MORENA es la 4 T del partido de Estado. De manera obscena operó todo el cúmulo de usos y costumbres de la estructura política de control al estilo del PRI y sus antepasados PNR y PRM. MORENA es efectivamente la Cuarta Transformación, que supera a los más viejos mecanismos de control de los tres nombres del partido de Estado.
El acarreo; el relleno de urnas; los sobornos para llevar a las urnas a personas muy pobres, medrando con su miseria; el uso de los programas asistenciales para forzar a sus usuarios a votar por determinadas candidaturas bajo la amenaza de cancelarles sus pensiones, becas y otras “prestaciones” semejantes; el atraco abierto de las urnas y todas las mañas del viejo modelo de control corporativo o clientelar se emplearon en las elecciones de delegados al congreso y consejeros de MORENA.
Un viaje al pasado fue lo ocurrido el sábado 30 y domingo 31 de julio.
La operación del modelo priista fue tan grotesca que algunos fervientes seguidores de AMLO y de MORENA la han denunciado. Es muy interesante como algunos morenistas han expresado públicamente su repudio a esta gran estafa. No solamente ese repudio se ha manifestado por algunos jefes de los grupos, también activistas procedentes de las izquierdas han calificado con adjetivos muy duros la operación de control, aunque lo hacen bajo la ilusión de considerar a AMLO ajeno esas prácticas e incluso víctima de las mismas.
Pero el presidente ha sido muy directo y ha reivindicado la operación, considerando que se realizó una gran participación democrática sin precedente y con mínimos incidentes.
Los caudillos locales recibieron el beneplácito presidencial.
Para que se produjera esa inmensa maquinaria de control, se requirió la anuencia del presidente López Obrador al comportamiento de los jefes de MORENA.
AMLO ha expresado su reconocimiento a Mario Delgado, a Citlalli Hernández y al resto de los dirigentes nacionales de MORENA.
Los ilusos que pensaban culparlos por las tropelías para eximir a AMLO, han sido desmentidos por el verdadero jefe de MORENA, sin el cual no se mueve una hoja al interior de ese aparato partidista, ni en el conjunto del aparato gubernamental y los aparatos de estado bajo el dominio del presidente, que son los que sustentan una manipulación gigantesca como la ocurrida en las “elecciones internas” de MORENA
No podía ser de otra manera.
El aparato de control basa su poder en la sumisión al caudillo mayor y éste lo requiere para sostener su liderazgo, basado precisamente en esa red de intereses que humillan y medran con la miseria de los miembros de base de MORENA.
La restauración no es solamente, la del aparato de control político, para que la restauración pueda darse con cierta “legitimidad”, es necesaria una “ideología”
El nacionalismo estatista, es la ideología que inspira al presidente López Obrador.
Ante los fracasos en todas las esferas de la vida nacional, el presidente se ha envuelto en la bandera nacional y ha escogido la palabrería de la defensa de la “patria”
La cantidad de lugares comunes en torno a la defensa de la soberanía, para blindarse ante las demandas de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá por violaciones al T-MEC en materia energética, no es algo derivado de una “ocurrencia” del presidente.
Se trata de la savia que nutre su hegemonía. Aunque su política económica sea neoliberal, su discurso ideológico es una calca del de Luis Echeverría.
AMLO es un echeverrista tardío.
La demagogia antiyanqui es un recurso fundamental para motivar y cohesionar a sus seguidores.
Toda la estridencia en torno a su relación con Joe Biden, es la máscara que esconde el verdadero rostro entreguista ante los Estados Unidos. Pero esa máscara nacionalista es la soldadura que genera una épica patriótica.
Mucho ruido y pocas nueces. Sus proclamas antiimperialistas, de defensa de la soberanía y demás demagogia, no modifican su política represora hacia los migrantes.
En la cuestión de la relación con los Estados Unidos, se da algo similar al combate contra la corrupción. Se anuncian supuestas “investigaciones” contra Enrique Peña Nieto y todo queda en pura palabrería. Por supuesto no hay ninguna acción contra los múltiples casos y escándalos de corrupción de sus familiares o integrantes importantes de su gobierno.
Si en esos temas, que fueron la base de su gran victoria electoral en 2018, lo que tiene como necesidad para sostener su apoyo popular, es la ideología nacionalista estatista.
La restauración ideológica del nacionalismo estatista salpicada con sus frases de culto a los pobres y sus arengas contra los fifís y los conservadores, le permiten construir un “discurso” para justificar la lucha en defensa de la 4T, amenazada por esos “traidores a la patria”
Los partidarios de la 4T que fueron marxistas, socialistas, comunistas, maoístas y castristas, son incapaces de argumentar qué políticas, qué reformas, qué procesos de transformación ha realizado el presidente López Obrador. Salvo insistir en que la “derecha” quiere darle un “golpe suave“al presidente y por ello es necesario defenderlo a toda costa, no pueden demostrar la naturaleza popular del gobierno de AMLO.
Es precisamente la restauración del “modelo” estatista nacionalista y el corporativismo el sostén de su hegemonía.
No es algo secundario el tipo de partido amorfo y basado en el control clientelar, para el mecanismo de operación de AMLO. Por ello no le interesa pactar o incluso entregar el control de los órganos de MORENA a los caciques, aunque sean en buena parte recién salidos del PRI.
Esa política es la que aplica también en su relación con los gobernadores y en la promoción de sus candidatos. Por ello ocurre una paradoja, MORENA avasalla y gana la mayoría de las gubernaturas del país, pero con muchos gobernadores que apenas hace poco tiempo eran del PRI.
Restauración del viejo régimen de la llamada dictadura perfecta, es el resultado del gobierno de AMLO, algo totalmente ajeno a una supuesta cuarta trasformación.