Las trampas de las leyes, hechas por la partidocracia para impedir ventajas a los partidos oficiales, se hicieron trizas. Por cierto, todas ellas promovidas por AMLO.

La esquizofrenia prevalece en el comportamiento cotidiano de los partidos, el presidente, los candidatos y la hipocresía de los medios.

López Obrador adelantó la sucesión presidencial hace varios meses, cuando “destapó a sus corcholatas. Pero los tiempos “legales” y formales tienen otros ritmos.

Estamos ante el absurdo de una campaña negada por las corcholatas, gastando millones de pesos en espectaculares, bardas, acarreados a mítines en todo el país, compra de pautas en Facebook y otras redes, spots en radio y televisión, traslados de cientos y miles de personas en autobuses, aviones y pago a “periodistas” de las peores mañas de la era del chayote.

Esa campaña no existe en la formalidad, no se puede decir que hay candidatos compitiendo para ser candidatos de MORENA y sus franquicias, esa delirante conducta ha llegado a límites de comedia barata.

Ante ese “madruguete” del presidente y sus corcholatas, el bloque opositor, ahora denominado Frente Amplio, nombre inventado por Guillermo Sheridan, ha tenido que elaborar “unas reglas” muy enredadas, creando Comités que duraron horas y exhibieron a sus inventores.

Mientras esas pantomimas se ponen en evidencia, se ha dado el fenómeno Xóchitl.

Es un elemento que surgió de manera inesperada.

Es interesante que se haya producido un acuerdo entre los partidos, dueños de los registros y únicos con facultades “legales” para postular candidatos y los que se ostentan como representantes de la “sociedad civil” en donde figuran ex funcionarios electorales y representantes de partidos que brincan de uno a otro partido y a la “sociedad civil” después de haber ocupado altos cargos en los gobiernos.

Conseguir un acuerdo entre partidos y “sociedad civil, es en sí mismo un gran logro, fallaron los agoreros que decían que eso era imposible.

Haber aceptado un proceso que incluye la realización de una especie de “primarias”, fue un “quita pon”, para seguir con el lenguaje “corcholatero”.

Ese “quita pon “hizo posible el lanzamiento de Xóchitl Gálvez.

De pronto se acomodaron las fichas de tal manera que surgió una auténtica figura con la “genética” semejante al peje. Una mujer de raíces otomí o ñañú, que tuvo una infancia y buena parte de la adolescencia en la pobreza.

Xóchitl Gálvez es kryptonita pura para el peje.

El discurso o narrativa del pejismo como portador único de los “pobres” se vino abajo de un momento a otro.

Un proceso aburrido, donde lo único posible era esperar el dedazo del peje, se está convirtiendo en el riesgo de una posible derrota de MORENA.

El presidente está desesperado y descompuesto, ha salido abiertamente a dirigir la campaña. Sin rubor alguno la “mañanera” es la poderosa plataforma de propaganda de la campaña electoral adelantada.

Las especulaciones en torno al “destape” están, por ahora, desplazadas a segundo término.

Xóchitl se adueñó del escenario y ha conseguido lo que parecía imposible “arrebatarle la agenda” al peje.

El vuelco producido por el “fenómeno” Xóchitl, rompe todos los esquemas basados en los “análisis” de la fe ortodoxa de un “marxismo” facturado por El Fisgón, quien enseñó el cobre con sus anatemas racistas y machistas contra Xóchitl, ahora nos acaba de descubrir que “la mayoría de los mexicanos somos mestizos.

Su ira es patética, sus cartones tienen un sabor al estilo de Goebbels, los propagandistas de un gobierno aliado y subordinado a los grandes capitales, los militares, los gringos y con “pactos” con los narcos, a los que les pide el presidente que sus “abuelas los regañen” para que abandonen el camino del mal, quiere presentar a Xóchitl como marioneta de la “oligarquía”.

Cada vez más mucha gente ha descubierto que el rey va desnudo.

Vamos a ver de qué cuero salen más correas.

El malabarismo demagógico del gobierno está haciendo agua.

En los hechos AMLO ya sabe que no tiene ningún logro y su legado es una ruta llena de fracasos y destrucción de instituciones que se fueron creando en un largo y sinuoso camino.

Xóchitl Gálvez tiene el desafío de atraer a los electores populares decepcionados del gobierno de la 4T.

Eso será posible si asume encabezar algunas reformas sociales que reduzcan la inmensa desigualdad.