Por culpa de las políticas neoliberales
Magdalena Galindo
La sequía en Estados Unidos ha provocado una voz de alarma internacional, ya que se trata del mayor productor agrícola del mundo, de manera que la caída de su producción, que significará una escasez de alimentos, que determinará alzas notables de precios, aunada a otros fenómenos como la especulación en los mercados financieros, tipifican una crisis alimentaria, por la que algunos expertos pronostican que en los próximos meses habrá alrededor de mil millones de personas en situación de hambre.
En nuestro país, en efecto, la escasez y la especulación han ocasionado alzas en los alimentos que duplican la registrada en el resto de los bienes y servicios que se miden en el índice nacional de precios al consumidor. Mientras la inflación general en la primera quincena de agosto, medida anualmente, fue de 4.45 por ciento (nivel que por cierto ya rebasa el incremento de los salarios mínimos y generales), el aumento en los precios de los alimentos fue de 10.22 por ciento. Y en algunos casos, los incrementos son todavía más significativos. Por ejemplo, el huevo aumentó 16.59 por ciento; la carne de res, 15.89; las tortillas, 11.27 por ciento, y hay que notar que se trata de alimentos prácticamente imprescindibles. La naranja, por su parte, tuvo un alza espectacular de 44.91 y la cebolla una de 18.06.
Ciertamente, tales niveles de encarecimiento tienen que ver con la crisis alimentaria mundial, pero en México también obedecen a las políticas neoliberales, que incluyen el total abandono del campo al juego libre de las fuerzas del mercado, lo que ha determinado la quiebra masiva de los campesinos y el consiguiente abandono de parcelas. Políticas que desde el sexenio de José López Portillo provocaron el surgimiento de una nueva carencia que México nunca había tenido y que es la dependencia alimentaria. Esa nueva dependencia se ha ido agravando desde entonces, de manera que este año se han batido récords en la importación de trigo y maíz.
En los primeros seis meses de 2012, las importaciones de trigo se han duplicado en comparación con el mismo periodo de 2011, de modo que ya costaron 741 millones de dólares. El colmo desde luego es el caso del maíz, no sólo porque esa planta es originaria de nuestro país y constituye el principal alimento de los mexicanos, sino porque muestra precisamente la consecuencia para la economía en general del castigo aplicado a los campesinos. En este año, también se batieron récords en la importación de maíz, por el que tuvo que pagarse a Estados Unidos, del que somos el mayor comprador, nada menos que mil 931 millones de dólares. Gasto que se agravará en los próximos meses, pues el maíz está experimentando un alza extraordinaria en el mercado internacional.
El trigo, por su parte, que es el segundo rubro en las importaciones agrícolas de México, ha registrado un aumento de 30 por ciento, y la soya, que ocupa el tercer lugar entre estas importaciones, ha subido un 40 por ciento.
Como lo muestran las cifras anteriores, las políticas neoliberales aplicadas durante las últimas décadas no sólo han significado el empobrecimiento extremo de los campesinos, realidad que evidentemente no les importa a los diferentes gobiernos que se han sucedido en el país, sino también han conducido a México a una nueva dependencia, la alimentaria, y su extraordinario encarecimiento en estos meses significa también el deterioro de las condiciones de vida para los mexicanos en su conjunto.


