En este texto no voy a hablar del castrismo, en los términos que escribió Regis Debray en su libro El castrismo: la larga marcha en América, a finales de los años 60, poco antes de su incorporación a la guerrilla, con Ernesto el Che Guevara.
Voy a hablar más bien, de la influencia que tiene en la actualidad el castrismo en la 4 T. La conducta del gobierno de Claudia Sheinbaum ante la toma de posesión de Nicolás Maduro apadrinado por los dictadores Daniel Ortega y Miguel Díaz Canel, exhibe la verdadera naturaleza autoritaria e incluso totalitaria del régimen que pretende imponer la 4T, que se expresó en el Plan C.
Curiosamente los mismos que veneran al castrismo, usan el término estalinismo de manera despectiva, no asumen que ambos “modelos” de socialismo y de régimen político son esencialmente iguales.
El castrismo sigue cautivando a las izquierdas mexicanas, tanto a las que gobiernan e incluso a buena parte de sus críticos, entre ellos algunas corrientes trotsquistas.
En la mañanera del pueblo del 15 de enero, sin venir a cuento, la presidenta Sheinbaum dijo que “nos da mucho gusto que el presidente Biden haya retirado a Cuba de la lista de países que promueven el terrorismo a nivel mundial”. Nadie con cinco dedos de frente y dignidad, podría estar en desacuerdo con ella, lo que vale la pena considerar es cuál es la causa para referirse a ese asunto, fuera de contexto de lo abordado en la mañanera.
Esa es la cuestión que considero conveniente resaltar.
Claudia Sheinbaum no procede de la izquierda de la revolución mexicana, como AMLO, Cuauhtémoc Cárdenas y un alto porcentaje de MORENA y la 4T, su genética es de la izquierda independiente. De manera más precisa de una tendencia muy cercana al castrismo, PUNTO CRÍTICO, cuyo principal dirigente fue Raúl Álvarez Garín, reconocido por la presidenta como su mentor político (Claudia Sheinbaum: Presidenta. Una historia contada por Arturo Cano, Grijalbo, México 2024, página 13), además ella estuvo en Convergencia Comunista 7 de enero, grupo disidente del anterior, cuyo líder principal fue Salvador Martínez della Rocca, El Pino, citado en el mismo libro en la página 25.
Aludir a esa genética política, no tiene que ver con una condena sus ideales y a su militancia, a la que tiene total derecho, pero si ayuda a entender su actitud ante las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
El castrismo es una corriente histórica del socialismo que fracasó por traicionar los principios originales de la Revolución cubana, que condujeron a la isla a su crítica situación actual, donde en los recientes años han abandonado el país cientos de miles de personas huyendo de la miseria y de la represión.
El castrismo tuvo una larga luna de miel con el Estado mexicano, sobre todo con el estatismo nacionalista de la era de Luis Echeverría al punto que el gobierno de Fidel Castro se negó a condenar la masacre de Tlatelolco.
No es aberrante esa postura del comandante, dado que el gobierno mexicano mantuvo relaciones diplomáticas con su régimen a pesar de la conducta en su contra promovida por casi todos los gobiernos de los Estados Unidos, con la excepción de Obama.
Aunque esa política ante el régimen castrista, de los gobernantes mexicanos priistas, tenía muchas dosis esquizofrénicas, como el haber dado el argumento en la reunión de Punta del Este, Uruguay, para expulsar a Cuba de la OEA al decir que era “incompatible con el sistema interamericano”, al mismo tiempo que se abstenía en la votación, lo que ha sido y sigue siendo considerado por los castristas mexicano, como un ejemplo de la “dignidad de la política exterior” de México, esa relación evitó que el comandante impulsara los grupos armados en México, lo cual ahorro millares de vidas de jóvenes que adoraban a Fidel Castro.
El tema de fondo es hoy, en el segundo cuarto del Siglo XXI, el castrismo y sus aliados son inspiración de los crecientes actos destructivos de las instituciones incipientemente democráticas.
No es coherente seguir admirando al castrismo y luchar contra las sistemáticas políticas represivas de los gobiernos de la 4T.
Los partidarios de la libertad en México, deben combatir a las dictaduras castrista en CUBA, NICARAGUA Y VENEZUELA, para romper con la seducción que ejerce en el gobierno del segundo piso de la 4T.