El pasado lunes 2 de enero un techo de cristal que parecía irrompible finalmente lo hizo, Norma Lucía Piña Hernández fue electa Ministra Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Es innegable que leer o pronunciar estas palabras es poderoso en si mismo.
Tuvieron que pasar casi 200 años, para que esto ocurriera; y no es solo el transcurso del tiempo lo qué hay que destacar, sino también la falta de representación en la SCJN, pues al día de hoy solamente 14 mujeres han sido ministras, y con la llegada de la primera mujer en 1961, la Ministra María Cristina Salmorán de Tamayo, se dijo burlonamente, que la Corte se iba a volver de corte y confección.
Esta anécdota además se repite prácticamente al infinito como si fuera algo digno de ser recordado. Así que, cómo no emocionarse, si después de este largo camino recorrido, una mujer, una maestra normalista, una jurista, una ministra como Norma Piña hace historia y se convierte en la primera mujer en presidir la SCJN y el Consejo de la Judicatura Federal (CJF).
Sin duda un hecho histórico para la SCJN y para el CJF, pero también para el país y para la representación de las mujeres. Así lo reconoció en su primer discurso como Presidenta de la SCJN la propia ministra Piña: “…al ser la primera mujer que preside este Máximo Tribunal, represento también a las mujeres, a nuestro nombre les agradezco la congruencia a mis compañeras y compañeros, reconozco la importantísima determinación de la mayoría de este Tribunal Pleno, de romper lo que parecía, un inaccesible techo de cristal, me siento acompañada, respalda, acuerpada por todas ellas, por todas nosotras. Me siento muy fuerte porque sé que estamos todas aquí, nos colocamos por primera vez al centro de la herradura de este Tribunal Pleno demostrando y demostrándonos que sí podemos”. Siendo la herradura evidentemente una alegoría del salón de pleno de la SCJN.
Como abogada me siento sumamente emocionada y celebro que una gran ministra, una gran jurista, una gran abogada y una mucho mejor persona sea la primera Presidenta de la SCJN. No se trata de una mujer que como producto de sus relaciones u oficios políticos haya llegado a la Corte, ni de una mujer que pretenda colgarse de la bandera de género para avanzar en sus agendas personales, se trata de la Motomami, la ministra que nos ha brindado sonrisas y sacado lágrimas de emoción a través de sus posicionamientos en casos tan trascendentes como el del aborto. Aquella a la cual se le han hecho stickers, la ministra que las feministas adoran (adoramos), cuyas resoluciones y posicionamientos son paradigmáticos.
Es una ministra que además conoce las entrañas del poder judicial, pues su carrera la ha hecho desde ahí, donde empezó su carrera en 1988. Es formalista (por el gran conocimiento técnico que tiene) pero a la vez progresista (garantista) en los temas que a las personas más importan, los de derechos humanos. Siempre ha votado por proteger nuestros derechos, y para conocer sus ideas, basta con revisar sus sentencias y votos. Por ejemplo, en el tema del aborto ha sido enfática en la necesidad de garantizar a las mujeres y personas gestantes nuestro derecho a decidir; al respecto, como olvidar su poderosa intervención a propósito de la inconstitucionalidad del Código Penal de Coahuila, cuando dijo: “cuando se trata de violación, permiten el aborto, en cambio, cuando es libre, no lo permite. ¿A qué voy? Cuando tiene carácter de víctima no lo limitan, en cambio, cuando otorga consentimiento no le permiten abortar en ningún tiempo. Entonces, la norma lo que castiga es la conducta sexual de leña mujer, lo que a mi juicio también la hace inconstitucional.” Ha defendido los derechos reproductivos de las mujeres, los derechos ambientales y se muestra inflexible frente a la violencia de género.
Después de esta histórica elección en la SCJN, recuerdo la lectura de la entrevista publicada por el diario “El País” México el 11 de noviembre de 2022: Norma Piña: “Quiero ser la primera mujer presidenta de la Suprema Corte”. Y me permito referirme a dicha entrevista toda vez que recuerdo que al haberla leído me llamó la atención no sólo por el encabezado, sino por lo que ella dijo: “quiero ser la primera mujer presidenta de la Suprema Corte. Y, si los ministros son congruentes con las resoluciones que han aprobado, deberían votar por una mujer”.
Sus palabras me parecieron valientes y disruptivas, considerando la mesura y prudencia que la caracteriza, pues ella es ante todo una jurista discreta; pero lo cierto es que solo una mujer como ella, una profesionista, una juzgadora del tamaño y cualidades de la Ministra Piña, las podría haber pronunciado. Recordar esta entrevista es relevante pues refleja que la Ministra se sentía desde entonces segura de sus credenciales y cualidades para ocupar la silla al centro de la herradura, al tiempo que fundadamente exigía congruencia a sus pares para romper el techo de cristal en la presidencia de la SCJN. Esa entrevista parecía pues un presagio auto invocado, pues se publicó en la recta final por la carrera de la sucesión presidencial al interior del Poder Judicial Federal y al cierre de la presidencia del Ministro Zaldívar, de cara a la hoy ya histórica sesión del pasado 2 de enero.
Hoy me puedo imaginar su retrato en la Galería de Presidentes y la potencia de esa imagen me inspira para hacer hasta lo imposible para impulsar siempre a que más y mejores mujeres lleguen a ocupar espacios en cualquier lugar donde se estén tomando decisiones, dentro y fuera del poder judicial. La llegada de la Ministra Piña al centro de la herradura es sin duda una noticia que vale la pena celebrar. Se trata de una ministra caracterizada por la prudencia y la institucionalidad y estas notas de su personalidad, seguramente caracterizaran su presidencia.
Así lo plantea en su plan de trabajo, donde señala como eje rector y fundamento de su proyecto que la función principal de la presidenta o Presidente es la representación y administración de ambos cuerpos colegiados, de suerte que su propuesta central se basa en la consolidación de las mayorías y en ceder a la imposición de su visión personal. La Ministra Piña hizo especial énfasis en el tema de la independencia judicial como columna vertebral de la encomienda constitucional de las y los ministros, y en la autonomía de las personas juzgadoras, de la mano de la necesidad de garantizar a estas su vida y su seguridad desde la presidencia del CJF. De la misma manera es de destacar la forma en la que incorpora en su plan de trabajo la perspectiva de género, pues lo hace de manera transversal. Y señala incluso la necesidad de fortalecer la unidad de género.
La SCJN sin duda tiene muchos temas pendientes por resolver, algunos más polémicos que otros, pero todos igualmente trascendentes para la vida misma de nuestro país y para el orden constitucional. Sin embargo, hoy debemos celebrar, pues la SCJN no sólo tiene ya por primera vez una Ministra Presidenta, sino que ha designado como cabeza del Poder Judicial a una jueza constitucional técnicamente impecable, discreta, mesurada, pro derechos y políticamente imparcial.
Enhorabuena a las y los ministros por esta decisión. Y que quede claro, se celebra que se rompa el techo de cristal después de 200 años, pero la Ministra Piña no llegó a la Presidencia de la SCJN y del CJF por una cuestión de género; sino que lo hizo por su gran capacidad y conocimiento jurídico. Y tampoco esta ahí por apoyo del titular del ejecutivo o de la oposición, está ahí porque así lo decidieron sus pares, y con ello se garantiza además la división de poderes al tiempo que la autonomía e independencia del Poder Judicial Federal se hace evidente. Los méritos por los que llega la Ministra Piña a la presidencia son sobrados y son solo de ella.
En suma, felicidades a la SCJN por la elección de Norma Piña como presidenta para el periodo 2023- 2026, una ministra que ha probado su profesionalismo e independencia. Pero sobretodo, ¡felicidades Ministra Presidenta Norma Lucia Piña Hernández, Motomami, es usted una inspiración para las abogadas y para las mujeres en este país! A nosotras nos toca seguir removiendo pisos resbaladizos y derribando techos de cristal, para que las que vienen detrás tengan un México más justo, menos violento y donde la igualdad sustantiva sea una realidad.
Como corolario, que no se nos olvide que en el caso de la Ministra Esquivel hay que llegar hasta las últimas consecuencias pues si plagió o compró la tesis, es evidente que no puede seguir en la SCJN.