legales o paralegales.
El viejo discurso autoritario y dictatorial de desdén a las libertades y los derechos humanos por la aplicación de una supuesta política popular, condujo al colapso al modelo estalinista que predominó durante más de 70 años en el llamado campo socialista. Millones de víctimas de esas dictaduras sufrieron la estafa criminal que pregonaba la redención del proletariado, ahora se habla de primero los pobres, al mismo tiempo que suprimía sus derechos mínimos a organizarse y luchar en contra de las burocracias.
Luis Llac el compositor y cantante libertario catalán, pedía en una de sus canciones no abaratar los sueños. Haber trocado los ideales libertarios de emancipación, social, política, económica y cultural por el apoyo a un caudillo demagogo, nos tiene al borde de tirar a la basura años de lucha y olvidar los inmensos sacrificios que han costado los espacios democráticos en México.
Es muy triste apoyar a un gobierno claramente antipopular y neoliberal, que ha profundizado la desigualdad, ha militarizado la vida pública y no ha dado resultados en el combate a la violencia y ha convertido a los tribunales y todo el aparato de justicia en un sistema para favorecer a unos cuantos y fomentar venganzas políticas y personales.
Si los planes del gobierno avanzan, no es imposible que ocurran los fenómenos más aberrantes, como incluso la permanencia en la presidencia de AMLO después del 2024.
Lo que parecía una especulación enfermiza de algunos de los críticos de la llamada Cuarta Transformación puede convertirse en una ominosa realidad.
Hay indicios preocupantes del comportamiento presidencial, por su abierta complicidad con delitos cometidos por altos funcionarios de su gobierno a cambio de su conducta servil.
El destape de sus corcholatas, puede sufrir un giro para evitar un enfrentamiento entre sus seguidores y por ello tener como carta relativamente oculta, la continuidad de AMLO en la presidencia.
Para la disidencia libertaria, conformada por un archipiélago de pequeños grupos y movimientos, el desafío es mantener una postura crítica al gobierno de AMLO, sin perder su perfil social opuesto al capitalismo, pero capaz de contribuir a una defensa democrática en la que coincidan con fuerzas derechistas, es el reto de ahora sin tener una mirada doctrinaria, ni sectaria, sabiendo poner en primer plano lo que es necesario y posible en el momento actual.