El Nobel de la Paz a la Unión Europea

 

Enormes nubes de tormenta recorren el cielo como batallones.

Joyce Carol Oates

 

 

 

Regino Díaz Redondo

Madrid.- Es cierto que la Unión Europea necesita hoy más que nunca de apoyos que le den credibilidad y la mantengan con vida. Conectarle un pulmón artificial para evitar la asfixia le viene al pelo, porque la parálisis se apodera de su cuerpo y, en los últimos cinco años, ha minado su salud gravemente al extremo de ponerla en artículo mortis.

Pero de ahí a concederle el Premio Nobel de la Paz hay un abismo. Sólo que se trate de una burla de los gnomos de la Academia Sueca que intenta divertirse a su costa.

O de una confabulación internacional para ponerla en evidencia y aumentar los enfrentamientos populares contra ella por parte de los habitantes del sur del continente. Y de los del norte también.

Los coscorrones que recibe a diario, la violencia que suscitan sus medidas y el deterioro de su imagen no son fenómenos inventados. Sus dirigentes, ayudados por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, las multinacionales y los especuladores bursátiles la tienen en coma y no puede curarse.

Es tal su inopia —y nuestra sorpresa— que al recibir tan grata noticia, Durao Barroso y Hermann Von Rompuy se han dejado llevar por la euforia y saltaron de júbilo frente al desconcierto de millones de europeos que no se explican por qué recibieron este galardón.

Se presta al sarcasmo y a la indignación. Ambos fenómenos ya se manifestaron en toda nuestra geografía. Grecia, España, Portugal, Irlanda, Italia y Chipre son el escenario donde se suscitan las protestas más enconadas. La gente se lanza a la calle y grita el ridículo que estamos haciendo en plena decadencia comunitaria.

Muchas preguntas

¿Siembra la paz o contribuye a ella el empobrecer a los habitantes de 27 naciones en beneficio del brutal neoliberalismo?

¿Inducen a la tranquilidad reducir el nivel de vida de la gente, recortar sus accesos a la salud y a la educación?

¿Es un alivio ajustar las economías olvidándose de los estímulos al crecimiento?

¿Sosiega ver cómo las deudas soberanas de los países se rebajan a bonos basura o que el Banco Central compre haberes de naciones que pagan altos intereses para controlar sus finanzas y hundirlas de forma tan usurera?

¿Es que la Unión Europea ha conseguido la paz al comprar barato y vender caros sus préstamos?

¿Existe equidad entre las naciones que la conforman o se está logrando que la unión funcione cuando menos a dos velocidades?

¿Somos los países miembros ejemplos para el mundo y es Bruselas la sede de un parlamento igualitario y responsable, atento a sacar de apuros a los que están sufriendo los excesos de una falsa burbuja del bienestar colectivo?

¿Los gobiernos de Alemania, Austria, Finlandia y de  alguna que otra nación escondida por ahí se movilizan para atajar la caída de lo que ellos llaman los vagos del sur que gastaron más de lo que podían?

¿Les advirtieron de que cometían ese error cuando aún era posible remediarlo?

¿O siguieron cobrando réditos hasta secar sus economías y luego reprenderlas o dominarlas?

¿No fue un plan premeditado y una irresponsabilidad los análisis ventajosos que hicieron para fortalecer sus economías?

¿Manejaron a las agencias de rating a su antojo y dejaron que sus mercados hiciesen su agosto bochornosamente?

¿Cuál paz ha traído la Unión Europea —cuando ese debió ser su deber— si cada día hay más gente en el umbral del hambre y millones no tienen trabajo y reciben sueldos que no alcanzan ni para comprar el avituallamiento básico de las familias?

No era el momento

Digamos al distinguido jurado que se encargó de otorgar tal distinción que no era el momento para ello y que sólo consigue enardecer a la mayoría de los europeos que se sienten víctimas de un juego perverso elaborado con la complicidad de los poderosos.

Preciso es seguir con el cuestionamiento:

¿Hubo tanto apoyo internacional para que nuestra Unión Europea fuera favorecida por tan distinguida nominación… quiénes lo promovieron y cuáles fueron las razones para inclinar la elección?

¿Se dieron los votantes algún paseo por las calles de ciudades y pueblos de la Unión Europea, hablaron con sus habitantes, les preguntaron si estaban en paz y contentos, si vivían medianamente bien, si no les afectaba el desequilibrio que existe y aumenta entre unos países y otros?

Si actuaron de buena fe —no lo creo— fueron miopes.

Si lo hicieron para descargar culpas a la Unión Europea se equivocaron, las aumentan y aumentarán. La gente se resigna, pero no llega a ser tonta ni su imbecilidad alcanza esos extremos.

No lo duden, si nos meten el dedo en la boca vamos a morder más fuerte. Desconocer los problemas de la sociedad europea, ahora deteriorada, es malo pero aún resulta peor creer que nos vamos a comer eses marrón.

¿Acaso la Unión Europea ha aprobado la tasa Tobin para cobrar por las transacciones financieras internacionales o se han legalizado presupuestos mayores a las grandes empresas para que ganen un poquito menos de lo mucho que obtienen?

¿Se investigan la fuga de capitales de las naciones empobrecidas hacia donde los dineros obtienen mayores beneficios?

¿O están protegidos “bajo secreto de sumario” los que poseen inmensas fortunas?

¿Será que a los que robaron se les considera patriotas si sólo pagan el 10% del capital que se llevaron?

¿Propician estas actitudes el camino hacia la igualdad, el respeto y el resaneamiento económico?

¿Ha habido paz en los últimos cinco años en el continente comunitario o se han disminuido, siquiera, los problemas sangrientos entre las fuerzas del orden público y la gente?

¿Se escucha a los indignados perversos que, según las autoridades, perturban el orden cívico?

¿Se amparan y protegen sus protestas o se les limita y ficha como subversivos para limitar sus aspiraciones al trabajo?

¿No se informa a los empresarios cuáles son los indeseables que no deben tomarse en cuenta para evitar su contratación y darles puestos fijos aunque sean muy capaces?

Premios Nobel con intenciones políticas

Hay que concluir que en este ambiente de sinrazones el engaño ya no surte el mismo efecto. La gente recela y no se traga las mentiras, mucho menos transige con los falsos héroes creados por los organismos internacionales.

Cuidado porque en los últimos tiempos los Premios Nobel no han sido distribuidos apegados a los méritos y conquistas de la humanidad, sino que se reparten con una evidente inclinación política y ponen en entredicho su buen nombre.

Menos séquito a los que enarbolan banderas de libertad con una mano y con la otra destrozan ilusiones y ponen más y más barreras a los verdaderos valores.