Cuando hacemos referencia al “Triángulo Dorado” nos viene a la mente un espacio en donde las leyes valen muy poco. Nos viene también a la memoria que, desde hace más de 65 años, aquel lugar se relaciona, con razones o sin ellas, con la producción de estupefacientes, de manera especial con la amapola y la marihuana.

Es decir, estamos ante una situación que se ha ido complicando con el tiempo. Se complicó de esa manera, porque es un territorio en donde sus habitantes tienen pocas oportunidades de conseguir una mejora en sus niveles de vida. Se sumaron el abandono gubernamental, la geografía agreste y las necesidades urgentes en la mayor parte de la población. En esa zona que abarca una porción de los estados de Durango, Sinaloa y Chihuahua, existe una reiterada violencia que no podemos negar y mucho menos dejar de atender.

Ese es un componente del escenario en el que se dieron los incidentes de hace unos días, en que se vieron involucrados los enviados de la prensa que cubrían un evento presidencial. Por supuesto, ese es un hecho delictuoso que los mexicanos lamentamos y que, por lo demás, es digno de una aplicación urgente de las leyes lo que, según sabemos, ya ha comenzado a operarse.

El otro componente es la presencia presidencial en la región. El Presidente fue justamente a atender el problema en sus verdaderas raíces. Fue a hacer entrega de carreteras y a revisar los programas sociales del gobierno federal en ese territorio.

El Presidente AMLO lo ha expresado con claridad y en su propuesta se puede estar de acuerdo o no, pero es muy sencilla y, en mi opinión, es válida. La delincuencia y la inseguridad no es un asunto solamente de jueces, policías, militares o agencias de ministerio público. Esa es solamente una parte de la solución y las soluciones de fuerza son temporales. Si no se combaten a fondo y de manera permanente las causas, los efectos seguirán reproduciéndose y multiplicándose.

El problema creció durante muchos años, pero no es suficiente con enjuiciar políticamente a quienes lo dejaron crecer. Es la hora de las acciones para revertir el rezago social y el Presidente estaba en esa tarea. Desafortunadamente, los puntos críticos del país, debido a las condiciones de vida de la población y algunas complicidades del pasado, son muchos y se hace imperativo darles la atención adecuada. Son varios puntos geográficos en donde la violencia y el delito pueden emerger ante cualquier coyuntura económica o social propicia.

Seguramente, a los habitantes de aquellas subregiones del país no les gusta el nombre de “Triángulo Dorado” para referirse a sus lugares de origen. Es probable que quisieran otros nombres, pero ese cambio se relaciona con la construcción de una vida mas digna: que sea un entorno mejor para la vigencia del derecho y la buena convivencia.

Tal vez, con la atención a los problemas y las desigualdades sociales, ya no sean posibles los retenes de la delincuencia, ni que sean necesarios los puestos armados de las instituciones. Tal vez sea posible, y necesario, cambiar algunos nombres. 

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