Joaquín Pérez Sánchez
Tras la destitución del mandatario paraguayo, Fernando Lugo, el 22 de junio pasado, el gobierno impuesto en ese país, busca afanosamente romper el aislamiento internacional en el que se encuentra, pero al parecer, ahora hasta en el viejo continente le cierran las puertas.
La Cumbre Iberoamericana está programada para llevarse a cabo el 16 y 17 de noviembre próximos, en la ciudad de Cádiz, España, y el gobierno de ese país, está haciendo todas las gestiones posibles para lograr la presencia de todos los jefes de Estado latinoamericanos.
El pasado 22 de junio, el Congreso paraguayo, con amplia mayoría conservadora, encontró “culpable” por “mal desempeño” al mandatario Lugo, luego de un “juicio político” realizado en menos de 30 horas, tras los trágicos acontecimientos en el desalojo de una finca. Los acontecimientos estaban bien planeados por la oligarquía paraguaya y sus representantes en el parlamento. Tras el desconocimiento de Lugo, nombraron a Federico Franco, del Partido Colorado como gobernante.
Sin embargo, el golpe no ha sido tan efectivo, en el interior de Paraguay, las fuerzas democráticas resisten y se aglutinan para dar la batalla política y recuperar el Estado en las próximas elecciones, mientras que en el plano internacional al gobierno impuesto cada vez se le complican más las cosas.
Paraguay fue suspendido del Mercado Común del Sur (Mercosur), y de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), además de haber sido condenado por el Parlamento Latinoamericano.
Ahora trascendió que el gobierno español, organizador de la cumbre, envió al Secretario de Estado para la Cooperación Internacional, Jesús García, para expresarle al presidente paraguayo que su presencia no es bienvenida para muchos de los países que asistirán al evento.
Desde luego que el gobierno español la tiene difícil, ya que la última cumbre, celebrada precisamente en Paraguay, fue un evento poco relevante, incluso ríspido entre varios países.
En este contexto y tomando en cuenta la grave situación económica por la que atraviesa España, sin duda que al país ibérico le interesa recomponer sus relaciones con América Latina ya que el horno no está para bollos.