Regino Díaz Redondo
Madrid.- Los movimientos separatistas, aun minoritarios, crecen en forma alarmante en España. Ni las experiencias históricas pueden detener a los pequeños grupos xenófobos del País Vasco y Cataluña. No vaya usted a creer que olvido mi responsabilidad periodística cuando hago tal afirmación. Lo que intento es dejar claro lo deplorable y anacrónico que significa tales actitudes en un mundo globalizado que no acaba de conformarse y que bastante tiene con unificar los criterios de 27 naciones europeas.
El Partido Nacionalista Vasco, Bildu (reunir), Aralar (meseta entre Navarra y Guipúzcoa) e la Izquierda Abertzale están a punto de formar una sola institución política para las elecciones de noviembre próximo.
Convergencia i Unió, la Plataforma por Cataluña y algún que otro ente escurridizo e inmaduro podrían reunirse con el mismo fin.
De ocurrir tales cosas está claro el futuro de su participación en el Congreso de los Diputados. Una Cámara de España, del Estado español que gracias a la Constitución de 1978 les ha dado voz y voto para arremeter contra la integridad de todo el territorio. Su propósito es independizarse de España y apoyados en la democracia —la dictadura los tenía bien sujetos— intentan socavar la unidad de nuestro territorio e ir en contra de la mayoría de los españoles —que viven en España— que son la totalidad de las 17 comunidades autónomas y las dos ciudades autonómicas. Por lo menos mientras no se modifique la legislatura vigente.
Dejémonos de paráfrasis, de eufemismos, de rizar el rizo, de matizar una intención bien definida, su deseo es romper la soberanía nacional para formar pequeños países, eso sí, miembros de la Unión Europea.
Las sorpresas que se dan a diario en todas las partes del mundo no sorprenden a nadie. Cualquier cosa puede ocurrir.
El mundo está ciego y tiene la barriga llena. Los gordos de dinero desean conservar su peso. No importa pasar por encima de la lógica, del entendimiento, de la sensatez y de la decencia.
Desde luego que mi intención no es satanizar a los abanderados de tales propósitos. Todos tenemos derecho a defender nuestras ideas. Pero no a utilizar al Estado con el fin de separarse de él en aras de una democracia mal entendida.
Con la llegada al poder del Partido Popular en noviembre (los milagros no existen) habrá señorías de izquierda, de derecha, de ultraderecha, de centro, separatistas y algún que otro energúmeno. Aparte de las medidas conservadoras que se aprueben o de las leyes que abolirá el nuevo gobierno, el panorama se presenta oscuro, sucio y con pocas alternativas.
Quiénes son
Describamos una por una las formaciones políticas a las que me refiero:
Bildu: surgió de la unión de todas las formaciones y organismos que buscan independizarse. Cuando alguien quiere separarse de un todo, independizarse, es porque está esclavizado y sometido a las decisiones del más fuerte.
¿España ordena y manda al País Vasco y Cataluña o son estas dos comunidades las que sacan provecho y concesiones a cambio de apoyar las decisiones del gobierno en turno?
Aralar: la meseta que está entre Navarra y Guipúzcoa y de la que toma su nombre es un ente político cuya finalidad se reduce a alejarse del centro geográfico al que pertenece sin importarle las consecuencias que acarree tal desprendimiento.
Los patriotas o nacionalistas y el grupo Abertzale son más de lo mismo. En democracia todo es válido. Dicen que es el menos malo de los sistemas políticos actuales. Yo diría que es el mejor, el óptimo para que estos señores consigan renegar de muchos vascos que en su momento defendieron el honor de la patria común que es España.
Los habitantes del resto de las comunidades tendrán, no les quepa la menor duda, que rechazar contundentemente a quienes les cuesta trabajo hablar en castellano, hablar en español que es el idioma oficial de esta nación.
Serán los extremeños, andaluces, aragoneses, castellano-manchegos, leoneses, murcianos, canarios, cántabros, asturianos y algunos más, quienes vetarán tales fantasías.
Querer fragmentar a España en estos momentos, o en cualquier otro, no es defender soberanías regionales sino herir un poco más nuestro ya reconocido masoquismo social.
Por otra parte, el Partido Nacionalista Vasco, con Iñigo Urkullu a la cabeza y un Ibarretxe oculto mientras sea necesario, saca provecho del titubeo gubernamental y lo apoya, si obtiene beneficios, por conveniencia. Porque en el fondo busca lo mismo: sacar a Euskadi de las tierras españolas. Quizá sea más reprobable la posición de este partido que la clara manifestación separatista de los otros. Nadar entre dos aguas puede conducir a un naufragio mortal.
Vayamos con Cataluña: Convergencia i Unió se presenta ahora como el conciliador y defensor de la estructura social de nuestro país. Josep Antoni Durán i Lleida, su portavoz en el Congreso, ha empezado a jugar con nuestra estabilidad social. Claramente ha insistido varias veces en adelantar las elecciones ya adelantadas. Y lo repite en todos los foros. Señala que es por el bien de España, que es para tener un gobierno fuerte. Cuán diferente su actitud de hace escasos dos años cuando se trataba de apoyar el estatuto de Cataluña propiciado por el gobierno socialista. Entonces, José Luis Rodríguez Zapatero era un presidente respetable, maduro, visionario. Ahora, es un ser débil, apartado ya del sistema. Un muerto político, un ser que estorba para dar paso al Partido Popular.
¿Y por qué este cambio de punto de vista?
Es evidente que Durán i Lleida desea entrar en coalición con el Partido Popular si éste no consigue la mayoría absoluta.
Y claro, no lo duden, este señor aspira y posiblemente obtenga un ministerio dentro del gobierno de derecha.
Para satisfacción del neoliberalismo europeo (defensores del no hacer), el panorama es promisorio. Se acabaron los gobiernos socialistas. El último en Noruega acaba de sufrir un ataque de un loco que se ha convertido en ejemplo para los ultras que siguen escondidos pero que están a punto de emerger.
Inservibles ideologías
Las ideologías, la justicia y la igualdad están hechas pedazos. Inservibles. Quienes las defienden son mal vistos, apartados de la sociedad, considerados como parias. Los golpes de pecho en la falsa sacristía abundan. Ahora se oyen gritos viscerales, renace la plutocracia y escasea la honestidad.
Nuestra casa va a convertirse en albergue de crápulas y ambiciosos. Por lo visto, es algo congénito. Nuestras glorias y valores eternos que dieron a este país posiciones de vanguardia en la historia del mundo quieren taparse con manos sucias y decisiones arbitrarias y oscuras.
Poco tiempo pasará antes de que se confirme parte de lo que apuntamos. Vendrán tiempos frescos pero antes el diluvio grosero y patético se llevará a muchos por delante.