Joaquín Pérez Sánchez
Nuevamente Perú repite el escenario político de la elección presidencial del 2006, en la que el mismo candidato que ahora ganó la primera vuelta, Ollanta Humala, perdió en el ballotage tras enfrentar una campaña de miedo. Ahora el llamado candidato de “izquierda” deberá enfrentar a Keiko Fujimori, hija del ex mandatario Alberto Fujimori quien cumple una condena de 25 años de cárcel.
El pasado 10 de abril se llevaron a cabo elecciones presidenciales en Perú, las que nuevamente fueron ganadas por el candidato de la coalición “Gana Perú”, con más del 31 por ciento de los votos emitidos, pero no alcanzó el 50 por ciento más un voto que se requiere legalmente.
Por ello, el próximo 5 de junio Humala deberá enfrentar a la candidata de “Fuerza 2011”, Keiko Fujimori que seguro contará con el apoyo de los sectores de ultraderecha. De esta manera se repetirá el mismo escenario del 2006 donde las fuerzas conservadoras se aliaron en “todos contra Ollanta”.
En aquella ocasión se explotó hasta el cansancio la cercanía política del dirigente peruano con el mandatario venezolano Hugo Chávez, de hecho la campaña de miedo en los medios propagaba el presunto “apadrinamiento” del venezolano.
Sin embargo, algunos elementos del actual escenario han cambiado, empezando porque el candidato que le ganó a Humala en aquella ocasión, Alan García, se despide con un presunto escenario económico positivo en el que como ya es costumbre los índices macroeconómicos son muy buenos, el crecimiento de la riqueza es palpable, pero su distribución es cada vez peor.
Por ello, el partido del actual presidente, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) obtuvo un fuerte descalabro en las votaciones, de hecho sólo contará con cuatro representantes en el parlamento. Otro elemento distorsionante es que pese al crecimiento económico, la pobreza ha crecido, la salud y la educación han empeorado y la corrupción ha crecido.
Es en este contexto que las dos posiciones más antagónicas se han impuesto, por una lado Humala encabeza la opción de “izquierda”, aunque, a decir de los analistas locales, en esta ocasión, mucho más moderada que la anterior y, por otro lado, Fujimori representa el llamado “populismo” de derecha que, para muchos, es la envoltura que guarda la dictadura.
Humala ha aprendido la lección, quizá por ello sus propuestas son menos radicales y más enfocadas a un nacionalismo con mejor distribución de la riqueza, pero sin duda que de aquí a la segunda vuelta tendrá que volver a enfrentar una campaña de miedo que, al parecer en esta ocasión, no cuenta con las mismas condiciones.