Elmore Leonard (Nueva Orleans, 11 de octubre de 1925 – Detroit, 20 de agosto de 2013) transitó de manera natural de la literatura del oeste a la policiaca. La mayoría de sus historias fueron llevadas al cine con guiones adaptados por él mismo. De su novela Pronto (ediciones B, 1997), traducida por Alberto Coscarelli, trasncribo las primeras líneas.

“Una noche, hacia finales de octubre, Harry Arno le dijo a la mujer con la que mantenía relaciones en los últimos años:

—He tomado una decisión. Te diré una cosa que nunca le he dicho a nadie en toda mi vida.

—¿Te refieres a algo que hiciste cuando estabas en la guerra?

Esto le frenó.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Cuándo estabas en Italia y mataste al desertor?

Harry se quedó mirándola sin decir nada.

—Ya me lo contaste.

—Venga. ¿Cuándo?

—Estabamos tomando unas copas en la terraza de Cardozo, poco después de que volviéramos a salir juntos. Lo dijiste de la misma manera que ahora, como si fueras a contarme un secreto. Por eso lo sé, sólo que no recuerdo que dijeras nada sobre una decisión.

Ahora estaba confuso.

—Por aquel entonces no bebía, ¿verdad?

—Ya hacía tiempo que no bebías —Joyce hizo una pausa y añadió–: Espera un momento, ¿sabes qué? Aquélla fue la segunda vez que me contaste que habías matado al tipo. En Pisa, ¿no es así? Me mostraste la foto donde aparecías sosteniendo la torre inclinada.

—No fue en Pisa —dijo Harry—. No fue allí donde maté al tipo.

—No, pero por allí.

—¿Estás segura de que te lo conté dos veces?

—La primera vez fue cuando trabajaba en el club y salimos en un par de ocasiones. Entonces todavía bebías.

—Eso fue hace unos seis o siete años.

—Me disgusta decirlo Harry, pero son diez. Lo sé porque tenía casi treinta cuando dejé de bailar.

Harry dijo “caray”, pensando que debía ser verdad, si Joyce rondaba ahora los cuarenta. Recordó su piel blanca alumbrada por el reflector, el pelo oscuro y la piel como la nieve, la única bailarina en topless que había visto llevar gafas mientras actuaba; nada de lentillas, gafas de verdad con montura negra. Para su edad Joyce se conservaba muy bien. El tiempo pasaba tan rápido. Harry había cumplido los sesenta y seis hacía dos semanas, tenía la misma edad que Paul Newman.

—¿Me oíste alguna vez decírselo a alguien más?

—No lo creo —dijo Joyce, que añadió de inmediato—: Si la quieres contar otra vez, fantástico. Es una historia maravillosa.

—No. Está bien —contestó Harry.

Estaban en el apartamento de Harry en el Della Robbia, en Ocean Drive, escuchando a Frank Sinatra y Nelson Riddle que interpretaba I’ve got you under my skin. Harry hablaba en voz baja. Joyce se mostraba distraída. Harry estaba decidido a contarle lo ocurrido en aquella época en Italia cuarenta y siete años atrás y a preguntarle después —esa era la decisión que había tomado— si ella quería ir allí con él a finales de enero. En cuantom terminara el torneo del Super Bowl.

Pero ahora no estaba seguro de querer llevarla.

Porque desde que había conocido a Joyce Patton —Joy, cuando era bailarina en topless— siempre se había preguntado si no podía haber encontrado algo mejor.

 

Novedades en la mesa

Entre novela y memorias, Desde dentro (Anagrama, 2022) de Martín Amis.