La reconstrucción de las zonas afectadas por los huracanes Otis y John en Guerrero, requieren de una estrategia de desarrollo urbano que reconozca la nueva condición de vulnerabilidad ante fenómenos naturales más que una derrama de recursos, despensas y enseres a damnificados los cuales solo mitigan el daño y eternizan los destrozos además de incrementar las tensiones sociales.

A diferencia del meteoro Otis que devastó a Acapulco, John ocasionó destrozos e inundaciones severos en más de 29 municipios de las regiones Acapulco, Centro, Costa Chica, Costa Grande, La Montaña, Tierra Caliente y Sierra.

Por número de afectados y por importancia económica, Acapulco concentra la derrama de apoyos, no obstante el factor común es la pobreza y la anarquía en los asentamientos humanos invadiendo cuencas hidrológicas, canales, zonas de humedales, lagos y lagunas, por tanto, la catástrofe era cuestión de tiempo.

Las medidas apoyo anunciadas por los tres niveles de gobierno, son soluciones limitadas ante un problema que tiene dimensiones muy distintas a las de una afectación ocasional por huracanes o por cualquier otro fenómeno natural. No se reconoce la nueva vulnerabilidad de Guerrero.

La entidad está afectada por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación ambiental que desde hace décadas ocurren en el planeta. Pero también contribuye a generar problemas de índole social y económica.

La importancia de Acapulco no solo radica en que es el municipio y la ciudad más poblada de la entidad, también es la demarcación en la cual descansa la base de la economía estatal. De acuerdo con la cuantificación de los daños ocasionados por el huracán John, más 127 mil personas y 39 mil viviendas además de un centenar de negocios, en su mayoría restaurantes  o fondas en la franja de playa. Las inundaciones y deslizamientos de laderas se registraron en 39 colonias de la parte urbana y 18 localidades rurales del municipio.

En contraste en el resto de los 28 municipios hubo 108 mil 792 personas que sufrieron pérdidas y 27 mil 198 localidades en las cuales se registraron inundaciones, y viviendas dañadas.

El gobierno federal anunció que se entregarían, con base en un censo, apoyos económicos para la limpieza y posteriormente apoyos para la restauración de enseres y daños estructurales a las viviendas.

También se mencionó  la reubicación de algunas colonias en Acapulco, no se precisó el número pero se habló de que las se encuentran en la zona aledaña al Aeropuerto Internacional Juan N. Álvarez, lo cual solo resuelve una mínima parte del problema.

Acapulco tiene una alta vulnerabilidad social ante cualquier huracán. En la ciudad existen 104 zonas de alto riesgo hidrológico y 108 de riesgo, pero además el 32.3 por ciento de los hogares fueron construidos con mala calidad de materiales y casi un 7 por ciento carece de los servicios estratégicos.

El historial de lluvias en la ciudad permite concluir que cada 1.3 años una depresión tropical le impacta. Pero los datos mencionados, contenidos en  el Atlas de Riesgo Municipal versión 2021, ya no son válidos como proyectar pronósticos o medidas de precaución.

Alejandro Jaramillo, investigador titular en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM advirtió que Acapulco y las dos costas de Guerrero, “constituyen una región ciclogénica, en la que se combinan varios factores que favorecen tanto la formación como la intensificación de estos sistemas. Al contar con los mecanismos y condiciones necesarios para la creación y fortalecimiento, aumenta la probabilidad de que impacten en tierra.”

“…son, como ‘un nido’ donde se originan muchos sistemas que se terminan convirtiendo en ciclones tropicales. Tenemos ahí la Zona de Convergencia Intertropical, y a ésta a veces llegan perturbaciones, como ondas tropicales, que interactúan y generan el desarrollo de un evento que se podría terminar convirtiendo en un ciclón tropical” agregó el especialista.

Otro reto significativo para la reconstrucción de Acapulco es una patología social que viene escalando y en determinado momento llegaría a ser un factor de inestabilidad política. Aunque en esta ocasión las despensas fueron de menor dimensión a las Otis y con entregadas de manera muy focalizada, resurgieron los caza-despensas. En el Gimnasio de Ciudad Renacimiento se volvió a ver una fila de personas que pernoctaron para recibirlas y otros que controlaron los lugares en la formación a cambio de un pago.

También hubo caza comedores, personas que sin necesitar la comida preparada,  deambulaban en la ciudad para formarse en donde se estuvieran repartiendo alimentos. La realización de movilizaciones y bloqueos también sufre distorsiones. Hay profesionales de la protesta que utilizan a damnificados y piden un porcentaje del apoyo que pudiera lograrse. A pesar de que los líderes acuden embozados, en algunos casos se les puede distinguir sin embargo, las autoridades argumentan el derecho ciudadano a la protesta y no se procede contra ellos.

Las marchas y bloqueos han sido para exigir la inclusión en el censo, aun cuando muchas de los participantes no registraron daños severos. “todos necesitamos del apoyo económico para la limpieza de nuestras casas” ha sido el argumento.

La reubicación de colonias también se ha vuelto otra causa y los presupuestos de los tres niveles de gobierno son la gran limitante para la realización. En realidad la zona colapsada, supera las 15 colonias, pues abarca desde el Aeropuerto Internacional, hasta Llano Largo y del Boulevard de las Naciones, Puerto Marqués y Cayaco.

Además las Unidades habitacionales Rinconada, Marquesa, Marquesita, Gaviotas, Garzas Cecsa 2, Villas Paraíso 2, entre otras,  que tendrían que declararse como inhabitables, como ocurrió en el caso de Campestre de la Laguna y Cantaluna pero tras la inundación de Ingrid y Manuel, pero al no ser demolidas, las casas fueron invadidas y hoy exigen ser tratados como damnificados. Algunos de ellos tienen departamentos en otras unidades o bien volvieron a ocuparlas.

En general, Guerrero reclama un replanteamiento muy serio sobre los asentamientos humanos presentes y futuros, las actividades económicas sustentables y las conductas sociales ante las amenazas de fenómenos climáticos.