Joaquín Pérez Sánchez

Como ya se esperaba, la famosa cumbre de Bruselas, donde se reunieron los líderes de la Unión Europea (UE) para evaluar el proceso de reformas políticas, económicas y financieras que se impulsan en el marco de la actual crisis global, no avanzó más allá de la retórica. Las condiciones políticas favorecen a quienes ven el futuro de Europa, como una bancarrota controlada donde los países poderosos se comerán a los débiles.

El 18 y 19 de octubre pasados, los líderes de la UE se reunieron en Bruselas, Bélgica y ahí se reiteró la “voluntad” de continuar la “agenda” de integración que exige la “unión bancaria”, pero quedaron de manifiesto las  presuntas “diferencias políticas” al respecto, sobre todo entre la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Francoise Hollande.

La postura de Hollande, que también compartía su homólogo español, Mariano Rajoy, era de que el supervisor bancario europeo entrara en funciones a más tardar en enero del 2013, pero la canciller alemana se opuso y ese paso no estará listo sino hasta el 2014. Lo cual supone la prolongación por un año más de las actuales condiciones financieras.

Los analistas políticos consideraron que la canciller alemana retrasará la medida por tener una “agenda política”, ya que el próximo año hay elecciones, las más importantes en septiembre, que son las generales. Sin embargo, es evidente que todos los líderes europeos tienen su propia agenda nacional, pero en la región priva la del país más poderoso y en este caso es el alemán.

Además, los puntos de la canciller son bastante razonables, ya que avanzar en la “supervisión fiscal del euro”, supone no sólo rapidez, sino también “precisión”. Según trascendió a los medios, las diferencias en los tiempos tienen que ver con las decisiones “políticas”, ya que si el Banco Central Europeo (BCE) va a ser el encargado de la creación del aparato que supervisará las finanzas de la Eurozona y Alemania será el principal actor, entonces la letra pequeña y los nombramientos de ese ente, sí importan.

La canciller alemana fue muy clara al indicar que “primero tiene que estar la base legal, después desarrollar la capacidad operativa del supervisor y solamente cuando esté funcionando efectivamente, entonces se podrá dar paso a la recapitalización directa”. En otras palabras no hay dinero hasta que no quede por escrito cómo y quién estará a cargo de la supervisión de los casi seis mil bancos de la zona euro.

En este contexto, las presuntas divisiones en el seno de la Comunidad Europea parecen no ser tan graves, es decir los “líderes de Europa” están convencidos en la supervivencia del euro y avanzan en la integración financiera, importándoles muy poco que las medidas que hasta ahora han adoptado castiguen a la mayoría de la población en los países más vulnerables. Después de todo, hasta el momento las protestas masivas, los enfrentamientos y las amenazas de secesión de países, no han cambiado el rumbo de los acontecimientos.

Todo parece indicar que el próximo año seguirán las políticas de austeridad que amenazan con desmantelar el estado de bienestar y que consolidan el poder financiero en el viejo continente.