La ira popular en Uruapan por el ajusticiamiento de su alcalde Carlos Manzo; las marchas y bloqueos de los agricultores; el retorno de las movilizaciones de la CNTE en 20 estados por la abrogación de  Ley del ISSSTE 2007; los bloqueos por falta de medicamentos en Cancerología; las tomas de facultades y paros en la UNAM demandando mejoras en sus instalaciones y contra la violencia; las innumerables protestas cotidianas de la frontera sur a la norte, las de los caminos del golfo y el pacífico contra los carteles y la complicidad del gobierno; los casi dos mil muertos por mes  durante el primer año de Claudia Sheinbaum; los escándalos sin límite de corrupción y ahora también de complicidad con los gobernantes asesinos como Rubén Figueroa por parte de los más importantes jefes del primer y segundo piso de la Cuarta Transformación; la irritación en el medio cultural y científico contra los recortes y atropellos del gobierno a esos mundos; todo ese inmenso rechazo que se expresa como una geografía de islotes incomunicados aparentemente entre sí, ¿tendrá la magia de sincronizarse en el tiempo y unificarse en sus demandas?

¿O se trata de una oposición pirata, que se identifica con una bandera negra, estampada en una sonriente calavera, bajo un sombrero de paja que se convertirá en aquelarre generacional? Como escriben ciertos publicistas   gubernamentales.

O peor aún, ¿son los carroñeros de la comentocracia, los chavos rucos escondidos tras las mismas cuentas que citaban las movilizaciones de la ola rosada y ahora se disfrazan de generación Z y sin ningún rubor medran con el dolor de las familias y el pueblo de Uruapan, como se deduce de las condenas casi al borde de la histeria de la presidenta Sheinbaum?

¿Puede la presidenta imperial decidir cuáles manifestaciones son permitidas al zócalo y cuáles deben convertirlo en fortaleza blindada con vallas metálicas, convirtiendo al centro histórico en una fortaleza bajo estado de sitio?

La abolición de la incipiente república democrática, forjada por decenios de luchas, movimientos, corrientes culturales e intelectuales, grupos y partidos opositores al régimen de la dictadura perfecta, está por dar el golpe mortal al poner diques a las manifestaciones callejeras.

El movimiento del 68 está agonizando, Claudia Sheinbaum su “heredera” pretende sellar su ataúd, mediante dádivas repartidas a sus claques de lambiscones a cambio de exculpar al ejército.

La cuestión no es un tema que compete a la pequeña burbuja de ancianos nostálgicos, muchos de ellos enchufados al gobierno de la 4 T, tampoco es un asunto que atañe a los sobrevivientes de esa gran fiesta libertaria que tomó las calles y enarboló las banderas de lucha contra el poder en todas partes: en la familia, la escuela, la cultura, el sexo, la historia falsa y por supuesto contra el Estado y sus aparatos de poder policías, jueces, ejército, los medios con el grito prensa vendida.

Es el tema de temas de hoy.

Es inadmisible que la presidenta diga quiénes tienen derecho a convocar a una manifestación y quiénes son los que tienen la voz del pueblo, “el mandato otorgado el 2018 y el 2024, a este engendro, muy similar al monstruo creado por Frankenstein.

El muégano de la 4T tiene cada vez más semejanzas con el modelo de Benito Mussolini, tan venerado por AMLO: sociedad bajo control corporativo, ausencia de partidos con derechos electorales, elecciones simuladas, jueces bajo control de la presidenta, uso de los aparatos de inteligencia financiera para sancionar a los disidentes, así hayan sido sus antiguos protectores y protegidos como el Grupo Salinas o los de una larga tradición opositora periodística como el Grupo Reforma.

No soy generación Z, tampoco integrante de los convocantes a la marcha del sábado 15 de noviembre de 2025, pero mis energías de rebeldía permanente, estarán acompañando a los que lleguen al zócalo para defender la democracia y frenar la restauración de una dictadura, aunque sea al estilo priista-morenista.