Radicales mediterráneos: no nos sentimos españoles ni queremos serlo

Regino Díaz Redondo        


Madrid.- Los miembros de la Generalitat catalana se manejan ya como los héroes de la reconquista. Insuflados de un nacionalismo con tintes frustrantes borran todos los signos que los unen con el resto de la península y obligan a sus súbditos a hablar en su idioma. Empiezan por aleccionar a niños de 10 años a los que exigen expresarse en catalán y que el castellano sea una lengua secundaria y no alternante.

En una alegoría que puede convertirse en realidad, dejemos que los estoicos descendientes de fenicios, y quizás cartagineses, rehuyan todo contacto con mozárabes y castellanos.

El Dante catalán (Mas) en su Divina Comedia inicia la Iliada así:

  • Independencia o muerte. El destino es nuestro, construyamos el camino hacia un estado propio, no nos sentimos españoles ni queremos serlo. Patria soberana y libertad. Nos han llamado para ser los dirigentes de un nuevo país próspero dentro de Europa.
  • Llevamos siglos aherrojados por estos hispanos enemigos, fortalezcamos nuestro origen y no lo olvidemos. Somos ejemplo de trabajo y de orgullo. Rechazamos la vagancia y la inmovilidad; es el momento de la recuperación de la memoria histórica del pueblo catalán.
  • España está por los suelos. Empecemos por algo concreto: fuera la eñe de nuestra mente y de nuestro vocabulario verbal e impreso. Es cierto que hablamos una lengua romance pero podemos hacer correcciones y modificar conceptos para que la diferencia con el español se note y se reverencie.
  • Transformemos algunas de nuestra raíces grecorromanas; rindamos culto al norte del continente y, ¿por qué no?, adoptemos algunos preceptos alemanes, holandeses y austriacos.
  • Allí están más cerca de nosotros; nos entendemos mejor con ellos que con los celtíberos y mestizos con sangre marroquí.
  • Nosotros no dormimos la siesta, las tunas están lejos; el romanticismo debilucho nos empalaga.
  • Renegamos de una historia forjada por individuos que se toparon accidentalmente con un mundo nuevo que no buscaban y se aprovecharon de él. Menos mal que la Inquisición puso freno a muchos desmanes y tropelías; atajó abusos, acabó con los infieles.
  • ¿Hay alguna catedral como la de Gaudí en el mundo? Claro que no, somos únicos, originales, creadores de riqueza e impulsores del pensamiento único.
  • ¿Qué tiene que ver nuestra Basílica con las iglesias de la España melancólica, siempre al borde del llanto, vengativa y sin recursos?
  • Hemos transigido durante mucho tiempo, un tiempo insoportable, desesperante; nos han robado e intentan sojuzgarnos aún más. Los espanyoles son unos soberbios que presumen de lo que no son ni han sido. Somos mejores en la ciencia, en la literatura y en el deporte. Lo podemos comprobar hoy por hoy. Se obliga a nuestros atletas a portar la bandera del Estado español cuando deberían ondear la senyera, que es la firma de nuestra identidad.
  • ¡Cómo nos cuesta que nuestras obras maestras sean traducidas a otros idiomas. En catalán se han escrito novelas importantísimas que no transcienden por el egoísmo espanyol!
  • Barceló, Dalí y quizá Picasso —este apellido debe tener raíces catalanas— conforman el genio pictórico de Europa desde hace mucho tiempo. Los políticos seremos los guías de una ideología basada en los principales gobiernos del norte, inmensa tierra sembrada de valores positivos.
  • Lucharemos contra leyes injustas espanyolas, las que nos impusieron, las que tuvimos que acatar. Sacrificamos a don Jordi y tuvo que aceptar, de mala gana, el nombramiento de “español por excelencia” para fortalecer nuestro espíritu. Porque no nos sentimos espanyoles como tampoco pakistaníes ni japoneses o chinos.
  • Si alguno de nuestros apellidos es español habrá que modificarlo para que en vez de Ramos, por ejemplos, sea Rams, que es más bonito.
  • Recibimos improperios y nuestra economía no crece por culpa de España. Que el castellano no sea patrimonio cultural del catalán. (¿Para qué estudiar ese idioma si sólo lo hablan 800 millones de personas?)
  • Tenemos ejemplos de la influencia catalana en Latinoamérica. Por mencionar uno sólo, ahí este Jaime Nunot, autor de la música del Himno Nacional Mexicano.
  • Las puertas para los turistas de aquel continente están abiertas pero incitémoslos a que hablen en catalán, a que lo aprendan. Distribuyamos manuales para que sus compras las hagan en nuestro idioma y exijamos a los dueños de comercios e industrias que no contraten a los que se nieguen a hablar nuestra lengua.
  • La más reciente incongruencia es lo expresado hace un par de semanas por el presidente Barak Obama al que obligaron a decir que España era una gran nación y que no podía permitirse que cayera. Pero Cataluña no es España y de nosotros no dijo nada.
  • Se ha llegado al colmo de la súplica para reivindicar el españolismo en decadencia y cercano a su final. Contribuyamos a darle el réquiem y pidamos a los curas que impartan los santos óleos al enfermo terminal.
  • En nuestra historia, ¿qué tiene que ver Franco? Ellos mismos, los españoles, han decidido que el dictador aparezca en el Diccionario Biográfico de la Academia de Historia como expresidente de España.
  • ¡Qué más nos da a nosotros que ese señor fachista que aplastó el catalananismo haya sido o no redentor o asesino!
  • Los que ahora claman contra nuestra gesta son los mismos descendientes de la España Una, Grande y Libre; Rosa Díez, líder de UPyD, hinca el diente contra nuestra tradición y nos acusa de violar la Constitución.

 

(Cataluña fue la Comunidad que más votó a favor de la Carta Magna en 1998.)

  • Estamos seguros que Viviane Reding fue obligada a declarar que si Cataluña se separaba de una España indolente e incapaz no pertenecería a la Unión Europea. Sepa dicha señora que tenemos una economía superior a la de muchos países que conforman la unidad comunitaria.
  • Valiente don Jordi, al decir que “el andaluz es un hombre anárquico y destruido que vive en un estado de  ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual.
  • España es un Estado sordo y débil. Qué importa que alcancemos una deuda pública de 150 mil millones de euros y tengamos que crear una moneda nueva si nos quitamos la rémora de siglos.
  • Pedimos a la UE que impida a España una intervención militar en Cataluña porque nos amenazan con ello. Aviones sobrevuelan nuestro territorio autónomo para sembrar miedo y angustia entre la población.
  • Le dijimos a Rajoy que se atuviera a las consecuencias si no se plegaba a nuestro pacto social. Estamos cumpliendo con nuestra advertencia.
  • El rey nos amenaza: “Saldremos adelante con un cuchillo en la boca y una sonrisa”. El monarca quiere rajarnos y no lo permitiremos; además, él mismo admite que “desde dentro, España da ganas de llorar”.
  • El artículo 155 de la Constitución puede modificarse. No violamos nada, exigimos soberanía sin los inconvenientes leguleyos que nos perjudican y limitan.

 

En su visita a Rusia, don Artur llevó, dicen, cien empresarios catalanes para demostrar que el comercio con el Kremlin no lo hace España sino Cataluña.

Por lo visto, este señor está haciendo amigos en Estados Unidos y muestra su extraordinario perfil de político vanguardista. Tiene una insuperable intuición porque ya adivinó por dónde llegará el progreso y el bienestar. Ahora sólo le falta viajar a China para convencer que la comunidad catalana es la única capaz de hacer transacciones industriales con esa nación.

Después de tan sesudo manifiesto está por escribirse la Odisea basada en tan noble decisión separatista de los radicales mediterráneos.