No hay que obedecer ciegamente a Bruselas


 

 

El G8, a la historia. Viene la Revolución Europea.

Daniel, El Rojo

 

Regino Díaz Redondo

Madrid.- Encore, encore…, le piden a Rajoy desde Bruselas. No presidente, no más heridas a la economía porque sangra a borbotones; olvídese del término operístico, del bis… bis y deténgase. No emita más leyes antisociales. ¿O está dispuesto a romper la columna vertebral de sus compatriotas? Si lo hace, aténgase a las consecuencias. Sólo el Diccionario Biográfico de la Real Academia de Historia —como lo hizo con el dictador para vergüenza de España— lo reivindicará.

Su único sacrificio es el político.

Aún hay tiempo

Los afectados salen a la calle para reprocharle sus medidas. Dese cuenta. Usted es un hombre sensible, de eso estoy seguro. Podrá estar equivocado, pero conoce la idiosincrasia de la gente. No se deje envolver en el canto de la troika.

Aún hay tiempo. Encuentre otros remedios, busque fórmulas distintas, no oiga a brujos extranjeros. Recuéstese en su pueblo. Escuche sus reclamos, no teorice ni sea blandengue. Comprenda que hay límites y que los está pisando.

Cambie ministros, Wert, Fernández y Bañez lo perjudican. Han cortado las alas a la educación, a la sociedad civil, a la salud que son la base del progreso de la nación.

Pídale mesura al de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que se muestra como ultra; el del Interior, brinca como chapulín extraviado. Haga que se entiendan Hacienda y Economía. Montoro es más cerrado. De Guindos tiende a abrirse, a reconocer errores y a buscar soluciones. Pero está en la cuerda de los prisioneros europeos que van al nuevo San Quintín o a las Islas Marías mexicanas.

Escuche tantito a las voces serenas, inteligentes. No ve que se está echando encima a los representantes de la cultura, de su cultura. Ellos escribirán la verdadera historia y lo harán culpable del desaguisado.

Revise su hoja de ruta, se contradice mucho, miente o se equivoca y agranda el caldo de cultivo para hundirnos más.

Su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, encargada de quitar hierro a la incoherencia de sus ministros, asegura que se revisará el sistema fiscal y que usted aumenta las pensiones en un 1%, lo que equivale a reducirlas porque está por abajo del índice de inflación.

Ella avisa a los separatistas enardecidos por la Diada. Les dice que tengan cuidado. Usted asegura que Artur Mas, presidente de la Generalitat, nunca le habló de independentismo ni que citaría a elecciones anticipadas aunque hizo ambas cosas. ¿A qué viene eso?

Señor Rajoy, pide su señoría no echar la culpa a los demás porque no sirve de nada, pero usted lo viene haciendo desde que estaba en la oposición con palabras duras contra José Luis Rodríguez Zapatero, frases malsonantes por no decir impropias de un parlamentario.

Del rescate, ni hablar quiere. Sus intervenciones y las del resto del gobierno son ambiguas. Allá, en los medios de comunicación foráneos, afirma que no lo pedirá y aquí siembra la duda.

Entienda que los sectores público y privado defienden sus intereses particulares. Si no, observe: Francisco González, presidente del BBVA, le urge a solicitar la ayuda. Para él, es un imperativo a corto plazo. Emilio Botín, del Santander, en bermudas, se relaja y lanza que…. “con 50 mil millones saldremos del apuro…”, en tanto que las arcas del Estado continúan inyectando dinero a Bankia, banco malo, pésimo que no se rehabilita. Está nacionalizado pero el Estado sólo participa para darle dinero cuando está en apuros.

Y lo está siempre.

No oye todavía a los afectados que reclaman otro modelo de gobierno. Hágalo antes de que sientan sus rejones y encajen el incendio que aumenta.

Juan Rosell, jefe de la CEOE, señala que “la independencia catalana perjudicará a los negocios de Madrid y Barcelona”, y mantiene un pie aquí y otro en su patria chica. Juega con un as bajo el brazo, como lo hacen los demás.

 

Se rompe el tejido social

Las clases medias, cada vez más pobres, se dan cuenta y piensan en la violencia como único camino aunque no la deseen. Podría usted orillarlas a que no tengan otra salida que el enfrentamiento. Recapacite.

No espera a las elecciones de Galicia y el País Vasco a finales de este mes para solicitar a la Unión Europea el dinero necesario. No es caridad lo que demanda la nación porque los euros que pedimos salieron en parte de nuestros bolsillos y la nación está en su derecho de recibirlos.

No hay que obedecer ciegamente a Bruselas, es preciso dialogar, discutir, convencer a la Unión Europea que cambie su rumbo; atienda a la inconformidad de la mayoría y no discrimine; no contribuya a la creación de una Europa a dos velocidades.

Dígale claro a Angela Merkel que los eurobonos son necesarios y que su política es aberrante y será vencida. Dé la cara y sonría lo indispensable.

Si recibe sus caricias por portarse bien, no sea tan consecuente, no avale el deseo de la canciller ni siga con los recortes, porque ni así cumplirá con reducir el déficit público al 6.3% este año.

Oscilamos entre el bálsamo que nos aplican y el piquete en las costillas.

El birlibirloque del opinionismo sectáreo —de cualquier bando que venga— confunde, enfurruña y entristece, la tristeza propicia desánimo y depresión, no la aliente con medidas antipopulares.

El tejido social se rompe, el presente apabulla, asusta. Hay millones de personas en el umbral del hambre y de la decepción, del desasosiego; no creen en nada ni en nadie.

Es la realidad, hay que modificar el argumento de esta obra teatral que tanto nos disgusta. Los espectadores se aburren, los actores son malos y la sala está semivacía.

El fango de la ciénega invade las alcantarillas de nuestras grandes ciudades, y sale, se acerca al cuello de los ciudadanos y tragaremos detritus antes de morir asfixiados.

Alerta, don Mariano, somos víctimas de una Europa de diseño neoliberal y angustiante.

Los causantes de esta crisis tienen juicios muy dispares. Todos utilizamos un baremo distinto para medir nuestro grado de responsabilidad. Aunque no debe culparse a la clase media.

Si acaso, son los inquilinos del barrio de Salamanca y de las millas de oro de nuestras ciudades y cotos privados los que dieron el pistoletazo de salida con sus ínfulas de ricos de la nueva ola, millonarios surgidos de la burbuja inmobiliaria en complicidad con presidentes autonómicos y alcaldes que recalifican los predios para urbanizarlos y aumentar su valor en desmesurada forma.

A esos individuos que usaron mano de obra calificada sin darle salarios adecuados, hay que achacarles el descontrol de la economía. Y a otros más: a los políticos y empresarios que lucran y que eluden impuestos amparados por funcionarios venales que prevarican con absoluta impunidad.

Son los mismos que esconden su botín bajo siete llaves fuera de España o los que invierten en empresas fantasmas que no existen más que en el papel y sólo sirven para justificar ingresos mal habidos.

Sí,  los Urdangarin, los personajes oscuros de la trama Gürtel, los implicados en los eres andaluces, los señoritos condes, duques, y marqueses que viven protegidos por un título nobiliario y poseen fortunas

en haciendas, pinturas, antigüedades y otras riquezas heredadas por leyes del medioevo que no han sido modificados por los gobiernos democráticos de a tanto la cural.