Como en la canción de los años sesenta del rock en español, es hora de preguntarme sí voy bien o me regreso, en la oposición a un fenómeno esencialmente reaccionario como lo han sido las políticas de la Cuarta Transformación. No tengo datos para cambiar a Pepsi y sumarme a la hegemonía de esa coalición antidemocrática y extraordinaria defensora de los intereses del gran capital.

El entusiasmo por AMLO, la Cuarta Transformación e incluso por Claudia Sheinbaum de muchos militantes de partidos, corrientes y grupos marxistas, plantea la cuestión de sí los que no los apoyamos, deberíamos revisar esa posición y sumarnos a la primera revolución política pacífica.

Antiguos radicales, que combatían a los reformistas promotores de la lucha democrática e incluso de los derechos electorales para el Partido Comunista Mexicano, el Partido Mexicano de los Trabajadores, el Partido Socialista de los Trabajadores y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (Trotsquista), han dado un viraje inexplicable.

Uno de los logros de AMLO fue entre 2018 y 2022, el porcentaje de la población en situación de pobreza multidimensional a nivel nacional pasó de 41.9 por ciento a 36.3 por ciento, lo que representó un cambio de 51.9 a 46.8 millones de personas en situación de pobreza a nivel nacional.

La cifra misma de reducción de la pobreza extrema debe relativizarse, dado que entre 40 y 50 por ciento de la población perdió toda atención de salud. Se retrocedió cuatro años en la promesa de vida y durante el sexenio de AMLO hubo un millón de muertos, una auténtica catástrofe.

Uno de los sellos de la Cuarta Transformación, tanto con AMLO como con la presidenta es la militarización. En cualquier parte del mundo y en cualquier época esa es una característica de los gobiernos de derecha.

La persecución a los migrantes, que ha cobrado varias decenas de víctimas, resultado de la sumisión a los gobiernos de Estados Unidos, especialmente a Donald Trump, es abiertamente una política derechista y de sumisión, que anula toda la demagogia nacionalista de la 4T.

La política económica ha sido con AMLO y seguirá siendo con la presidenta Claudia, de corte neoliberal: recorte de programas e instituciones que implicaron centenares de miles de despidos de trabajadores del Estado, mayoritariamente de ingresos medios o bajos. adelgazar el estado es una de las claves del neoliberalismo. También lo es. La llamada austeridad.

AMLO se negó a realizar una reforma fiscal de carácter progresivo, por cierto, una de las banderas de la maestra Ifigenia Martínez a lo largo de muchas décadas, incluso cuando fue militante del PRI y alta funcionaria de los gobiernos priistas. La presidenta ha reiterado que no se realizará ninguna reforma fiscal.

NO HAY NI HABRÁ NIGÚN CAMBIO MÍNIMO DE CONTENIDO SOCIAL. Los que vienen de partidos y grupos revolucionarios, están embelesados con el poder.  No les importa la ausencia de reformas o cambios reales, se conforman con un discurso incoherente y lleno de mentiras. Tienen un núcleo común con AMLO y los priistas y panistas gobernantes de la 4T, su desprecio por la que llaman democracia burguesa, eso quizá explica su apoyo a las políticas de anulación de las instituciones republicanas de nuestra incipiente democracia.  En eso son genuinos, apoyan un cambio de régimen para instalar uno de tipo totalitario.

Es pura demagogia definir a la llamada Cuarta Transformación como una revolución política pacífica.

La política de subsidios directos y personales a los viejos de la tercera edad, a los jóvenes construyendo futuro, las becas, no tienen nada de programas sociales, son en realidad limosnerismo como las denominó Manuel Aguilera Gómez en su último libro RAICES ESTRUCTURALES DE LA DESIGUALDAD EN MEXICO, AGUILERA GOMEZ, MANUEL; RIVA PALACIO GUERRERO, FELIPE, publicado en 2018, y presentado en la FIL de la UNAM en marzo 2020, pocos días antes de la pandemia.

Todo lo anterior, sin embargo, no puede justificar una fraseología de un marxismo dogmático como el que  se usa en un volante distribuido en la manifestación del 2 de octubre de 2024: “En el fragor de esta contienda  las fracciones  de  la clase explotadora dominante mexicana, con la supervisión del imperio estadunidense, con la designación de Claudia Sheinbaum  como presidente y con la reforma al poder judicial se han unificado, dejando aislado al grupo neoliberal, llamado “extrema derecha”, para continuar la entrega de nuestro país a Estados Unidos…”

Existe para algunos que venimos de largo camino de luchas democráticas una situación muy absurda: la hegemonía de la 4T basada en el engaño y estafa a millones, con un discurso demagógico de aparente izquierda o la regresión a una visión dogmática, por vocación marginal en la que se encuentran muchos militantes de varias décadas, como los que usan el lenguaje del volante antes mencionado. Esa disyuntiva es falsa y solamente favorece a las tendencias más reaccionarias, que tienen expresión en la oposición oficial, que se manifiesta a través de las franquicias del PAN y del PRI.

Considero que existe otro camino que retome las propuestas democráticas que consiguieron movilizar a cientos de miles en las recientes seis décadas. Gracias a las cuales se conquistaron espacios democráticos que hoy están en riesgo.