Calderón favoreció a Zedillo
Jesús se atrevió a insultar
a los ricos de su tiempo.
Obispo José Antonio Pagola
Regino Díaz Redondo
Y colorín colorado… el democratizador fue absuelto.
El gobierno de Estados Unidos le dio su bendición: “inmunidad soberana” en el caso de los “crímenes de guerras” de que fue acusado durante su mandato por la matanza de 47 personas en Acteal.
La petición del indulto la hizo —ya sabíamos— el gobierno de Felipe Calderón al de Barack Obama. Hay un precedente: Alvaro Uribe, expresidente de Colombia, recibió el mismo trato.
Los abogados de los víctimas van a recurrir al Tribunal de La Haya, pero se lo reservan. Sin embargo, el asunto no quedará ahí. Ni así. Por lo pronto, los muertos al hoyo y los vivos a Yale.
Sin el don de la ubicuidad
Las represalias contra los que osaron denunciar a Ernesto Zedillo Ponce de León — que no cola de ratón— pueden llegar. Al menos los denunciantes así lo expresan. Y temen que los pongan a buen recaudo porque hay muchas formas para mantenerlos callados.
Veremos.
Hace dos semanas, la Corte de Connecticut, donde reside este sujeto, informó que no procedía la demanda.
No faltaba más: el presidente Calderón defiende a quien dio el poder a su partido en el 2000. Es lo menos que puede hacer. De lo contrario, sería un desagradecido; Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador deberían aplaudir y quizá lo hayan hecho.
Acordémonos: sacaron al PRI de la Presidencia porque era “vital” para la salud del país.
Pero ahora resulta que el PRI gobernará desde el primero de diciembre. Fueron suficiente doce años de incompetencia panista y una guerra con 70 mil muertos por el narcotráfico para la vuelta del tricolor.
Cualidades tiene don Ernesto, pero no el don de la ubicuidad. Asesora a transnacionales y a una empresa periodística española. ¿Cómo le hace el democratizador para atender a tan distinguidos trabajos? ¿O será que sus nombramientos son simbólicos y que asista o no recibe la remuneración prometida? Si otros lo hacen ¿por qué el bajacaliforniano no?
Presidente carambola
Dice The Economist que la acusación procedía de grupos de poder político dentro del PRI; que es un ajuste de cuentas y que él fue el mecenas que abrió las puertas de México a “elecciones equitativas” que antes no lo eran.
¿Cuáles leyes cambió Zedillo durante su mandato y qué significa realmente elecciones equitativas? Nobody knows (para don Ernesto que habla un perfecto inglés).
Presidente por carambola, este personaje de la lírica neoliberal, ajeno actualmente a los problemas mexicanos, es un ciudadano impoluto.
Méritos hizo y hace para lograr la impunidad. Es cierto que el politécnico individuo facilitó el trabajo y desarrollo de las grandes empresas privadas de Estados Unidos y hasta una isla regaló a esa nación. Pero, ¿cree usted que es suficiente para protegerlo de por vida?
Estoy seguro que Zedillo desearía enfrentarse a un jurado y con su aflautada voz responder a todas las preguntas que se le hiciesen, porque no tiene nada de qué avergonzarse. Bien merece ser protagonista nuevamente. Añora sus fotos en primera plana de los diarios durante su mandato porque considera que no ha recibido el reconocimiento a que se hizo acreedor como jefe del Ejecutivo.
El don —este don es el de pirulero— está hoy muy ocupado. Su experiencia es aprovechada para fijar rumbos multinacionales. Las empresas a las que orienta están de plácemes. Tiene tanta información acumulada durante su paso por Los Pinos que es un manantial inagotable de datos. ¡Se llena los bolsillos por sus honrados y patrióticos servicios! Hay montones de documentos top secret que va soltando con alegría sin par.
Ernesto hijo, apresura, no te hagas el remolón, le piden sus jefes, sigue ayudando a que conozcamos mejor a México. Es tan bello tu país, sobre todo, si nos permite disfrutar de él. Queremos beber su savia, instalarlos allí, reforzarnos, recibir a sus trabajadores para darles de comer, no mucho porque la gordura propicia enfermedad, le aseguran entre apapachos.
Y siguen: necesitamos más tierras, menos impuestos, consideraciones especiales para nuestro know-how y tú eres la persona indicada para señalarnos cómo hay que hacerlo.
Vamos, dear Ernest, mientras nos sigas descubriendo las maravillas del México profundo para que intervengamos en él, serás nuestro chiquitín adorado, le susurran en los oiditos.
“Amor” por campesinos y obreros
Ernestico, Ernestón, Ernestou, eres una joya de inapreciable valor. Si fuiste un gran presidente, amigo de tus amigos, enemigos de las traiciones, respetuoso con tus semejantes, defensor de la pluralidad política informativa, ahora cumple con nosotros, nútrenos de tus conocimientos.
¿Quién no recuerda el amor que el democratizador siente por los campesinos; a quién se le olvidan sus diálogos sustantivos con los obreros?
Inclusive, para dejar el campo libre en la explanada del Zócalo, Zedillo celebró un 1º de mayo en el local de la CTM para estar más cerca de ellos.
Dejó Palacio Nacional para que un grupo de enajenados con niños en brazos pidieran reivindicaciones y justicia.
Dejaste que tus compatriotas se expresaran libremente en plena Plaza de la Constitución y no quisiste interrumpirlos. Podías haber enviada a las fuerzas del orden. Pero no. La inmensa explanada estuvo invadida por ellos durante todo el día.
No importó que la dejaran sucia, como dijeron algunos de tus colaboradores. Ya ves cómo son estos indios patarrajadas, no respetan nada. Siempre piden más. Tú lo has dicho: no tienen límite, son insaciables. Las arcas del país no son un barril sin fondo. ¡Inconscientes!
Tu sacrificio por los menesterosos, democratizador, por los pobres diablos, fue prioritario. ¡Cuánto sufriste por tu pueblo!
Te acusan falsamente de apuñalar a tu partido, de confabularte con la derecha y de consentir a López Obrador. Dicen, injustamente, que la gente nunca tuvo acceso a ti. Que te enclaustraste por miedo, a cal y canto. Te acusan de que repartiste navajazos con alevosía y ventaja, que despedías a secretarios de Estado cuando la culpa era tuya, que vendiste tu alma al mejor postor, que sacaste a relucir frustraciones y rencores, y quien te hacía la mínima sombra, era borrado del escenario público.
¡Cuán equivocados estaban y están los que no supieron comprenderte ni alcanzaron a ver tu espíritu protector, tu carisma, tu interés por ayudar a toda costa. Nadie sabe que pasabas muchas horas del día buscando el bien de tus semejantes, de los mexicanos, de tus hermanos que cada vez eran más pobres y desconfiaban de ti.
A las insostenibles acusaciones con datos y documentos de tus adversarios no les hiciste caso. Eran mentiras, querían manchar tu brillante hoja de servicio como jefe del Ejecutivo.
El pueblo de México ha tomado nota de que no tienes dinero suficiente para pagar a tus abogados. Aunque, puedes pedir un préstamo que te lo darán de buen grado, a bajo interés y hasta sin él. Todo te lo mereces. Eres un sujeto que no debe pasar penurias.
En tu epitafio, dentro muchos, muchísimos años, se leerá:
“Murió un prócer incomprendido, víctima de los eternos inconformes. Descanse en paz el hombre de México, demócrata irredento”.