Precisamente cuando hay una quiebra moral del régimen autoritario, denominado Cuarta Transformación, debido a que sus “principios”  No mentir,  No robar, No Traicionar al Pueblo, se derrumbaron con los casos del Huachicol Marino de casi un Billón de pesos; el Cártel la Barredora encabezado por el ex Secretario de Seguridad Pública  Hernán Bermúdez Requena designado por Adán Augusto López detenido en Paraguay y trasladado al penal del Altiplano de máxima Seguridad en el Estado de México, hecho que según la presidenta Claudia Sheinbaum demuestra que “no somos iguales”, aunque sea evidente que se  pretende  proteger a Adán Augusto López, dicen algunos que por órdenes de AMLO, para castigar a los peones y dejar impunes a los alfiles, la Reyna y evitar el jaque al Rey; esos dos casos de corrupción son  contundentes:  el primer y segundo piso de la Cuarta Transformación superan la corrupción del llamado PRIAN, justamente ahora se realiza una intensa e inmensa campaña de Estado para exonerar al ejército de  la matanza de Tlatelolco.

Hace 7 años, publiqué mi libro Adiós al 68, en donde escribí un capítulo titulado La violencia existió en el 68, no conviene negarlo, ahí escribí “es imposible negar que la violencia se utilizó (por parte del movimiento) para resistir la represión del Estado, sobre todo las batallas en el centro Histórico entre el 26 y el 30 de julio, que culminaron con el asalto a la Preparatoria 1 por las tropas del ejército con el célebre y triste bazucazo”.

Hay una campaña en TIK TOK que divulga parte de una entrevista que me hicieron en 2018, por el 50 aniversario del movimiento y la publicación de mi libro, antes mencionado, el propósito es “demostrar” que la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco fue por los disparos “de francotiradores hechos hacia abajo, a la plaza contra los soldados”. Eso es completamente falso, como se puede ver en el documento que anexo, donde el jefe del SEMEFO le reporta al Procurador del entonces DF, de 24 cadáveres hay solamente 2 con disparos de arriba hacia abajo y 22 de manera horizontal”.

Este documento desbarata toda la “teoría” del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, que ahora repite la presidenta Claudia Sheinbaum, en el sentido de convertir a las víctimas en victimarios, es decir a los estudiantes y ciudadanos muertos, y afirmar que el ejército fue “inocente” porque es pueblo uniformado y en todo caso acató órdenes del presidente. Ambas tesis hechas añicos en Nuremberg, los oficiales del rango que sean, aunque acaten órdenes, la llamada obediencia debida, eso no los exculpa de los delitos que cometan.

Además, durante el proceso a Luis Echeverría y socios como Nazar Haro y 14 más, la Suprema Corte, rimero y luego los jueces determinaron que el Estado mexicano practicó un genocidio contra el movimiento estudiantil por su política orientada a exterminarlo desde la invasión del IPN en 1956 hasta 1972, en ese largo periodo ocupó militarmente casi todas las universidades, asesinó a decenas, encarceló a miles, ello configura el delito de genocidio establecido en el Derecho Internacional.

Por todo ello Luis Echeverría fue sentenciado como reo del delito de genocidio y purgó prisión domiciliaria durante 847 días desde el 29 de noviembre de 2006 hasta el 26 de marzo de 2009.

En mi libro Adiós al 68, publico un ensayo de Carlos Carrillo Prieto donde se detalla todo el proceso. Está en las páginas 183 a 193.

Es un gran retroceso que la presidenta Claudia Sheinbaum quiera eximir al ejército, aunque al mismo tiempo de manera esquizofrénica rinda homenaje a los estudiantes e incluso se cocine una supuesta reparación del daño, consistente en una cantidad para algunos presos del 68 (no se sabe cuántos ni quiénes).

Reitero lo que escribí en ADIÓS AL 68:

En muchos sentidos, el 68 fue más que los simples seis puntos, lo estrictamente político electoral y lo que a simple vista puede medirse en términos cuantitativos: fue un movimiento hermano de la gran revuelta planetaria estudiantil que tuvo 

como eje central la lucha contra el poder.

En síntesis, fue un movimiento libertario enfrentado al poder en todas sus formas: familiar, escolar, político, económico, militar… Se presentó como una opción autónoma de lucha, ajena al interior de las estructuras del Estado mexicano.

Su lucha fue contra el Estado capitalista determinado por una ideología que aprovechó y manipuló el ímpetu de la Revolución mexicana y la convirtió en la prisión cultural, mental y política de millones de nacionales, tristemente viva incluso en los partidos supuestamente opositores de la llamada izquierda mexicana.

En ese sentido, la herencia del movimiento tendrá que revivir esa lucha contra la ideología hegemónica que tanto nos ha dañado, en especial a los sectores sociales oprimidos. El 68 entonces no ha terminado: está vigente en su canto libertario, no en la letanía que repite el “2 de octubre no se olvida”.

En muchos sentidos, el 68 fue más que los simples seis puntos, lo estrictamente político electoral y lo que a simple vista puede medirse en términos cuantitativos: fue un movimiento hermano de la gran revuelta planetaria estudiantil que tuvo  

como eje central la lucha contra el poder.

En síntesis, fue un movimiento libertario enfrentado al poder en todas sus formas: familiar, escolar, político, económico, militar… Se presentó como una opción autónoma de lucha, ajena al interior de las estructuras del Estado mexicano.

Su lucha fue contra el Estado capitalista determinado por una ideología que aprovechó y manipuló el ímpetu de la Revolución mexicana y la convirtió en la prisión cultural, mental y política de millones de nacionales, tristemente viva incluso en los partidos supuestamente opositores de la llamada izquierda  

mexicana.

En ese sentido, la herencia del movimiento tendrá que revivir esa lucha contra la ideología hegemónica que tanto nos ha dañado, en especial a los sectores sociales oprimidos. El 68 entonces no ha terminado: está vigente en su canto libertario, no en la letanía que repite el “2 de octubre no se olvida”.