Se deja ver y disfrutar con gusto

Mario Saavedra

Realizador inglés con una tardía y más bien escasa filmografía, el nombre de John Madden lo asociamos indiscutiblemente a Shakespeare in love,  típica cinta británica en torno a la vida y la obra del genial dramaturgo que por otra parte significó el lanzamiento a la fama de un director proveniente de la Oxford & Cambridge Shakespeare Company, que hasta entonces había hecho una sostenida carrera sobre todo en los ámbitos teatral y televisivo. La mejor película de lengua inglesa de 1998, multipremiada en la entrega de los Oscares de ese año y en otros importantes certámenes y festivales, este libre e ingenioso acercamiento al más grande dramaturgo de todos los tiempos supuso la continuidad de una carrera fílmica que al menos a corto plazo no cumplió las altas expectativas generadas por una elegante comedia romántica de época que reúne buena parte de los mejores atributos de una cinematografía con un sello ya más que característico.

Después de otros dos o tres títulos que pasaron más bien sin pena ni gloria, de navegar a la deriva, John Madden regresa a la escena del séptimo arte con otra comedia que igualmente trae el sello de la casa, porque El exótico Hotel Marigold (The Best Exotic Marigold Hotel, Reino Unido, 2011) se distingue de igual modo por la buena factura de su guión (de Ol Parker, basado en la novela These foolish things de Deborah Moggach, autora también de Orgullo y prejuicio), por su discurso inteligente, por el oficio de su hechura, por su buen gusto, por su fino sentido del humor. Una lección y un canto a la vida, tras un formato aparentemente naif y sencillo, sin grandes pretensiones, el encuentro de siete jubilados ingleses en la India —en un sui generis hostal de Jaipur a la vez sencillo y exuberante, fuera de todo posible esquema del llamado turismo occidental— sirve de pretexto para confrontar dos realidades e idiosincrasias que por la propia carga histórica ha sido tema de reflexión de múltiples creadores que como el escritor Edward Morgan Forster (su magistral novela Pasaje a la India fue llevada con toda nobleza al cine por David Lean en la década de los ochenta) se sintieron atraídos por la espiritualidad y la milenaria cultura hindúes.

En un relativo cambio de registro, el John Madden  de El exótico Hotel Marigold apuesta por una comedia dramática acerca de cómo afrontar la vejez con sabiduría y sobre todo con pasión, en un de igual modo extraordinario cruce de registros al que dan vida actores británicos de la talla de Judi Dench, Maggie Smith, Bill Nighy y Tom Wilkinson. A manera de contraste, el joven protagonista de la novedosa Quisiera ser millonario de Danny Boyle —por cierto, responsable del espectáculo inaugural de las actuales Olimpiadas de Londres, con notables referencias históricas y culturales más bien distantes del gran público asistente y televidente—, Dev Patel sirve de especie de catalizador para que sus veteranos huéspedes reconozcan una última y aún factible posibilidad de reencontrarse a sí mismos, de salvar deudas anímicas pendientes, de reconocer su auténtica naturaleza escondida tras el carácter flemático de una idiosincrasia dominada por el formalismo y la tradición, porque “las cosas no suelen ser lo que parecen…”

Película optimista, aleccionadora: Al final, todo irá bien. Por lo tanto, si no va todo bien, es que todavía no es el final, El exótico Hotel Marigold tampoco pretende ser ni muy profunda ni mucho menos categórica, porque bien entiende Madden su inobjetable distancia y sus limitaciones para profundizar en una cultura tan distante como compleja. Pero en cambio sí se agradece su desparpajo, su noble intención de hacernos caer en cuenta de que mucho podemos ganar si logramos sacudirnos de prejuicios y nos damos la oportunidad de mirar al otro que es distinto de nosotros con benevolencia y sobre todo “curiosidad” de saber lo que hay más allá del “aquí y el ahora”, porque entenderlo implica, por supuesto, entendernos mejor a nosotros mismos.

Fotografiada y editada con fortuna, con oficio por Ben Davis y Chris Gill, respectivamente, acorde a la exuberancia de lo mostrado, y con una partitura ex profeso y muy a tono de Thomas Newman, El exótico Hotel Marigold se deja ver y disfrutar con gusto, en ese ritmo pausado y meditativo del clásico cine inglés de autor, por lo que tampoco se trata ni mucho menos de una película comercial. Quienes quieran encontrarse un thriller, o acaso una cinta de postales a la National Geographic, no va por ahí, porque se trata más bien de un filme para reflexionar, para vislumbrar otra realidad y otra manera de intuir la vida fuera del “mundanal ruido”, tras el encuentro de siete personajes adultos que se dan la oportunidad de otras posibles alternativas de disfrutar su otoñal existencia y reencontrarse consigo mismo, para lo cual nunca es tarde.       

Cada quien con su propio saco de penurias y fracasos a cuestas, en la encrucijada  de marcar una sana distancia física y sobre todo emocional con cuanto les ha hecho daño dentro de un desarrollado sistema que innegablemente ofrece oportunidades pero también impone terribles sacrificios, un insalubre estado neurótico producto de la desaforada competencia, de aquello que Freud denominaba las exigencias culturales (triunfo, éxito económico, reconocimiento, devoción consumista, etcétera), El exótico Hotel Marigold es una de esas cintas aleccionadoras y gratificantes para con lo que podríamos llamar la filosofía de vivir la vida. Completan el reparto en este hermoso y bien realizado documento cinematográfico de John Madden para disfrutar y reflexionar, además de los arriba citados estelares, Celia Imrie, Penelope Wilton, Ronald Pickup y Diana Hardcastle. ¡Para ver y recomendar!