Los multimillonarios del mundo quieren más

Magdalena Galindo

Hace unos días se informaba que el mexicano Carlos Slim continúa en el primer lugar de los más ricos del mundo, sobrepasando, así, de nueva cuenta, incluso a Billy Gates, el millonario estadounidense que fincó su fortuna en el sector de las computadoras al amparo de la revolución tecnológica representada por la informática.

Con pocos días de diferencia, se informó igualmente que el Chapo Guzmán, quien por cierto ya ha sido incluido en la lista de Forbes sobre los más ricos del planeta, estaba considerado por Estados Unidos como el narcotraficante más poderoso del mundo. Se trata, pues, de mexicanos que se colocan en primeros lugares en el mundo en el terreno de la acumulación de capital.

En cuanto a los depósitos que los multimillonarios del mundo realizan en los paraísos fiscales, los mexicanos ciertamente no ocupan el primer lugar, pero sí se colocan en el sexto entre los países subdesarrollados en lo que respecta al monto de recursos depositados en los bancos de los llamados paraísos fiscales y financieros.

Un estudio, realizado por la organización civil Red para la Justicia Fiscal (TJN, por sus siglas en inglés), cuyos resultados se dieron a conocer la semana pasada, indica que los depósitos de mexicanos en los paraísos fiscales alcanzan la estratosférica suma de 417 mil millones de dólares. Monto que sólo es superado por China, Rusia, Corea del Sur, Brasil y Kuwait. El periodista de La Jornada Roberto González Amador destacaba que los depósitos de nuestros millonarios equivalen al 40 % del producto interno bruto, es decir de todo lo producido por el país en un año, y que podía pagar 2.6 veces el total de la deuda del gobierno federal y las empresas paraestatales.

Se trata de datos escandalosos porque dan cuenta, en cifras, de la indignante desigualdad existente en el país. Mientras alrededor del 70 % de los mexicanos viven por debajo de la línea de pobreza, unos cuantos pueden depositar 417 mil millones de dólares en el extranjero. Y hay que mencionar que se trata de una parte menor de la riqueza que poseen, porque a los paraísos fiscales sólo pueden llevarse activos dinerarios, obviamente no los activos físicos como sus inmuebles, sus fábricas, sus minas, sus tiendas y todo lo demás. Y también hay que destacar que toda esa inmensa riqueza es sospechosa de origen ilícito, ya que emigra a los paraísos fiscales en busca del secreto y el anonimato que ofrecen estos centros financieros, y aun en el caso de que fuera producto de actividades legales, por lo menos son culpables de evasión de impuestos, pues precisamente de eso se tratan los paraísos fiscales.

Aunque México es hoy una de las naciones con mayor desigualdad en el mundo, no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, sino que se ubica en las tendencias de las últimas décadas. La crisis y la respuesta sintetizada en la globalización y las políticas neoliberales, que corresponden a la hegemonía del capital financiero, han provocado una agudización sin precedentes de aquella previsión de Marx de que los ricos serían más ricos y los pobres más pobres.

Pero aunque usted no lo crea, para los millonarios no es suficiente y todavía quieren más. En el mundo y en México en particular se insiste en las llamadas reformas estructurales, esto es, en las políticas neoliberales que buscan explotar y empobrecer más a los trabajadores para enriquecer más a los capitalistas.