Con un euro cada vez peor

Regino Díaz Redondo                                                                                                     

Madrid.- Entre unos y otros, el euro está peor. Lo rompen por todos lados; los pedazos se los reparten los países de primera división. Europa se germaniza y Londres, en su infinito egoísmo, se aleja del continente para proteger a la City. Las islas Británicas llaman eunucos a los países de la moneda única y muestran su rechazo al tufillo de la unidad que puede contaminarlos.

Chamberlain, Churchill y Thatcher envuelven a David Cameron en sus imaginarias de soberanía a sueldo de la libra esterlina.

Merkel consigue su propósito: no a la emisión de eurobonos y sí control fiscal, austeridad con recortes sociales y derecho a analizar los presupuestos generales de cada nación.

El plato está servido. A la mesa 26 socios, unos de etiqueta, otros con pantalones grises y camisas arrugadas, con los bolsillos semivacíos y una mirada de obediencia borreguil.

Todos los líderes, que descienden de sus lujosos coches negros, van a reunirse y lo hicieron, para salvar al euro. Trasnochan, se desvelan y llegan a acuerdos sólo para complacer a los mercados y a los bancos que manejan las finanzas.

Los cosquillosos  aún protestan. “Vamos a perder soberanía” dice el Primer Ministro inglés y el alcalde de Londres, Boris Johnson, solicita que se realice un referéndum para conseguir la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

A raíz del banquete efectuado hace poco, la única voz que se oyó en contra de la resolución tomada por Inglaterra fue la del viceprimer ministro de ese país, Nick Clegg quien, sensatamente, manifestó que “podríamos aislarnos del resto del continente”.

Es fácil afirmarlo. Se conserva la soberanía si estamos juntos, si nos respetamos, si admiramos nuestras virtudes, si somos transigentes con nuestros defectos y trabajamos para evitarlos. Primero está la gente y después el enriquecimiento de unos cuantos mientras otros se van ahogando con lentitud pero sin remedio.

De pronto el FMI se convierte en el salvador del eurogrupo porque el dinero que repartirá a su libre albedrío es para sacarnos del hoyo. Se escucha música de fondo.

Doña Christine Lagarde sonríe con esa elegancia desganada que le caracteriza. Imperturbable, está satisfecha de lo ocurrido.

Los planes de los países líderes han dado resultado. Estamos en plena reconversión del neocapitalismo clásico. El Fondo podrá controlar el de Rescate y cuestionará la presencia del BCE.

Los altibajos de las bolsas perturban sin cesar a las economías y a los inversores. Sus representantes se dan latigazos a si mismos. Son masoquistas, en su afán de controlar.

Las primas de riesgo de los países periféricos suben y bajan como los “yoyos” de nuestra juventud. El ritmo cardiaco se acelera o calma según convengan o no a interesas extracomunitarios.

Mientras, Europa es ahora una geografía con 25 millones de parados y 88 millones bajo el umbral de la pobreza.

Ajuste de cuentas

Habrá ajuste de cuentas. No más contemplaciones para los que no cumplan con su deber de súbditos manejables sujetos a reprimendas y a sanciones.

El sueño europeo está en juego. Pero desde una perspectiva poco fiable. La preeminencia de las finanzas sobre la política y las ideologías es evidente.

De los avances sociales no se dice una sola palabra. El horno no está para bollos. Está para quemar a la gente que no se adapte a una “disciplina total”.

A esta situación hemos llegado después de largos años de vivir en la inopia, sin pensar que la bonanza era artificial y no tenía sustento lógico.

Nadie paró a Irlanda, Grecia, Portugal, España e Italia cuando informaban, sin rigor, de lo bien que iban sus economías.

La Unión Europea se acomodó durante años en cómodas butacas y nadie investigó para comprobar las cuentas de sus miembros. Pero es que además, créanlo, los que reclaman y se muestran como ejemplo, también se aprovecharon de la situación. Alemania y Francia cometieron errores y ahora se conocen pero resulta que fueron “menores” y, por tanto, deben olvidarse. Lo quieras o no.

El BCE espera. Por lo pronto, no aumentará la compra de deuda y la UE no volverá a rescatar ningún otro país ni mucho menos a hacerle una quita del 50% de los préstamos recibidos como pasó con Grecia.

Aunque, inclusive, estas decisiones son todavía teóricas y no se han puesto en práctica.

El banquero europeo mantiene su presencia pero no su hegemonía. Es poca su credibilidad y la desconfianza se ha metido en las entrañas de todos. Y parece que quiere ampliar su radio y prolongarlo ad infinitum.

Los “tobys” intentan acaparar el escenario e imponer su coreografía. No lo consiguieron pero lo volverán a intentar. Amenaza Gran Bretaña sin saber si tiene suficientes armas de ataque.

Amanece con heladas en esta parte del mundo. Los políticos se han vuelto expertos en economía y están de hinojos ante ella.

Hay un silencio para reflexionar y se respira rápido porque no sabemos cuándo nos cortarán el aire.

Nada está resuelto pero sí hay un compás de espera. Los acontecimientos que vendrán en 2012 serán definitivos para visualizar si la unión continental sigue adelante o se acentúa la incertidumbre y avanza la pobreza.

Nunca antes habíamos vivido un momento social tan peligroso.

La libertad se somete a examen. Supeditada a sus decisiones unilaterales y egoísmos atávicos. Por la mañana, templanza y entusiasmo. Por la tarde, sube la prima de riesgo y las bolsas caen. Los europeos vivimos al borde del cataclismo en el peor momento de nuestra historia porque los sistemas están caducos y las naciones emergentes abren las puertas y se meten a nuestro territorio sin pedir permiso.

Eso sí, China ya está lista para invertir en Estados Unidos y en Europa 223 mil millones de euros.

¿Qué les parece?

Alemania también recorta pero tiene suficiente tela. Sarkozy se bambolea y está pendiente de su futuro político.

En España, la espada que mató indios tiempo ha, se autoinmola. La daga se convierte en instrumento de cortar pero aún no llegamos al haraquiri.

Ahora, el porvenir está en manos de la derecha que siempre fue, en todos los momentos, sin duda, la más dura del mundo, la más ciega, la más ignorante, grosera y brutal.

Las cadenas apresan al pensamiento. El fuego devora ilusiones y cultura. La inteligencia pierde terreno y se ve acosada por los cuervos de siempre.

España es concubina del poder radical. Los recortes que tanto rechazó Rajoy cuando estaba en la oposición, ahora serán mayores. El presidente del gobierno los defiende y dobla las manos mansamente.

No tiene más remedio, don Mariano pide perdón, acepta las condiciones sin rechistar y no alcanza ni siquiera a tener la facultad de vetar las decisiones sobre el Fondo de Rescate.

La resaca de fin de año no será consecuencia de la alegría del brindis sino de los azotes que empezamos a recibir sin piedad.

Muchas preguntas

¿Y quién sufre?

¿Los que compran en la milla de oro, los banqueros insultantes, inconmovibles en su trono?

¿Los que se pasean por las pasarelas y viven entre luces y derroches?

¿Serán acaso los miembros de la nobleza como don Iñaki Urdangarin, el yerno del rey, que vive a lo grande e inventa una ONG para llenarse los bolsillos?

¿Podrán ser los políticos imputados por el fraude de la “Gurtel” y centenas más en similares circunstancias?

Hagan su juego señores, el porvenir está en la ruleta. Apuesten, no va más. Y la bola da vueltas para caer en alguna casilla negra con bastiones y títulos nobiliarios, con sotanas manchadas y con alegorías a los poderosos.

No nos pongamos tristes pero la verdad es que los españoles vuelven a ser emigrantes. Es una costumbre que ya no es posible soportar. Los jóvenes con cultura se van a buscar mejores horizontes y el país se queda sin mentes brillantes. Sin promotores del desarrollo tecnológico e intelectual.

España, por lo visto, vuelve a ser un ejemplo de resignación que no podemos aguantar, insisto.

Entonces, ¡bienvenidos los muchachos del 15-M y aprovechemos sus energías y su firme decisión de cambiar todo para mejorarlo!