Todos los días nos enteramos de nuevos y escandalosos actos de corrupción, situación que no se debe normalizar de ninguna manera.
Si no se trata de los dudosos depósitos a las cuentas del Senador Adán Augusto López, ahora son los actos de su hijo, quien curso un taller de cine en Francia y vivió en un departamento en Les Champs-Élysées de París, presuntamente propiedad de un empresario ligado al legislador.
La presidenta del Sistema Nacional Anticorrupción, Vania Pérez Morales, quien pidió que se investigara al líder de Morena en el Senado, denunció haber recibido amenazas respecto a su seguridad personal.
Por otra parte, la Auditoría Superior de la Federación identificó irregularidades en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) que dirigía Ana Gabriela Guevara, mismas que se suman a otras irregularidades que tiene abiertas la ex velocista en las cuentas públicas del 2020 por un total de 598 millones de pesos.
Ahora es señalado el exalcalde de la Gustavo A. Madero, Francisco Chíguil Figueroa, y actual senador de Morena, de entregar contratos por 119 millones de pesos a empleados y socios de su hermano, durante sus mandatos de 2018 a 2021 y de 2021 a 2024.
Al parecer las promesas de Andrés Manuel López Obrador de acabar con la corrupción quedaron en el olvido. Durante los seis años que gobernó Enrique Peña Nieto se demostró una corrupción sistémica, lo cual indignó a la ciudadanía, sin embargo, el siguiente sexenio posiblemente lo superó.
No existen verdaderas políticas públicas contra la corrupción y la impunidad y, lo que parece más grave, voluntad para acabar con este flagelo que tanto ha dañado a nuestro país.
Hoy los actos de corrupción investigados durante el primer año del mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum, ya no se refieren a los adversarios de la cuarta transformación, a los enemigos de la época neoliberal, sino a los colaboradores de su antecesor.
El discurso del combate a la corrupción hoy está superado, vacío, hueco. Es responsabilidad del nuevo gobierno tomar acciones contundentes sobre todos los casos que se han documentado, sin importar quien los cometa.
O se toman acciones y se fincan responsabilidades o se tendrá la percepción y la duda de la gente de que se protegen a los implicados, lo que dejará la puerta abierta para que el flagelo de la corrupción se siga reproduciendo con total impunidad.
Es la oportunidad de oro para la actual presidenta, debe de dar un golpe en la mesa y verdaderamente hacer historia. Sería el primer mandatario en llevar a cabo actos decisivos sobre el tema y dejar en claro que no se tolerarán más actos de corrupción, trátese de quien se trate.
Durante todos los sexenios, incluyendo el de López Obrador, solo se ha tratado de un discurso de campaña, que hoy se vuelve un tema a resolver de forma urgente, antes de que sigan saliendo a la luz pública más escándalos de este tipo que, sin duda, de no hacerse nada, marcaran el mandato de la actual presidenta.
eduardomacg@icloud.com
@eduardo84888581

