Difícil que España encuentre aliados
Joaquín Pérez Sánchez
Apenas culminó su participación en la Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, regresó a su país e inició el proceso de expropiación de la empresa filial de la petrolera española Repsol, con lo cual se abre un escenario de enfrentamiento entre el país sudamericano y el gobierno conservador español.
Durante la segunda semana de abril pasado, se especuló en Argentina sobre la posible nacionalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), filial de la empresa española Repsol, tras varios años de reclamo del gobierno argentino por “falta de inversión”.
La empresa petrolera argentina culminó su proceso de privatización en 1999, durante el gobierno de Carlos Menem, y fue la empresa española Repsol la que compró, en un precio de “ganga”, según consideraron en su momento los analistas locales, la mayoría de las acciones.
Durante los últimos cuatro años, el gobierno argentino ha reclamado a Repsol por el incumplimiento de inversiones en el país, hecho que, de acuerdo con el gobierno argentino, ha provocado que el país sudamericano haya tenido que importar combustibles por 9 mil millones de dólares durante el año pasado.
Ahora, tras la cumbre de mandatarios en Colombia, la presidenta argentina regresó a su país y envió al Senado de su país, un proyecto de Ley de Expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF, declarándolas de interés público.
El hecho confirmó los rumores que habían circulado unos días antes en los medios de comunicación sobre la nacionalización. De hecho, el gobierno español, en medio de la peor crisis económica en los últimos años, se rasgó las vestiduras y amenazó con represalias, -se especula que incluso con el rompimiento de relaciones-, si ocurría la nacionalización.
Bien, el hecho ha ocurrido, la mandataria tomó la decisión política de tomar el control soberano de los hidrocarburos y enfrentar a Repsol, en este caso, defendido por el gobierno español, que no se encuentra en su mejor momento.
El gobierno español, que encabeza Mariano Rajoy, pidió la “ayuda” de sus aliados europeos y del continente americano, pero al igual que España, éstos no se encuentran en el mejor plano para una confrontación, más allá de la retórica.
Quién se va a oponer a una decisión soberana por el control de un recurso estratégico, a favor de una empresa que, como la mayoría de las petroleras trasnacionales, sólo busca incrementar sus ganancias. Repsol, es una empresa trasnacional que ni siquiera pertenece en su totalidad a españoles ya que más del 40 por ciento de las acciones pertenecen a “fondos de inversión” y casi un 10 por ciento a la empresa Petróleos Mexicanos (PEMEX).
En este contexto, parece que el momento político de Fernández para tomar el control de la empresa le favorece, pero habrá que esperar qué tipo de “consecuencias” se atreverá España a tomar y si éstas serán apoyadas por la Unión Europea.